TAOÍSMO – Otros maestros del taoísmo.

Zhuangzi somos como mariposas.

Origen y carácter

Zhuangzi (hacia 370-286 a.C.), un importante representante del taoísmo y un brillante escritor, vivió en el siglo IV a.C. No se conocen muchos datos sobre él, pero al parecer vivió en situación precaria. Su obra, principalmente el Libro de Zhuangzi, conocido también como Plan hua zhen jing (libro del país floreciente del sur”), lo muestra corno un hombre de gran formación y modestia. Admiraba a Laozi, de quien se tenía por discípulo.

 Su postura ante la vida resulta inequívoca sobre todo en relación con su actitud ante la muerte: sus discípulos pretendían enterrar al maestro de modo suntuoso, pero Zhuangzi los disuadió: El cielo y la Tierra son mi ataúd, el sol y la luna me iluminan corno lámparas funerarias, las estrellas son mis perlas y piedras preciosas, y toda la creación es mi séquito mortuorio. ¿Qué más queréis añadir?».

Acerca de la realidad y la verdad

Una de las cuestiones centrales que ocupó a Zhuangzi es el tema relacionado con la realidad y la verdad. Su texto más famoso al respecto se ha publicado innumerables veces y hoy día su vigencia sigue intacta: «Un día yo, Zhuangzi, soñé que era una mariposa; una mariposa que revoloteaba en todas las direcciones. Sólo sabía que me dejaba llevar por mi voluntad como una mariposa y no tenía conciencia de mi naturaleza humana. De repente me desperté: otra vez yo mismo.

 Ahora ya no sé si entonces era un hombre que soñaba ser una mariposa o ahora soy una mariposa que sueña ser un hombre». En el sueño uno no sabe que está soñando; entonces, ¿cuál es la verdadera realidad? Al despertar, una se descubre como no real, aunque es tan real como la otra.

La aportación de Zhuangzi al taoísmo

En su obra Nan hua zhen jing (»libro del país floreciente del sur»), Zhuangzi explica la naturaleza del taoísmo con parábolas y anécdotas, a menudo paradójicas, que han dado lugar a su vez a nuevas discusiones filosóficas. Zhuangzi echa mano allí de algunas ideas del Daodejing, aunque no comparte las metas políticas de Laozi. La idea originaria de Laozi era mostrar a los poderosos del país un camino hacia la paz; el camino de Zhuangzi, por el contrario, se aparta del mundo.

 Aunque no cabe duda de que Zhuangzi vivió, en la actualidad se sabe con certeza que gran parte del Nan hua zhen jing fue escrito tras su muerte por sus discípulos. La aparición de la obra consiguió que Zhuangzi, y en general la idea del tao, se diese a conocer fuera de las fronteras de China.

Su filosofía del tao

Las parábolas de Zhuangzi contienen casi sin excepción el pensamiento central de su filosofía: el existir intemporal. El ser humano debe vivir sin vínculo con el tiempo y en una abnegación sin condiciones. Un ejemplo: cuando murió la mujer de Zhuangzi, el maestro se comportó de forma curiosa: cantaba y tocaba el tambor. Entendía la vida como cambio. El ser humano debe resignarse a cada cambio y afirmar también la muerte.

 En esencia, se trata del principio wu wei de Laozi de la no acción. Zhuangzi sólo añadiría: iNo tengas intención!»: »En una ocasión que el gran emperador había perdido su perla mágica en un viaje, envió a Saber a buscarla. Pero Saber no la encontró. Mandó después a Sentido Común. También en vano. Hizo ir entonces a Elocuencia, pero Elocuencia no la encontró. Finalmente, encargó su búsqueda a Sin Intención. Y la halló».

Otros maestros del taoísmo Líe Zi y el Tratado de la perfecta vacuidad

El existir intemporal Zhuangzi.

