¿QUÉ CAUSÓ LA DESTRUCCIÓN DE SODOMA Y GOMORRA?

El relato bíblico que narra la destrucción de Sodoma y Gomorra es sobrecogedor. Fue una aniquilación total. Las descripciones recogidas en el Génesis no parecen guardar relación con una catástrofe de origen natural, según los especialistas. ¿Qué pudo ser entonces? ¿Hay indicios de que realmente fue —como sostienen algunos— una explosión nuclear? ¿Se puede establecer algún paralelismo entre Sodoma y Gomorra e Hiroshima y Nagasaki? De ser así, ¿quiénes fueron sus ejecutores?

Por. Moisés Garrido Vázquez

Al tiempo que el sol salía sobre la tierra, llegó Lot a Segor. Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yahvé desde el cielo. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura, todos los habitantes de las ciudades toda la vegetación del suelo. Pero la mujer de Lot volvió para mirar atrás y se convirtió en una estatua de sal» (Gén. 19, 23-26).

Este pasaje bíblico, que alude a un terrible castigo divino a causa de la corrupción y la perversidad sexual en la que habían caído los habitantes de ambas ciudades que, de haber existido, posiblemente estén sumergidas en el extremo sur del Mar Muerto, ha sido objeto de otras muchas interpretaciones, siendo la que más popularidad ha gozado en las últimas décadas la referida a una posible Explosión nuclear, sobre todo entre los partidarios de la teoría de los antiguos cosmonautas, que verían al Yahvé bíblico y a sus ángeles como unos emisarios cósmicos que mantenían el control del pueblo hebreo, marcando su destino e influyendo directamente en ciertos acontecimientos vitales con el fin de que se cumpliera el plan que tenían preestablecido.

Salvador Freixidor

 Libros como Los astronautas de Yavé (1980), de Juan José Benítez; Israel pueblo contacto (1985), de Salvador Freixedo, o El muñeco humano (1989), de Andreas FaberKaiser amén de otras obras de Erich von Dániken, Peter Kolosimo, Robert Charroux, Raymond Drake, etc., ofrecieron en su día una neohermenéutica al proponer una lectura ufológica de los hechos narrados en la Biblia. Es decir, que la presunta presencia extraterrestre en nuestro mundo no se inició en 1947, sino milenios atrás y bajo el ropaje de seres divinos.

Así, la extraña columna de fuego que acompañó a Moisés y a su pueblo durante el Éxodo, el rapto de Elías, la visión de Ezequiel y, por supuesto, la destrucción de Sodoma y Gomorra, serían relatos que se harían más comprensibles si observamos en ellos un encuentro con supuestas inteligencias de otros mundos muy avanzadas tecnológicamente. «Indudablemente, Israel fue un pueblo que tuvo contacto, tanto a través de Abraham y Moisés, como más tarde a través de algunos líderes y muchos otros miembros de su pueblo, con una entidad “superior” llamada Yahvé (a la que indudablemente acompañaban muchas otras), que, aunque se presentaba a sí mismo como la primera fuerza del Cosmos, podemos ver en él muchos de los rasgos con los que se presentan hoy otras entidades “superiores” y no humanas, que llegan hasta nosotros, o hacen su aparición, usando vehículos y maneras en todo semejantes a las que usaba Yahvé (…) Creo que Yahvé era un ‘extraterrestre’ del mismo género de los que hoy se les presentan a miles de conciudadanos nuestros», afirma Freixedo con rotundidad en su obra antes citada.

EL RELATO DE LOT

 Lot era sobrino de Abraham. Decidieron separarse porque «la región era insuficiente para poder estar los dos en ella; tenían haciendas muy grandes para poder habitar juntos» (Gén. 13, 6). Entonces Lot se asentó con su esposa Eclith y sus hijas en Canaán, cerca de Sodoma. Los capítulos que preceden al pasaje con el que iniciamos este artículo nos hablan de la llegada de dos ángeles a Sodoma, a los que Lot hospedó en su casa. Después de la cena, y antes de irse todos a dormir, un gentío se arremolinó alrededor de la casa de Lot pidiéndole a gritos que sacara a la calle a los dos varones, pues querían mantener comercio carnal con ellos debido a su belleza. Sin embargo, Lot se opuso diciéndoles: «Os ruego, hermanos míos, que no cometáis tal maldad. Escuchad: yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las voy a sacar fuera y haced de ellas como os parezca, mas no hagáis nada a estos hombres, pues que han entrado a la sombra de mi tejado» (Gén. 19, 8).

