Siéntate en la posición del faraón: espalda recta, piernas paralelas y manos apoyadas sobre los muslos. Coloca El Diablo en la mesa a la altura de tus ojos; enciende una vela de color azul o violeta, los que se adjudican a este arcano, y unos carbones en un incensario, para quemar unas gotas de almizcle, el perfume que le corresponde.
Dirige tu atención a la imagen del arcano y procura no dejarte impresionar por su aparente malignidad. Ahora relájate, y observa atentamente el arcano. Utiliza la imaginación para realzar las formas y los colores; intensifica la imagen y haz que crezca hasta que empiece a invadir todo tu campo visual. Observa a los hombres y mujeres prisioneros de este maléfico personaje. Algunos parecen abatidos; otros se contonean voluptuosamente, e incluso hay una mujer que aparece al fondo, esquelética, encadenada a un frágil travesaño que, sin duda, podría romper con facilidad. Toda la escena está enmarcada por lo que parece ser un campo de concentración o una prisión, tan destartalados que no resulta posible que allí se pueda retener a nadie contra su voluntad.
Domina la escena un personaje con unas alas de murciélago falsas y un par de cuernos surgiendo de su frente. En la nariz lleva un aro, y de sus muñecas cuelgan cadenas que, aparentemente, inmovilizan a un hombre, tu mente consciente, y a una mujer, el subconsciente. Ahora concéntrate en el símbolo del pentagrama invertido que cuelga de su cuello. Deja que te atraiga hacia el interior del arcano; cierra los ojos y da un paso al frente para penetrar en él. Una vez dentro, siente cómo un aire denso y caliente, con olor a azufre, te golpea en la cara; oyes los gemidos de placer, dolor e incoherencia que profieren los esclavos de este infierno. Acto seguido te encaras con el diablo y, mirándole fijamente, realizas afirmaciones de poder en voz alta: «Yo Soy un espíritu libre e inmortal». «Soy un hijo de Dios» (a cada afirmación el diablo se hace más y más pequeño). «Tengo derecho a ser feliz». Sigue realizando afirmaciones positivas hasta que el diablo se reduzca tanto que desaparezca de la escena.
Libera al hombre y a la mujer de sus cadenas y observa cómo se abrazan y, al hacerlo, se transforman en seres hermosos, perdiendo sus signos de brutalidad e ignorancia. El cielo se abre y el Sol penetra en el lugar, iluminando la escena. Entonces, la prisión se desvanece y en su lugar aparece un hermoso valle iluminado por el sol.
Una vez terminada la sesión de meditación, agradece a las fuerzas de la Luz su ayuda, da un paso atrás y sal del arcano.
SIMBOLOGÍA BÁSICA
Función del arcano: Destrucción del mal.
Representa: La idea del mal, las limitaciones, los miedos, y la ignorancia que genera el sufrimiento.
Despierta: El sentido de lo ilimitado del ser humano. La comprensión hacia los demás.
Desarrolla: La comprensión de las cosas aparentemente negativas. La capacidad de romper limitaciones.
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