
La religión más antigua de Japón
En Japón, las necesidades religiosas del individuo han sido y son satisfechas sobre todo por el confucianismo, el taoísmo y el budismo, tres religiones que llegaron al país desde fuera. En cambio, el sintoísmo es una religión originaria de Japón, y es también la más antigua de este reino insular.
La religión sintoísta (sino-japonés, “camino de los dioses, espíritus; denominación japonesa: kami no michi) surgió después de que, a mechados del siglo VI, el budismo llegara al país como butsudo («camino del Buda»).
En el tiempo anterior al budismo, el sintoísmo se limitaba únicamente a una creencia primitiva en los espíritus y los antepasados. Con su confrontación con la nueva religión procedente de China, fue evolucionando hacia un sintoísmo popular que, principalmente en las zonas rurales, encontró muchos seguidores.
Tras experimentar numerosas transformaciones en el curso de los siglos, en 1868, como consecuencia de un nacionalismo creciente, el sintoísmo fue elevado a la categoría de culto estatal; y aún lo era cuando fue prohibido en 1945 por mandato de los Aliados, vencedores en la II Guerra Mundial, por su ideario chovinista y totalitario.
Hoy en día el sintoísmo convive en Japón con el budismo, el confucianismo y el taoísmo. Estas tres religiones se practican, por lo general, a título particular, mientras que el sintoísmo está al servicio de la consagración religiosa de las instituciones y obligaciones nacionales.
Kami
El núcleo de las creencias sintoístas, el camino del kanii», lo conforma todo aquello que se engloba en el término kaini: aquello que infunde respeto a las personas, lo misterioso y sobrenatural, lo sacro, también llamado numinoso, que se sustrae al ámbito humano. Ello incluye a dioses, espíritus, el sol, la montaña Fuji (Fujiyama) y al mismo tiempo piedras, el viento o también antepasados o personalidades importantes.
El número de los kami es ilimitado, porque diariamente pueden sumarse otros nuevos. Lo insólita que puede llegar a resultar la lista de los kanzi se pone de manifiesto, por ejemplo, con el hecho de que incluya en su círculo al conociclo bacteriólogo y premio Nobel Robert Koch (1843-1910), por lo que tuvo de beneficioso su descubrimiento del bacilo de la tuberculosis. Además de las personas, se prestan a la veneración sobre todo los lugares paisajísticamente hermosos entre las montañas o bajo los árboles.
En la actualidad, el sintoísmo, una combinación de creencia en los espíritus de la naturaleza y nacionalismo, es practicado básicamente por las capas inferiores de la sociedad. Y en todo caso, rendir homenaje a los kami no excluye en absoluto que se pueda adorar paralelamente a Buda.
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La diosa del Sol y el tenno
El carácter nacional del sintoísmo se refleja en el hecho de que la veneración a Amaterasu, la diosa del Sol, va asociada al emperador (el termo). El tenno se considera hijo de la diosa del Sol. Con ello, el sintoísmo se convierte en una religión nacional, un sistema de creencias directa y exclusivamente relacionadas con la nación japonesa y con el termo, su emperador.
Lugares de culto del sintoísmo
Los originarios lugares de culto del sintoísmo estaban marcados únicamente por un cuadrado, para delimitar así el ámbito sagrado. Tales marcas podían ser, por ejemplo, piedras grandes. Algo más tarde, surgieron los verdaderos edificios de culto: santuarios religiosos donde se custodian los objetos de culto, es decir, básicamente todo aquello que simboliza la presencia de los kami. El acceso a estos ámbitos religiosos está caracterizado desde su surgimiento por los grandes arcos de entrada, los llamados torii, que en su expresión más sencilla se componen de dos columnas sobre las cuales se apoyan dos travesaños.