 Al parecer, la sodomía estaba muy extendida entre los cananeos, pero para Lot la hospitalidad era una cosa sagrada y trató por todos los medios de proteger a sus huéspedes. Aunque, como observamos, el honor de la mujer estaba muy menospreciado en el pueblo hebreo, pues a pesar de ser Lot un hombre virtuoso no le importaba que abusaran de sus hijas, un comportamiento atroz para nuestra actual moral (la misoginia está muy presente en toda la Biblia).

 No obstante, la muchedumbre no aceptó la propuesta de Lot y, enfurecida, trató de derribar la puerta de su casa. En ese instante, los dos ángeles agarraron a Lot y lo metieron dentro, hiriendo de ceguera a los hombres que estaban ante la puerta, desde el más joven hasta el más anciano, según describe el pasaje bíblico. Entonces los dos ángeles dijeron a Lot: «¿Quién hay aquí todavía de los tuyos? Yernos, hijos e hijas y cuantos tienes en la ciudad, sácalos de este lugar, pues nosotros hemos venido aquí para destruir este lugar, porque es grande el clamor de sus pecados ante el Señor; y Yahvé nos ha enviado para destruirlo» (Gén. 19, 12-14).

Lot huye de Sodoma.

 Presumían que los dos varones bromeaban y no les creyeron, pero al amanecer los dos ángeles insistieron a Lot: «Levántate, toma contigo a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran aquí, de otro modo perecerás en el castigo de la ciudad» (Gén. 19, 15). Lot seguía incrédulo, entonces los ángeles lo tomaron de la mano, así como a su esposa y a sus hijas, y los llevaron fuera de la ciudad, advirtiéndoles de que huyeran a la montaña, que no se detuvieran ni miraran hacia atrás. Poco después, ocurrió el desastre…

Tras morir la esposa de Lot, convertida en estatua de sal por desobedecer la orden de no mirar hacia atrás, el patriarca y sus hijas se refugiaron en una cueva. La hija mayor dijo a la menor: «Nuestro padre es viejo y no queda varón en la región que pueda entrar a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra. Vamos, pues, demos de beber vino a nuestro padre y acostémonos con él y así sobrevivirá descendencia de nuestro padre» (Gén. 19, 31). Y eso hicieron, teniendo ambas descendencia de su propio padre (llama la atención que Yahvé montara en cólera contra la sodomía y no contra el incesto). La mayor tuvo un hijo al que llamó Moab, que fue el padre de los moabitas; y la menor tuvo otro, que fue llamado Ben-Ammi, siendo el padre de los amonitas.

Explosión nuclear.

 Hasta aquí, grosso modo, el relato bíblico de un espectacular suceso que los especialistas sitúan en torno al año 1900 a.C. Dicho episodio, como tantos otros recogidos en la Biblia, tiene una gran carga mítica y pretende alertar sobre el poder destructor de Dios cuando se cometen graves pecados y no se le guarda sumisión y obediencia; por tanto, no podemos asegurar a ciencia cierta que sean hechos históricos, ni siquiera hay evidencias de que los personajes y ciudades citados hayan existido, a pesar de que Estrabón, Tácito y Flavio Josefo mencionan en sus obras tal catástrofe. En este sentido, cabe destacar las palabras de la historiadora y arqueóloga Dorothy Murdock cuando dice que los relatos bíblicos son básicamente espurios, no están escritos por sus pretendidos autores y están acribillados con decenas de miles de errores, imposibilidades y contradicciones».

 Pero admitamos la posibilidad, por remota que sea, de que los hechos tuvieran lugar y que ciertamente Sodoma y Gomorra fueran exterminadas mediante «fuego y azufre». ¿Hay elementos para pensar, como sostienen los defensores de dicha hipótesis, que la destrucción de ambas ciudades pudo haber sido originada por una explosión nuclear? ¿O acaso existen otras teorías científicas que expliquen con una mayor objetividad semejante catástrofe?

¿CAUSAS GEOLÓGICAS?

 La lluvia de azufre y fuego no parece guardar relación con terremotos ni erupciones volcánicas. Al menos en principio, pues no se tiene constancia histórica de un terremoto que haya provocado la muerte de todos los habitantes de dos ciudades. Por otro lado, a pesar de que en los alrededores del Mar Muerto hay muchos volcanes extinguidos, que bordean el valle del Jordán, no existen vestigios geológicos de que hayan entrado en erupción en los últimos milenios. Como señala el investigador Richard Hennig: «Se puede afirmar con toda seguridad que, de cuatro mil años a esta parte, no se ha producido ninguna erupción volcánica en Palestina. Así pues, hemos de buscar la explicación por otro lado».

