Muchas tribus de indios norteamericanos creen en la existencia del pájaro del trueno, al que representan como una poderosa águila, de ojos centelleantes y capaz de provocar una tormenta con el aleteo de sus alas. Explican así ciertos fenómenos atmosféricos, que a la vez son tenidos como señales trascendentes derivadas del comportamiento de los hombres o los pueblos. Los lakota lo llamaban wakinyan, y se consideraba una manifestación del Ser Supremo, con poderes para crear y destruir.
Vive en constante lucha con los espíritus malignos que asolan la tierra, y de este enfrentamiento surgen catástrofes naturales, como los terremotos y las inundaciones. Los tillamook o los salish de la costa, consideraban que existían cuatro únicos ejemplares de este animal, uno en cada extremo del mundo. Para los tsimshian del noroeste, allá por donde volaba el animal dejaba señales de su paso; un árbol volcado, una rama astillada, una avalancha de piedras en un monte. Para obtener su indulgencia, construían con madera una imagen del pájaro y lo colocaban fuera de sus tiendas encima de un gran poste.
Muy parecida es el ave roc, un ave mítica de tamaño gigantesco y fuerza descomunal frecuente en los cuentos orientales, cuya primera referencia en Occidente aparece en Las aventuras de Simbad el Marino, donde Simbad relata su encuentro con el roc en la noche 543 de Las mil y una noches. Simbad la describe como gigantesca, capaz de transportar caballos y elefantes con sus garras y para ello recurre a una comparación, pues cuando despierta de su sueño, lo que ve es una enorme cúpula blanca y una nube grande y oscura que cubre el cielo.
La cúpula resultó ser un huevo de roc y la gran nube que ocultaba el sol, un roc que sobrevolaba por allí. En principio, no es un animal peligroso que sólo mata para alimentarse. Su gran tamaño puede llegar a impresionar, pero su corta inteligencia le hace muy manipulable, por lo que distintos pueblos han intentado domesticarla. También en los viajes de Marco Polo se habla del ave roc, que es un motivo que se repite en la mitología universal: el Simurg de la mitología persa, el Anka de la cultura árabe o la Garuda de la tradición india.
Los indios lakota norteamericanos, los sioux, practicaban un curioso rito para determinar el destino que marcaría las vidas de los hombres: cuando un niño llegaba a la adolescencia se introducía en un bosque durante varios días. No podía llevar ni armas ni comida, y sólo podía cubrirse con un taparrabos y un par de mocasines. El propósito de esta ceremonia iniciática era la búsqueda de un sueño o de una visión. Después de pasar varios días vagando por el bosque., agotado por el esfuerzo, con sed y hambre, el joven tenía una alucinación que marcaría su existencia, y de regreso al hogar debía contarlo a los sabios de la tribu, que lo interpretarían en su presencia.
De este modo sabían si ante sus ojos tenían a un hábil cazador, a un guerrero valiente o a un líder espiritual. Pero soñar con el pájaro del trueno no era un buen vaticinio; dicha imagen le auguraba un periodo de confusión que le llevaría a comportarse como un loco, e incluso a tener momentos de actuación destructiva.
Saber más sobre el pájaro del Trueno y el ave Roc
La creencia en el pájaro del trueno es inseparable de la concepción animista de los nativos norteamericanos. Para ellos hay siempre un espíritu oculto en todo aquello que se mueve, sea esto un animal, un árbol o el agua que fluye, porque todo está vivo y todo puede cambiar de forma. Cuando la naturaleza es concebida como un enorme misterio al que el hombre trata de dar explicación, deja de resaltar sorprendente, y hasta parece perfectamente posible, que el viento, la tormenta o el trueno vivan en forma de animal, y que sea el aleteo de este animal lo que cree el ruido del trueno y la tormenta.