23- Tarots belgas y de besançon

A principios del siglo al tiempo que en la zona meridional de Francia se difundía el Tarot marsellés, aparecían en otras regiones modelos distintos que no tuvieron el mismo éxito. Sin embargo, son barajas interesantes, ya que también anticipan futuras transformaciones de este juego. El Tarot llegó a Francia en los primeros decenios del siglo XVI, y se convirtió al cabo de poco tiempo en uno de los juegos más apreciados. Algunos fabricantes franceses iniciaron tempranamente su producción, inspirándose, en la mayor parte de los casos, en el modelo italiano.

Escudo de los Países Bajos en el frontispicio del atlas realizado por los cartógrafos alemanes G. Braun y E. Hogenberg en 1572.

Debido a que prácticamente no se conservan barajas del siglo XVI, no es posible conocer cómo evolucionaron los Tarots en aquella época; aun así, es lógico pensar que su transformación fue gradual, como atestiguan tres barajas impresas en París hacia mediados del siglo XVII por tres fabricantes: uno de ellos es anónimo, y los otros dos son Jean Noblet y Jacques Vieville. Dichas barajas se parecen mucho a los antiguos Tarots lombardos, pero presentan diferencias sustanciales que los sitúan, a la luz de la información de que disponemos en la actualidad, como prototipos de dos tradiciones distintas: los Tarots llamados «de Marsella», de los que ya hemos hablado extensamente, proceden de las cartas de Noblet, mientras que Vieville, indirectamente, inicia la tradición de los llamados Tarots belgas, cuyo origen es todavía fuente de controversia.

Mapa de la ciudad de Brujas del atlas realizado por los cartógrafos alemanes G. Braun y E. Hogenberg en 1572. Bélgica perteneció a los Países Bajos hasta que consiguió su independencia en 1830.

TAROTS BELGAS

En algunos Tarots impresos en Bélgica a finales del siglo XVIII, por ejemplo el de Vanderborre y el de los hermanos Sarton, se encuentra sobre el as de oros una leyenda que durante largo tiempo ha llevado a engaño a los historiadores: CARTES DE SUISSES. Esta frase se ha tomado a menudo como prueba de que los Tarots belgas proceden, efectivamente, de Suiza, a pesar de que no existe ninguna baraja helvética que tenga las mismas características. Pero alrededor del año 1978, un coleccionista inglés consiguió hacerse con una baraja desconocida hasta entonces, que hizo cambiar de opinión a los especialistas: el Tarot de Adam C. de Hautot.

Un detalle del as de copas de un tarot de Besançon fabricado en el siglo XIX.

El apellido De Hautot es familiar a los expertos en historia de los naipes; en efecto, se tienen numerosas noticias familia de impresores, que residieron en la ciudad francesa de Ruán, situada a unos 120 km al noroeste de París, entre 1618 y 1791. Incluso se conocen cuatro miembros de la familia que llevan el nombre de Adam, pero el que interesa aquí es Adam C. de Hautot, que aparece citado en un documento de 1723. En el Tarot De Hautot, las cartas numerales y las figuras parecen calcadas del Tarot de Vieville, pero están realizadas de un modo más tosco. Los 22 triunfos son, asimismo, prácticamente idénticos, aparte de algunas particularidades de poco peso; cabe mencionar, sin embargo, algunas excepciones. En lugar de La Papisa (II) hay un personaje vestido a la usanza española del siglo XVII, que lleva la leyendas CAPITANO FRACASE, en vertical, y LESPAGNOL, en horizontal en la base de la figura; en lugar de El Papa (V) aparece BACUS, es decir, el dios grecorromano Baco. El Carro (VII) muestra un rey con un cetro que tiene la flor de lis de Francia en el extremo, sentado sobre un carro arrastrado por un caballo. El Mundo (XXI) lleva una joven desnuda y con alas, que extiende sobre el orbe mundi el manto con el que ella misma se cubre, en una representación clásica de la Fortuna sobre el globo terrestre. Por su parte, el joven protagonista de la carta de El Sol (XIX) no está desnudo, como en la baraja de Vieville, sino que viste ropas de colores chillones. Otra carta desusada es el dos de copas, que muestra los clásicos delfines enfrentados; sobre la base de dicha carta se halla una leyenda indescifrable para los que no conocen el juego del Tarot, y que enuncia la importante norma de que las cartas más bajas ganan a las más altas en los palos de copas y oros.