El geólogo alemán Max Blanckenhorn exploró la zona a fondo a finales del siglo XIX y determinó que el Mar Muerto se formó en la Era Terciaria, teniendo lugar un hundimiento de la corteza terrestre que abarcó desde el lago Nyassa hasta el norte de Siria. El clima desértico influyó en una progresiva evaporación del agua, reduciendo su extensión y aumentando considerablemente la salinidad, que es once veces mayor que la normal en cualquier otro océano, lo cual imposibilita toda clase de vida, de ahí el nombre de «Mar Muerto». No obstante, hubo un posterior hundimiento de la corteza terrestre en la zona meridional, quedando sumergida una franja de tierra de entre 10 y 15 km de longitud y de unos 5 a 12 km de ancho. Según el geólogo Adam Sinith, el valle de Siddim se hundió en una gran grieta en torno al año 2000 a.C. Y este fenómeno es el que podría estar relacionado con la destrucción de Sodoma y Gomorra, pues ambas ciudades pudieron haber sido arrastradas hacia las profundidades de las aguas (en su parte norte llegan a los casi 400 m de profundidad). Branckenhorn aduce: «Fue un movimiento súbito de la parte de corteza terrestre que formaba el fondo del valle, al sur del Mar Muerto, un hundimiento, lógicamente relacionado con una catástrofe o terremoto, a lo largo de una o varias grietas, con lo cual las ciudades quedaron destruidas y sepultadas, de manera que el mar de sal pudo extenderse por el territorio… No puede hablarse en serio de una erupción volcánica, de la explosión de un volcán bajo los pies de los sodomitas o de una inundación con una corriente incandescente de lava».

Aparición humana de sal. Mar Muerto.

 Lo curioso es que la zona es muy rica en manantiales de aguas calientes y fuentes sulfhídricas. Los gases que emanan a través de las grietas abiertas tienen el característico olor a azufre. Cuando se fracturó aquella tierra se liberaron las fuerzas volcánicas internas. Aún aparecen en la actualidad nubes sulfurosas. Es posible que aquel hundimiento de la corteza terrestre provocara una enorme emanación de azufre caliente y de agua sulfurosa. ¿Esa fue la «lluvia de fuego y azufre» descrita en el pasaje bíblico? En Génesis 19, 28 leemos que Abraham «volvió la vista hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la llanura y vio cómo de la llanura subía humo, semejante al de un horno».

 Por otro lado, en la zona sur del Mar Muerto se observan extrañas rocas de sal, algunas de las cuales aparentan caprichosas formas humanas. ¿Fue identificada una de esas rocas como la mujer de Lot o realmente se convirtió en estatua de sal? Un dato a tener en cuenta: en Hiroshima aparecieron de pie, petrificadas, algunas víctimas del brutal ataque atómico. Al ser tocadas, se desmoronaban como si fuesen cenizas. «Las riberas del Mar Muerto se componían en gran medido de sal gema que sería convertida en polvo por la explosión nuclear; envolviendo como un sudario el cadáver de la mujer de Lot con fino polvo de sal, de manera similar a la vitrificación de los cuerpos en Hiroshima», sostiene Raymond Drake en Dioses y astronautas en el antiguo Israel (1981).

¿UNA HIROSHIMA BÍBLICA?

 «Una explosión nuclear destruyó Sodoma y Gomorra de acuerdo con ciertos planes, es decir; un acto preconcebido. Tal vez quisieran los ‘ángeles’ destruir simplemente un material fisible peligroso, aunque también, con toda seguridad, extirpar de paso una ralea humana que les desagradaba en grado sumo. Quien quisiera escapar como la familia Lot, debería buscar la montaña y mantenerse a varios kilómetros del centro de la explosión: como es sabido, una pared rocosa absorbe las violentas y peligrosas radiaciones. Sí…, y ¿quién no lo sabía? La mujer de Lot, que giró sobre sí misma y miró de hito en hito al sol atómico. De haber sido así, a nadie podrá sorprender que muriera instantáneamente». Así expone Erich von Dániken en su obra Recuerdos del futuro (1968) su hipótesis sobre la catástrofe de Sodoma y Gomorra. El ufólogo Eugenio Danyans también opinaba igual: «Los dos mensajeros que por designio de Dios fueron enviados a la Tierra para destruir Sodoma y Gomorra parecen pertenecer a ese género sospechoso de “ángeles” especiales. En efecto: por su manera de actuar se asemejan más a seres de otros mundos, emisarios extraterrestres, que a criaturas angelicales», sugiere en su obra Platillos volantes en la Antigüedad (1967).

