POR. MYRIAM BARON, DENIS ECKERT, LAURENT JÉGOU
A la hora de obtener una visión sobre el desarrollo de la investigación a escala mundial, el indicador más fiable es sin duda el número de artículos científicos que se publican cada año. Estos artículos aparecen en miles de revistas diferentes y muy especializadas, pero también en algunas importantes revistas «generalistas», entre las que destacan Araturey Science.
Solo en 2012, la base de datos Science Citation Index había inventariado más de 1,5 millones de artículos. Es lo que se refleja en este mapa, en el que figuran tres tipos de datos: la participación de los países del mundo y su evolución en la actividad mundial (países diferenciados por colores), así como el número de artículos publicados en las cien primeras ciudades científicas del mundo.
¿Qué es lo que muestra? Primero, que el planeta de la investigación está bastante polarizado. Las cien ciudades más importantes de la ciencia, situadas mayoritariamente en Estados Unidos (Nueva York y Boston ocupan respectivamente el 2 ° y 4° lugar mundial), Europa (Londres y París el 3° y 7°) y Japón (Tokio y Osaka, el 1° y el 11°), concentran ellas solas la mitad de la actividad científica.
No hay sorpresas, las zonas de gran concentración se encuentran en los «viejos países científicos». Los Estados Unidos son con gran diferencia el primer contribuyente, con más de 400 000 artículos. Esto no debe enmascarar un desarrollo reciente, en concreto en los países de Asia oriental: en Corea del Sur (Seúl está en el 9° puesto mundial), en Taiwán y en China continental (Pekín ocupa el 5° puesto).
Se debería a que el «mapa de la ciencia» mundial está en movimiento; países prácticamente ausentes hace veinte o treinta años, actualmente son contribuyentes activos a la producción científica mundial. Además de los países de Asia oriental, podemos citar también a Brasil (29 000 artículos en 2008), Turquía (21 000) e incluso Irán (13 000).

Es más, si diferenciamos entre dos categorías de países —aquellos de escasa producción científica (en gris más o menos oscuro) y los que aportan una gran contribución (del amarillo al rojo) — se puede apreciar con claridad que, en cada uno de los dos grupos, las dinámicas son muy desiguales. Los tradicionalmente «grandes países» de la ciencia muestran un aumento muy ligero de su producción (del 4% en Rusia, al 27% de Alemania, pasando por el 19% del Japón, el 22% de Estados Unidos y el 23% de Francia), mientras que las nuevas potencias científicas emergen con unas tasas de crecimiento muy elevadas (países en rojo).
Destacan sobre todo Brasil (con un 13o%), Turquía (con un 230%) y China (con un 298%). Esta última se ha convertido, a finales de los años 2000, en el segundo centro científico mundial, ¡con cerca de 107 000 artículos por año! Parecería que, a partir de unos cuantos centros, el mundo de la ciencia se vaya convirtiendo progresivamente en multipolar.
Y, sin embargo, este mundo, según la Web of Science, sigue siendo «diminuto» o «estrecho», citando algunas expresiones de la obra epónima de David Lodge publicada en 1984, si nos basamos en el peso de las ciudades africanas de países muy marginales (que solo supondrían el 1,2% de los artículos).