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El modelo De Hautot tuvo una gran difusión en Bélgica. Sólo en la ciudad de Bruselas se conocen por lo menos cinco fábricas que produjeron Tarots idénticos o con alguna variación: Jean Baptiste GaIler (activo entre los años 1738 y 1760), Nicholas Bodet (activo entre 1743 y 1751), los hermanos Sarton (entre 1756 y 1767), François Jean Vandenborre (entre 1762 y 1803) y Martin Dupont (1766). En la misma época trabajaron, asimismo, Jean Gisaine de Dinant y Antoine Jar de BouvignesurMeuse; ambos se hallaban en activo alrededor de 1750. En este punto podría parecer que todo está aclarado. Los fabricantes belgas imitaron el Tarot de Adam C. de Hautot y, convencidos de que el origen de las cartas era suizo, llamaron genéricamente «cartas suizas» a todos los Tarots. Pera la cosa no es tan sencilla; en el Tarot de Antoine Jar, en el muslo derecho del Capitán Fracaso (II), aparece impreso el nombre LABORNE; en cambio, en el as de oros y en el cinco de espadas puede leerse la leyenda CHAELMICHEL LABORN, que parece una referencia a Michel Laborne, un naipero parisino del que se tiene noticia en 1702. Este indicio permite suponer que, en la zona septentrional de Francia, Adam C. de Hautot no fue el único que imprimió el tipo de baraja que a continuación tomó el nombre de «Tarot belga» o «cartas suizas». En cualquier caso, el modelo De Hautot no tuvo una vida muy larga, y parece ser que a principios del siglo >u ya no se fabricaban cartas como las descritas. Pero en esta época, los fabricantes belgas, inspirándose en una moda surgida en los países germánicos, empezaron a producir Tarots de símbolos franceses y figuras fantásticas. De este tipo de Tarots trataremos en capítulos posteriores.

TAROT DE BESANÇON

En la imagen, dos de los arcanos mayores de un tarot de Besançon fabricado en el siglo XIX.

Mientras en el norte de Francia tenían lugar los acontecimientos descritos y en el sur se difundía el Tarot de Marsella, en la zona oriental se asentaba un tercer modelo, llamado impropiamente «de Besallon». En realidad, esta baraja es idéntica a la marsellesa con la excepción de las figuras de JUNON (II) y JUPITER (V), que sustituyen a La Papisa y a El Papa, y el as de copas, en el que en lugar de las características torres aparece una especie de enorme copa barriguda. Cabe preguntarse, así, cuándo y dónde se introdujeron estas variantes. La baraja de estas características más antigua es probablemente la de Franois Heri (1680-1746), un fabricante de Solothurn, un pueblo suizo situado unos 80 kilómetros al sur de Basilea. El Tarot de Heri no tiene fecha, pero, como está firmado por el propio fabricante, es obvio que se remonta a una época anterior a su muerte, en 1746. Esta misma fecha (junto a la leyenda PIERRE ISNARD GRAVEUR) aparece en el escudo de El Carro (VIII) del Tarot impreso por Nicolas Laudier en la ciudad alsaciana de Estrasburgo, a unos 130 kilómetros al norte de Basilea. De la misma época es la baraja impresa por Guillaume Mann en 1750 en Colmar, un pueblo alsaciano al sur de Estrasburgo. En los años siguientes, numerosos impresores de las regiones alemanas y francesas fronterizas con Suiza produjeron Tarots con las mismas características, introduciendo a veces pequeñas variaciones.

Catedral gótica de Santa Gúdula, en Bruselas, la capital de Bélgica.

Cabe mencionar a Johann Pelagius Mayer, de Constanza; Neumur, de Mannheim (BalenVVürttemberg); Sebastián loia, de Augsburgo (Baviera); Bernhard Schaer, de Mümliswil (Suiza); Jean Pierre Laurent, de Belfort (Franco Condado); Blanck Tschann, de Colmar (Alsacia), y Jean Baptiste Benois, o Benoit, de Besainon (Borgoña). Estos nombres aparecen escritos en el dos de oros de las pocas barajas que se han conservado, pero es posible que otros impresores en activo, que eran numerosos, produjeran cartas similares.