TECTITA

 Por su parte, el ufólogo Márius Ileget escribió en 1976 una obra bajo el título ¿Qué vio la mujer de Lot?, en la podemos leer. «El ‘humo como la humareda de un horno’ observado por Abraham después del drama, y la lluvia de azufre y fuego, “llovida por el Señor” sobre Sodoma y Gomorra, en principio también nos facultan para prestar atención a las hipótesis que solicitan el concurso de fuerzas atómicas (nubes en forma de hongos nucleares) y de eventuales extraterrestres». Para él, la mujer de Lot pereció víctima de una radiación o a causa de la ola de calor provocada por una explosión de tipo nuclear. Aunque no tenía claro si esos extraterrestres actuaron deliberadamente para fulminar ambas ciudades o si lo hicieron por culpa de un error tecnológico. De todos modos, «fue un anticipo del apocalipsis nuclear, tecnológico y ecológico del mundo, en nuestra época de adoración del “becerro de metal electrónico”, del falso oráculo de la máquina computadora y de la ingeniería humana», añade.

Pero no solo los ufólogos y astwarqueólisos defienden dicha hipótesis. El científico raso M, Agrest, catedrático de Física y Matemáticas, escribió un artículo en 1960, publicado en la Literatura naya Gazetta (Gaceta Literaria) de Moscú, en el que afirmaba lo siguiente: «En los tiempos bíblicos una explosión nuclear tuvo lugar en la Tierra, concretamente en el Medio Oriente… Esta aseveración hace referencia concreta a Sodoma y Gomorra (…) Durante su permanencia en la fierra, los astronautas pudieron haber efectuado una serie de explosiones nucleares. Probablemente con una finalidad científica, aunque es posible también que los astronautas hayan procedido a destruir reservas de carburante nuclear para que no cayera en manos de ignorantes. Debieron de advertir a las poblaciones de esas explosiones, de ahí los temas de Sodoma y Gomorra, y todas las leyendas similares que pueden encontrarse en los alrededores del Mar Muerto».

HUIDA

 Y es que, según este científico, la destrucción de ambas ciudades fue causada por una explosión nuclear producida por un exceso de combustible desechado por los tripulantes extraterrestres. Incluso señalaba que esos astronautas habían comenzado a explorar la Tierra mediante proyectiles dirigidos a puntos concretos. El impacto de esos proyectiles habría dejado huellas: las tectitas, que son pequeñas masas similares al vidrio que contienen los isótopos radiactivos aluminio 26 y berilio 10. Ambos isótopos son muy escasos en nuestro planeta, sin embargo, y curiosamente, el isótopo de berilio está muy presente en el interior de las estrellas rojas gigantes, cuyas reacciones nucleares alimenta. «Las tectitas pudieron formarse también cuando los torrentes de partículas empleadas para frenar la nave cósmica llegaron a la superficie de la Tierra. El campo de tectitas de Libia sería así un vestigio del frenado de la nave cósmica», agregó. Para muchos, la aparición de unos cristales verdosos bajo el terreno donde se cree que estuvieron ubicadas Sodoma y Gomorra es un indicativo de la existencia de posibles explosiones atómicas en el pasado, pues en el desierto de White Sands (Nuevo México, EE.UU.), lugar donde se han realizado numerosas pruebas nucleares, se han encontrado esos mismos cristales, producto de la fusión radiactiva. De hecho, en la zona sur del Mar Muerto se detectan altos índices de radiactividad, que podrían deberse a explosiones nucleares o también a la activación de las arenas del desierto debido a las partículas procedentes de los reactores de una nave cósmica, según los expertos. Todos estos datos avalarían la hipótesis expuesta. Aun así, el misterio quedará siempre en el aire, pues la historia de Sodoma y Gomorra se mueve en el terreno colindante entre la leyenda, el mito y lo sobrenatural, por mucho que tratemos de buscarle una explicación fundamentada en los conocimientos científicos y tecnológicos de los que hoy disponemos, o por mucho que queramos ver en todo ello un paralelismo con los modernos encuentros OVNI. Posiblemente, cuando aplicamos la lógica racional o la interpretación ufológica estamos despojando de su esencia mítica y simbólica un relato de carácter religioso que se pierde en la noche de los tiempos.  

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