Los querubines son seres celestiales que pertenecen a uno de los órdenes angélicos de mayor categoría, por delante de los ángeles y de los arcángeles. Para los judíos y los cristianos, después de los serafines son las criaturas espirituales más cercanas a la presencia de Dios. Aparecen en numerosos pasajes del Antiguo Testamento, pero resulta realmente difícil describirlos debido a las variadas formas con las que se los ha representado.
De los querubines se ha dicho que tienen tres pares de alas blancas, que tienen muchos ojos o que están rodeados de cientos de plumas de pavo real, pero también que, a diferencia de los ángeles, no tienen aspecto antropomórfico sino zoomórfico, con cabeza de toro, o más recientemente, que son como niños alados parecidos a los cupidos de la mitología clásica. Con esta apariencia infantil han sido reproducidos en muchos cuadros y obras artísticas, de manera que es la más conocida.
Etimológicamente, la palabra «querubín» procede del étimo hebreo kerub, que significa «héroe», aunque también «próximo». Algunos autores traducen este vocablo como «el que bendice», haciéndose eco del origen etimológico del término hebreo, procedente del mundo mesopotámico, donde se han encontrado restos arqueológicos que representan a criaturas divinas denominadas kuribu, que significa «espíritu alado que bendice».
En el Génesis, un querubín aparece custodiando la puerta del Jardín del Edén, pero en otros libros, como en los Salmos, están asociados con el transporte de Dios, que cabalga sobre ellos. Éstas parecen ser las dos funciones que cumplen los querubines en el orden celeste, la de ser guardianes y la de servir como medio de locomoción a Dios, cuya representación más conseguida quizá sea el Arca de la Alianza, el más importante objeto sagrado de los judíos. Otras tradiciones populares mantienen la creencia de que la sabiduría divina emana del batir de alas de los querubines.
Según relata la Biblia, en los albores de la humanidad, Adán y Eva fueron tentados por la serpiente, desobedecieron a Dios y se atrevieron a comer el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, que Dios les había prohibido. Cuando esto sucedió, los hombres abrieron los ojos y desde ese día empezaron a tener conocimiento. Entonces, el Creador temió que Adán y Eva alargaran también el brazo y tomaran el fruto del Árbol de la Vida, porque si comían de él vivirían para siempre. Para castigar su osadía, Dios decidió desterrarlos del paraíso en el que habían vivido hasta entonces, los arrojó sobre la tierra y les impuso una serie de castigos. A la mujer la condenó a parir con dolores, y al hombre a conseguir el alimento con el sudor de su frente.
Luego, para impedirles la entrada al paraíso, colocó en la puerta a un querubín con una espada de fuego fulgurante, que a la vez que prohibía la entrada, guardaba también el camino que conducía al Árbol de la Vida, de modo que ya nunca más volvieron a experimentar el pacífico deleite que habían conocido en el Jardín del Edén.
Saber más sobre los Querubines
Para simbolizar la sabiduría de las querubines, se les solía representar rodeados de muchos ojos o de plumas de pavo real. Iconográficamente, el ojo se ha utilizado como imagen del saber; y también de la custodio. Es curiosa la similitud entre el querubín y el gigante Argos de 100 ojos, vigilante de Io y guardián de la diosa Hera. También las ojos del gigante decoran, precisamente, las plumas del paro real. Los querubines son guardianes de las puertas del Jardín del Edén, pero además, el Arca donde se guardaron las Tablas de la Ley tenía dos estatuas de dos querubines protectores.
Los querubines también aparecen en el Corán de los musulmanes. Para el Islam representan la alianza perpetua entre los creyentes y Alá.
El »Diccionario de la Real Academia de la “Real Academia de Lengua Española» recoge la palabra «pitón» como término desusado, pero que significa «adivino, mago, hechicero». Resulta curioso comprobar que proviene del griego “puqwn», que significa «dragón, demonio, adivino».