Sobre estas líneas, una estampa de la Francia del siglo XVIII, la época de la Ilustración.

Al llegar a este punto, sería bueno preguntarse el porqué de la modificación de algunas cartas del Tarot de Marsella. Pues bien: el estudio de las condiciones sociales de la zona geográfica en que se fabricaron los Tarots de Besanwn arroja la hipótesis de que la sustitución de La Papisa y El Papa por los dioses romanos Juno y Júpiter podría deberse a los reparos religiosos de un determinado sector, evidentemente poderoso, de jugadores de Tarot de religión católica.

Cartas de un Tarot de Besançon fabricado en el siglo XX.

Es incluso posible que fueran las propias autoridades religiosas quienes impusieran este cambio, al igual que ya había sucedido años atrás en Bolonia, cuando las cartas de La Papisa, La Emperatriz, El Emperador y El Papa fueron sustituidas por las figuras de cuatro moros o sátrapas. Así pues, diremos, para concluir, que aunque el Tarot de Besanwn no nació en dicha localidad, a principios del siglo XIX el fabricante Jean Jerger, y posteriormente sus herederos, Renault y Kirchner, producían grandes cantidades de estas barajas en dicha ciudad, de donde procede el nombre que llevan.

EL DECLIVE DEL TAROT DE
BESANÇON

Este tipo de Tarots experimentaron diversas modificaciones entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX. Por ejemplo, hacia 1780 Blanck Et Tschann, fabricantes de Colmar, sustituyeron Juno y Júpiter por la Primavera y el Invierno. Louis Carey de Estrasburgo, heredero de una antigua fábrica, produjo un Tarot de Besarwon «revolucionario» entre 1793 y 1800. Pocos años después, Jean Jerger de Besansiguiendo el modelo clásico, decidió sustituir el nombre de El Ermitaño por Le Capucin (El Capuchino). Entre 1855 y 1876, la famosa fábrica Pellerin de Epinal publicó una nueva versión de la baraja que había sido dibujada por Franois Georgin, uno de los principales ilustradores de Epinal mantuvo los nombres de Juno, Júpiter y El Capuchino, pero convirtió a El Mago (I) en L’Escamoteur.

Los arcanos II (Juno) y V (Júpiter) del Tarot de Epinal, y el dos de copas, donde se cita el fabricante y la localidad.

Más tarde, Pellerin cedió los moldes de impresión de esta baraja al editor parisino Grimaud, quien continuó su producción unos años más. Durante el siglo XX, solamente la fábrica propiedad de A. G. Müller, radicada en la ciudad suiza de Neuhausen, continuó fabricando Tarots de Besallon, en este caso utilizando los moldes que había heredado de Johannes Müller, el fundador de la firma. Sin embargo, en los últimos años sólo un público muy reducido adquiría este tipo de cartas, de modo que también el taller suizo ha dejado de fabricarlas recientemente.

EL TAROT REVOLUCIONARIO DE L. CAREY

En 1793, año II de la República francesa nacida de la Revolución, la Convención Nacional decretó la supresión de toda referencia a la aristocracia en los naipes, de modo que los fabricantes se vieron obligados a buscar nuevos temas para ilustrar las cartas.

En la Imagen, detalle del as de oros del Tarot de Epinal.

Algunos pusieron en las figuras de los palos los rostros de los enciclopedistas, que con sus teorías habían preparado el camino a la Revolución. Otros prefirieron los nuevos nombres de los meses, las virtudes revolucionarias, los oficios populares y otros temas similares. El fabricante de Estrasburgo Louis Carey, en su modificación del Tarot de Besatnon, conservó las cartas ya «laicificadas» de Juno y Júpiter, mientras que La Emperatriz (III) y El Emperador (IV) se convertían, respectivamente, en La Grande Mére (La Abuela) y Le Gran Pére (El Abuelo). Por su parte, El Ermitaño (IX) pasó a ser Le Pauvre (El Pobre), y El Juicio (XXI) cambió su nombre por La Trompete.

En las figuras de los palos, los reyes se convirtieron en Genios, las reinas en Libertades y las sotas en Igualdades; Carey conservó, sin embargo, las figuras de los caballeros.

 

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