Aquí está representado el Mercurio de los Sabios, una sustancia parecida a la parte material del ser y, al mismo tiempo, relacionada con las dimensiones espirituales arquetípicas. También se le llama «el gran animador», porque gracias a él el alquimista puede ponerse en marcha efectivamente sobre el camino (o mejor, sobre uno de los dos caminos) de la Gran Obra.
¿De qué se trata exactamente? Es un fluido universal extremadamente sutil que penetra todas las cosas, integrando y refinando tanto las acciones del Azufre, del que mantiene la llama, como las de la Sal, de la que mantiene la solidez.
PRIMERO LA ARMONÍA, DESPUÉS EL CONOCIMIENTO
Esta sustancia especial es capaz, por ella misma, de relacionar entre sí los diversos niveles del ser (cuerpo, mente y espíritu), aquí representados por los tres niveles de la tiara. Pero, para que esto suceda, es necesario que el alquimista haya conseguido previamente en sí mismo la armonía entre el Sol y la Luna, es decir, entre la parte masculina y la parte femenina de la propia personalidad, que quedan ejemplificadas en los dos clérigos a los que el papa está bendiciendo.
La escena está visiblemente envuelta en un aura religiosa o, por lo menos, de intensa sacralidad. La manipulación del Mercurio de los Sabios no es una operación exenta de riesgos: en efecto, el proceso implica remontarse al Árbol del Conocimiento, cuyas diez estaciones, puestas de manifiesto por las puntas y los nodos de la cruz de tres brazos, están gobernadas por entidades psíquicas capaces de bloquear la voluntad, o bien de anular la personalidad del individuo que se presenta ante ellas en condiciones físicas o morales imperfectas; a esta necesidad de pureza aluden los guantes blancos del papa.
LA BENDICIÓN DE LA OBRA
La superación de los obstáculos ofrece la posibilidad de adquirir preciosas dotes intelectuales y espirituales (conocimiento de los seres, piedad, sentido de la justicia, serenidad de espíritu, previsión, etc.), hasta llegar a rozar los más altos misterios, pero sin alcanzar a contemplar la esencia.
Esta figura es también llamada el Instructor de los Hijos del Arte porque, incluso antes de iniciar el viaje místico, es el Mercurio mismo que, con signos inequívocos, indica al alquimista la vía que debe seguir, que, como veremos, puede ser seca o húmeda.
SIMBOLOGÍA BÁSICA
Otros nombres: Instructor de los Hijos del Arte. El Gran Animador.
Sustancias místicas asociadas: Mercurio de los Sabios.
Fase operativa: Quinta.
Carácter del ritual: Análisis de las fuerzas antagonistas. Efecto de la operación: Pacificación, armonía interior.
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