
Reproducción de una pintura navaja sobre arena con las figuras de la Madre Tierra (izquierda) y el Padre Cielo, dos de los dioses creadores más comunes en la mitología de los nativos norteamericanos.
Wakan Tanka y la pipa sagrada
Los pueblos de las llanuras han dado al mundo la clásica imagen del modo de vida tradicional de los nativos norteamericanos. Nómadas y belicosos, vivían en poblados de tipis o tiendas y su subsistencia dependía de la caza mayor, sobre todo de las enormes manadas de búfalos que atravesaban las vastas praderas que se extendían desde Canadá hasta el sur de Texas. Esta forma de vida, que floreció en los dos siglos siguientes a la introducción del caballo por los españoles, hacia 1600, tocó a su fin en el siglo XIX, cuando los colonos europeos se expandieron hacia el oeste y la caza intensiva del búfalo estuvo a punto de extinguir la especie. Algunos mitos de las llanuras se asemejan a los de las regiones de bosques, debido a que varios pueblos, como los cheyenes, emigraron desde el este presionados por los primeros colonos europeos. Al igual que en los bosques, está muy extendida la creencia en un Gran Espíritu, remoto y omnipotente, que recibe diversos nombres, como Wakan Tanka entre los lakotas y Tirawa entre los paunís. Sus poderes se manifiestan por mediación de una serie de deidades elementales, sobre todo el Sol, la Luna, la Estrella Matutina, el Viento y el Ave Trueno. La mitología de las llanuras refleja el carácter de un paisaje poco accidentado y dominado por la inmensidad del firmamento. Se reconocía el poder del sol con la danza en honor de este astro, y la Estrella Matutina, representada por un joven que propaga la vida sobre la tierra, resulta especialmente impaciente. Muchos mitos narran los encuentros de antepasados humanos con los espíritus que les transmitieron una información vital para la caza y la supervivencia, y algunos explican los orígenes de objetos ceremoniales importantes, como los «fardos de medicinas» y las pipas sagradas (véase recuadro, p. siguiente). También abundan los relatos sobre villanos y embusteros: el Viejo Coyote, o la Araña (Inktomi) entre los lakotas.

Pipa sagrada de pizarra del siglo XIX, obra de un santee (sioux oriental). Representa una pareja y un caballo, quizás espíritus asociados con rituales de la pipa.
EL MITO LAKOTA SOBRE LA CREACIÓN
El mito lakota sobre la creación comienza con el ser supremo, Wakan Tanka (Gran Misterio), cuyo espíritu estaba en el primer dios, Inyan (Roca). Nada más existía, salvo Han (Negro de Oscuridad). Inyan deseaba mostrar sus poderes, pero como no había nada sobre lo que ejercerlos, creó con su sangre a la diosa Maka (Tierra) y las aguas azules, y de éstas surgió la gran bóveda de Skan (el Cielo), cuyo borde formó los límites de la tierra. Skan se sirvió de su energía para crear con Han la oscuridad terrestre y con Inyan a Maka, las aguas, y él mismo creó a Wi (el Sol), al que ordenó que brillara, con lo que el mundo se calentó. Se reunieron los cuatro dioses, Skan, Inyan, Maka y Wi, y Skan, el más poderoso, les dijo: «Aunque somos cuatro, tenemos un solo origen, Wakan Tanka, al que nadie, ni siquiera los propios dioses, pueden comprender. Él es dios de dioses.»
LOS ASPECTOS DEL WAKAN TANKA
Para los lakotas, Wakan Tanka, el «Gran Misterio», es el ser supremo. Según el mito de la creación de este pueblo, los dioses superiores (véase diagrama), cada uno de los cuales es un aspecto de Wakan Tanka, se sintieron solos y crearon otras manifestaciones del dios. En sus oraciones, los lakotas emplean la palabra «Padre» para cualquiera de estos aspectos individuales y «Abuelo» para la deidad trascendente.