La irrealidad del mundo

Las imágenes y las historias a menudo paradójicas del taoísmo, que desconciertan sobre todo a quienes se acercan hasta ellas con mentalidad occidental, son precisamente para muchos lo que confiere su atractivo a esta doctrina. El taoísmo despierta la curiosidad, pero también induce a sacar conclusiones superficiales y falsas (por ejemplo, la de suponer que el «no hacer nada» puede surtir un efecto exitoso).

Pero también cuestiona la realidad y desgarra el velo que le recubre la cara. Al igual que Zhuangzi, otro taoísta, Lie Zi —del que apenas se conocen datos biográficos—, se ocupó también de la realidad de las cosas. Lie Zi vivió probablemente un siglo después de Laozi y ha dejado para la posteridad una obra titulada Tratado de la perfecta vacuidad.

Otros científicos, en cambio, suponen que el texto es del siglo III; hasta la fecha no existe certeza alguna al respecto. Según el Tratado de la perfecta vacuidad —donde abundan las historias místicas—, este mundo ni es real ni importante porque lo verdadero está fuera de él. Para el autor de la Perfecta vacuidad, esto significa que el ser humano considerará la verdad y la realidad una y la misma cosa mientras no consiga mirar a través de la «realidad» enmascarada con su mente aleccionada por el taoísmo. La siguiente parábola lo ilustra bastante bien:

El mago y el rey

Un mago invita a un rey a que viaje con él. El rey se agarra bien a la capa del mago y ambos se dirigen a las alturas, a lo más recóndito del cielo. Allí llegan al palacio del mago. El rey permanece unos decenios en ese placentero lugar y después le pide al mago regresar a su palacio. «Cuando volvió en sí, estaba sentado en el mismo lugar que antes. Sus sirvientes le esperaban, los platos no se habían enfriado. Y el mago le aclaró al desconcertado rey: «He deambulado contigo en la imaginación, Señor.

Mago taoísta.

El lugar donde hemos estado no era menos real que este palacio. Estás demasiado habituado a las situaciones permanentes, pero éstas también se disuelven en nada»». Todas las manifestaciones del mundo no son más que ilusión, y la verdad se encuentra más allá de todas las manifestaciones.

Otros maestros del taoísmo Los Maestros celestiales

Movimiento de las Cinco fanegas de arroz

En el siglo ti a.C., Zhang Daoling fundó con su nieto el «movimiento de los Maestros celestiales en Sichuan. En su escuela religiosa taoísta, llamada también «movimiento de las Cinco fanegas de arroz (quien quería ingresar en ella debía pagar cinco fanegas de arroz), prevalecían las ideas mesiánicas y revolucionarias: la dinastía imperial Han debía ser derrocada para traspasar el poder al maestro celestial Zhang Daoling. Tras llegar a un acuerdo con el emperador, durante casi 30 años existió un Estado de los Maestros celestiales, que se caracterizó por su inmenso aparato burocrático.

Los dioses del taoísmo.

 Los Maestros celestiales interpretaron el Daodejing de un modo esotérico y también práctico, pero sobre todo desde la base de la culpa y la reparación de la misma. De ello derivó una administración casi burocrática del cielo: las súplicas y las oraciones se escribían como formularios, que después se quemaban para que llegaran al dios competente en cada caso.

Tao y Laozi como dioses

El movimiento de los Maestros celestiales se convirtió en religión en muchas regiones de China. Se recaudaban contribuciones obligatorias, a través de las cuales las comunidades —pequeñas al principio— se erigieron con el tiempo en importantes organizaciones económicas. En el siglo V, muchos nobles ingresaron en el movimiento taoísta de los Maestros celestiales, por el que también se sentían atraídos los artistas.

 En el taoísmo, los dioses son por lo general personificaciones de fuerzas naturales como el viento, la lluvia o la tormenta. Pero a partir de entonces se veneró a Laozi como dios; aunque más que en el sentido occidental de dios personal, como una especie de sublimación del tao absoluto.

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