La creación de los primeros seres humanos suele atribuirse a una o más divinidades, que también participaron en la creación del resto del mundo. Los paunís, por ejemplo, cuentan que Tirawa («Arco del Cielo»), la deidad primordial, ordenó a las divinidades de la Luna y el Sol que se uniesen para hacer al primer hombre, y a otro tanto a las Estrellas Vespertina y Matutina, de las que nació la primera mujer. Según algunos pueblos del sureste, la deidad suprema creó a los dioses Madre Tierra y Padre Cielo, que engendraron a los primeros seres vivos, los humanos incluidos. Los hopis creen que dos deidades gemelas crearon con barro primero los animales y después a los seres humanos, y les dieron vida entonando un cántico ritual. Según los iroqueses y los hurones de los bosques, el primer antepasado humano fue una mujer, Ataensic, hija de las Gentes del Cielo, divinidades que bajaron a la tierra, y también los navajos creen que los seres humanos descienden de una mujer. Los mitos de «emergencia» de los indios pueblo y otros habitantes de las llanuras relatan con toda claridad cómo llegaron los seres humanos al mundo actual. Reflejo de las preocupaciones de una sociedad agrícola, los mitos presentan la tierra como madre fértil y criadora todopoderosa que pare personas, animales y plantas. Los cuentos contienen una guía moral implícita, pues los seres humanos se ven obligados con frecuencia a ascender al mundo superior a consecuencia de sus malos actos. En algunas versiones, tales transgresiones provocan la destrucción de los mundos inferiores, en los que apenas quedan supervivientes. Los seres humanos se expandieron hasta sus hábitats actuales desde el punto en el que emergieron. Según donde se cuente el mito, a los seres humanos los dirigen en su viaje a los mundos superiores la Madre Maíz o la Mujer Araña (ambas divinidades representan a la tierra), deidades gemelas o héroes.

Danza del sol lakota dibujada sobre una piel de bisonte. La cruz demuestra la influencia del cristianismo, religión que practica la mayoría de los lakotas.
LOS CUATRO MUNDOS
El mito de la «emergencia» de los hopis de Arizona cuenta que, cuando fue creado el universo, había cuatro mundos, el nuestro y otros tres debajo, situados en cuevas, y que los primeros seres vivían en el inferior. Cuando llegó a estar demasiado poblado y sucio, bajaron del cielo dos gemelos con todas las plantas, con la esperanza de que alguna tuviese resistencia y altura suficientes como para que los seres trepasen por ella hasta el mundo superior, y comprobaron que la caña era la ideal. Al cabo del tiempo, la segunda cueva también se superpobló, y los seres ascendieron por la caña hasta la tercera cueva, donde los dos dioses hermanos encontraron fuego y, con su luz, la gente construyó casas y pudo viajar. Pero sobrevino una mala época y la gente subió al cuarto mundo, el nuestro, dirigida por los gemelos.
LA DANZA DEL SOL
El papel del sol como deidad creadora y fuente de poder en la mitología de las llanuras se reflejaba antiguamente en la danza del sol, el ritual más importante de la región, que se conserva, modificada, entre algunos pueblos. Todos los años, por lo general a principios de verano, la tribu se reúne para conmemorar sus creencias con una serie de ceremonias, cánticos y otros ritos. El eje de la celebración es la danza del sol, rito que ejecutan quienes desean obtener poder espiritual ante la tribu, que forma un amplio círculo alrededor de un poste, vínculo simbólico entre el mundo situado encima de la tierra y el situado por debajo de ella. Los bailarines actúan alrededor del poste, a veces durante días enteros, hasta que se desmayan, en trance frenético, o de puro agotamiento Algunos bailarines se autoinflingían heridas: rasgarse la carne simboliza la liberación de las ataduras de la ignorancia.