ORÍGENES E HISTORIA DEL JUDAÍSMO – LA RELIGIÓN MONOTEÍSTA MÁS ANTIGUA DEL MUNDO.

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Rezo.

La religión judía

La religión monoteísta más antigua del mundo tiene más de 3.000 años. El Dios del Tanaj, de la Biblia hebrea, no admitía otros dioses a su lado y estableció con su pueblo, el israelita, una alianza eterna. En dos tablas le transmitió sus Diez Mandamientos, vinculantes para la fe judía. Los restantes mandamientos, deberes y rituales se fijaron sobre todo en la Torá, pero también en historias que han pervivido de generación en generación.

En el judaísmo no existe la creencia en el mundo del más allá; en cambio, en él está arraigada la esperanza de que un día aparecerá el Mesías para convertir a los seres humanos de la Tierra en el pueblo sagrado de Dios. Los malignos serán entonces aniquilados. Israel es el pueblo elegido de Dios, que convoca a todos los demás pueblos a unirse a él en su fe. Hasta que no empiece el reino de Dios, los judíos creyentes consagran su vida a Dios e intentan organizar su quehacer cotidiano con arreglo a los mandamientos.

 

El patriarca

Los creyentes fijan el origen del pueblo israelita y el de su religión en Abraham, al que se considera fundador de la fe y padre del que descienden las tribus de Israel. Junto a su hijo Isaac y su nieto Jacob, se le suele llamar «el Patriarca». El islam también venera a Abraham; entre los musulmanes, recibe el nombre de Ibrahím y se le considera, junto a su hijo Ismael, restaurador del culto monoteísta de la Kaaba.

En la Biblia figura la historia de Abraham, quien a comienzos del siglo II a.C. abandonó su ciudad natal Ur, en Caldea, en el sur de Mesopotamia (en el actual Irak). Abraham recorrió el desierto arábigo hasta llegar, siguiendo la palabra de Dios, a la «tierra prometida» de Canaán. Abandonó los cultos idólatras de su tribu y pasó a creer en un Dios único verdadero, creador del mundo, un Dios al que sólo pudo encontrar en la tierra de Canaán.

 

Abraham, Isaac, Jacob y José

Según el Tanaj, Abraham recorrió como nómada con su clan y su rebaño la tierra de Canaán, buscando constantemente zonas de pasto. Dios había prometido a ese hombre convertirlo en padre de muchos descendientes y de un gran pueblo. Cuando él ya era muy anciano, su esposa Sara le dio un hijo al que él puso el nombre de Isaac. Su criada Agar le dio otro hijo, Ismael. Madre e hijo fueron expulsados al desierto, mientras que Isaac conservó una función importante en la religión judía. Porque cuando Dios exigió a Abraham que sacrificara a su único y amado hijo, Abraham no vaciló.

Sin embargo, el sacrificio no llegó a consumarse. Según la Biblia, Dios solamente deseaba obtener de él una prueba de su obediencia. Y Abraham, en lugar de a su hijo, sacrificó finalmente un carnero. Tras la muerte de su esposa, Abraham adquirió y sumó a sus propiedades la cueva de Majpela, en la actual ciudad de Hebrón. Allí enterró a Sara y fue también allí donde tanto él como su hijo Isaac encontraron su última morada. Desde entonces, esta cueva se considera un lugar sagrado judío, aunque en la actualidad se haya construido sobre ella una mezquita.

 

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El intérprete de los sueños

A los doce hijos de Jacob, hijo de Isaac, se les considera fundadores de las doce tribus de Israel. El nombre de «Israel» se remonta a Jacob: éste tuvo que luchar con un ángel una noche entera y por ello recibió el sobrenombre de «Israel», «el que lucha con Dios». José, hijo de Jacob, fue vendido y enviado a Egipto por tratantes de esclavos, donde fue encarcelado por el faraón. Pero José tenía la facultad de interpretar los sueños, por lo que el soberano reclamó sus servicios. En los sueños del gobernante, José «descubrió» que tras siete años de cosechas copiosas sobrevendrían siete años de sequía.

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