
Tenrikyo: una religión joven
La historia de la religión monoteísta Tenrikyo («Iglesia de la razón celestial») se remonta a su fundadora, Miki Nakayama (1798-1887), y su revelación del año 1838. El dios Oyagami (en japonés «Dios padre-madre»), hasta entonces desconocido, creó el mundo para poder disfrutar con la vida armónica de los seres humanos.
Oyagami asignó el cuerpo a los humanos únicamente en préstamo; en cambio, les dio el espíritu para que pudiesen disponer libremente de él.
Los actos egoístas e interesados distancian al hombre de Dios, y sólo mediante la purificación del corazón se puede volver a él. Ese retorno a Dios se consigue, entre otras cosas, mediante obras altruistas y limosnas. La recompensa: la «vida dichosa» prevista por el dios Oyagami para todos los seres humanos.
Evolución hasta nuestros días
En un principio, los seguidores de la nueva religión, que a partir de 1908 se incluyó en la agrupación de las sectas del sintoísmo, fueron perseguidos por la policía, y Miki fue detenida en varias ocasiones. El 26 de enero de 1887, cuando contrariando la orden policial celebró un servicio religioso en Jiba, la líder religiosa falleció durante la ceremonia.
Sus seguidores creen, sin embargo, que sólo su cuerpo visible se ha escondido y que sigue viviendo en su santuario para trasmitir a los hombres la misericordia de Dios. Incluso después de su muerte, Oyagami siente, piensa y actúa a través de la fallecida. En 1970, la comunidad de Tenrikyo se separó de la agrupación sintoísta y desde entonces hace hincapié en su autonomía.
El pueblo natal de Miki, Shoyashiki, evolucionó con los años hasta convertirse en una ciudad (Tenri). La comunidad de Tenrikyo se ocupa desde entonces de distintas instituciones sociales y culturales y lleva a cabo una importante actividad misional, que ha conseguido difundir la doctrina también fuera de las fronteras de Japón. Hoy existen misiones, entre otros lugares, en Estados Unidos, Sudamérica, Taiwán, Corea, China y Europa. El número de sus seguidores se calcula a nivel mundial en aproximadamente cuatro millones.
El origen es Jiba
El lugar en el que, según la creencia japonesa, Dios creó a todos los seres humanos y adonde todos han de regresar se llama Jiba. Se localiza aproximadamente en el centro de Japón y fue descubierto en 1875 por Miki Nakayama. Allí se encuentra, además del santuario de la fundadora, la iglesia principal de Tenrikyo, que permanece abierta a los fieles día y noche y donde diariamente se celebran servicios religiosos.
En ellos, diez personas seleccionadas, cinco hombres y cinco mujeres, representan simbólicamente con diferentes gestos de manos los diez aspectos de la protección completa del dios Oyagami. En una danza ritual (kagura zutome) se representa la actividad creadora del dios.

Redención y paraíso terrenal
En Jiba se encuentra, visible a todos, el kanrodai, un pilar sacro de madera con un cuenco en la parte superior para recoger el rocío celestial. Ese rocío celestial dará lugar a la vida eterna, pero no caerá del cielo hasta que en todo el mundo reine la «vida dichosa»
Entre las creencias de la religión Tenrikyo se cuenta también la idea del eterno renacimiento del alma, aunque no en el sentido budista de una «extinción» en el nirvana ni tampoco en el cristiano del ingreso en un paraíso celestial, sino más bien en un paraíso terrenal en el que todos los hombres lograrán la «vida dichosa».