Los dioses superiores crearon primero a los dioses asociados (Luna, Estrella Fugaz y Ave Trueno), y después a los dioses afines: Bípedos (humanos y osos, considerados éstos parientes de las personas), Búfalo, Cuatro Vientos y Torbellino. El cuarto grupo, el de los seres semejantes a los dioses, está relacionado con el alma, la esencia espiritual y los poderes sagrados: Nagi (sombra o fantasma de los muertos), Nagila (semejante a una sombra), Niya (vida o aliento) y Sicun (poder espiritual). Estos cuatro grupos de cuatro aspectos, o Tob Tob («CuatroCuatro») constituyen a Wakan Tanka, que se manifiesta a través de sus 16 aspectos pero es más grande que su suma.
LA PIPA SAGRADA

LOS RITOS LAKOTAS DE LA PIPA Según el mito lakota de la pipa, en la piedra redonda que dejó la mujer Búfalo Blanco (reproducida sobre estas líneas) se grabaron siete círculos que representan los siete ritos asociados con la pipa. El primer rito, el mantenimiento y la liberación del alma, sirve para «guardar» el alma de un difunto durante varios años, hasta que es liberada adecuadamente y se garantiza su regreso al mundo de los espíritus. El segundo es el pabellón de sudor, rito de purificación anterior a todos los demás. El tercero, el llanto por la visión, traza el modelo ritual de la búsqueda de la visión, cuando un individuo se lanza en solitario a la búsqueda de una visión sagrada. El cuarto es la ceremonia de recreación comunitaria conocida como danza del sol; el quinto, la formación de familiares, la unión ritual de dos amigos con un vínculo sagrado; el sexto, la ceremonia de pubertad femenina; y el último se denomina «tirar la pelota», juego que representa a Wakan Tanka y la consecución de la sabiduría.
Fumar la pipa sagrada constituye uno de los ritos más antiguos y extendidos entre los pueblos de las llanuras y de otras regiones. Compartir la pipa reafirma los vínculos que unen a la familia, la tribu y el universo, y la pipa misma, en muchos casos decorada con plumas y dibujos reflejo de los espíritus y visiones personales de su dueño, simboliza la creación. El siguiente mito explica los orígenes de la pipa sagrada de los lakotas. A diferencia de la piedra sagrada, se cree que la pipa aún existe, y muy pocas personas no lakotas la han visto.
Una mañana, hace muchos inviernos, se acercó a dos cazadores lakotas una mujer bella y misteriosa, vestida de ante blanco y con un fardo a la espalda. Uno de los hombres la deseó y al instante quedó reducido a huesos. La mujer dijo: «Quiero hablar con tu jefe. Ve a verle y dile que prepare un tipi grande». El cazador obedeció. Al entrar en el tipi, la mujer entregó el fardo al jefe y dijo: «Soy la mujer Búfalo Blanco. Esto es sagrado, y ningún hombre impuro debe verlo. Con ello enviaréis vuestras voces a Wakan Tanka en los inviernos venideros». Sacó del fardo una pipa y una piedrecita redonda y las puso en el suelo. Después, sujetando la pipa con el cañón hacia el cielo, añadió: «Con esta pipa sagrada caminaréis sobre la tierra, pues la tierra es vuestra abuela y vuestra madre, y es sagrada. La cazoleta de la pipa es de piedra roja y representa a la tierra. Grabado en la piedra hay un búfalo joven, que representa a todos los seres de cuatro patas. El cañón es de madera y representa todo lo que crece. Las doce plumas que cuelgan de la pipa pertenecen al Águila Moteada y representan a todos los seres del aire. Los siete círculos de la piedra representan los siete ritos en los que se empleará pipa. Tras hablar del primer rito, la mujer Búfalo Blanco anunció su partida y dijo que regresaría algún día, antes de lo cual serían revelados los demás ritos. Mientras se alejaba, se transformó primero en un joven búfalo rojo y pardo y después en un búfalo adulto negro. Inclinó la cabeza hacia los cuatro cuartos del universo y desapareció por la montaña.