
La civilización de la Suramérica precolombina fue fundamentalmente un fenómeno andino. Si bien florecieron diversas culturas a lo largo de la cordillera, se concentraron en los Andes peruanos y la costa adyacente y el norte de Bolivia. En contraste, las sociedades tribales amerindias ocuparon todo el continente, desde las montañas hasta el extremo meridional de Tierra de Fuego, pasando por la Amazonia. Para los pueblos amerindios prehistóricos y también de épocas más recientes, el entorno constituía el núcleo de las creencias espirituales: muchos mitos tratan sobre los dioses que crearon el impresionante paisaje andino y sobre los seres espirituales que habitaban en montañas o las personificaban o que provocaban la lluvia y regían la fertilidad. Esta concentración de las civilizaciones antiguas en la región media de los Andes se debe en parte a la geografía: una zona relativamente pequeña acoge los paisajes opuestos de la costa del Pacífico, las altas cumbres andinas y las selvas tropicales amazónicas, causa de la especialización económica y de los contactos comerciales. Los mitos y creencias de las sociedades de la Amazonia influyeron desde fecha muy temprana en sus vecinos de las montañas, más avanzados tecnológicamente, influencia que se manifestó sobre todo en el arte de las civilizaciones preincaicas, en el que se repite el tema de los animales y seres antropomórficos de las selvas tropicales. A pesar de sus diferencias, las civilizaciones andinas compartían numerosas características, como el culto a los antepasados y la creencia en un paisaje vivo, así como una sofisticada aplicación del oro, la plata y los textiles, que poseían un significado religioso. Si bien ninguna cultura suramericana creó un sistema de escritura, la riqueza de datos etnográficos sobre los pueblos amerindios modernos y la documentación histórica sobre la cultura incaica nos proporcionan abundantes testimonios sobre los mitos.

EL IMPERIO INCA Cuando comenzó la conquista española, en 1532, los incas dominaban un imperio que se extendía por los Andes y la costa del Pacifico, desde la frontera septentrional del actual Ecuador al norte hasta el centro de Chile al sur, y Cuzco se estableció como capital en el siglo XII. El emperador reinaba sobre los pueblos sometidos mediante una burocracia aristocrática que exigía servido laboral de la población. La inmensa red de carreteras que atravesaba el imperio (dedicada únicamente a objetivos militares y gubernamentales) facilitó la conquista española, y a pesar del poder de la religión estatal se toleraban las creencias de los pueblos subyugados. Los descendientes actuales de los incas son los habitantes de los Andes de lengua quechua, que constituyen casi la mitad de la población peruana. Practican un catolicismo impregnado de creencias en los dioses y espíritus nativos.
CUZCO La gran ciudad de Cuzco, al sur de los Andes peruanos, dominaba la civilización incaica. El emperador Pachacuti construyó allí el gran templo de Coricancha, centro del imperio de Tawantinsuyu (la «tierra de los cuatro cuartos») y núcleo de la religión y la política. De una plaza ceremonial, flanqueada por los palacios de emperadores anteriores, partían cuatro amplias carreteras hacia los extremos del imperio. Siguiendo una antigua tradición andina, la ciudad y sus dinastías reales se dividían en dos mitades: el Cuzco superior o hanan y el inferior o hurin.
CREENCIAS DE LAS SELVAS Las culturas tribales de Suramérica forman un complejo mosaico de creencias y sistemas sociales que se expresan en centenares de lenguas. La vida en las selvas tropicales depende en gran medida de diversas precauciones mágicas: por ejemplo, se cree que perforando los labios o los lóbulos se conserva la salud y la fertilidad, o que atravesando el tabique nasal con un palito se evita la enfermedad. Los chamanes y los miembros corrientes de la tribu utilizan diversas drogas en los rituales, si bien en algunas culturas sólo los chamanes usan alucinógenos. Casi todas las tribus reconocen a un dios creador que, tras crear el cosmos y la humanidad, se interesó poco por los asuntos terrenales. En muchos casos, las instituciones sociales, las técnicas agrícolas y similares son regalo de uno o más héroes culturales (a veces el sol y la luna, hermanos).
