
Máscara kuakiutel que representa al sol, con rostro de águila. Se emplea en danzas rituales.
Los que conforman y rigen el mundo
Los nativos norteamericanos creen que el Gran Espíritu rige toda la creación y que el funcionamiento cotidiano del mundo está en manos de las poderosas deidades y de los héroes culturales que libraron el mundo del caos y dieron a los seres humanos los objetos y conocimientos necesarios para la supervivencia. Atribuyen el origen de los planetas y las estrellas, las estaciones, la muerte, el fuego y el maíz a seres sobrenaturales o personificaciones de lo divino, como el Coyote en el sureste; Nanabush, Gluskap, la Gran Liebre, Wisakedyak, en las zonas boscosas, y el cuervo en el noroeste. Estos héroes culturales pueden también ser villanos y embusteros. Los mitos sobre los orígenes y la ordenación de los cielos aparecen en todo el territorio norteamericano, en muchos casos incorporados a otros mitos. Algunos pueblos cuentan que un héroe cultural diseminó las estrellas al azar (los tsimshian de la costa noroccidental, por ejemplo, dicen que un jefe avaricioso guardaba los cuerpos celestes hasta que los robó Cuervo, que los lanzó al cielo), mientras que otros piensan que los cielos se dispusieron de una forma más cuidadosa y sistemática. Los pauní relatan con detalle cómo el espíritu supremo Tirawa asignó una posición y una parte de su poder a cada cuerpo celeste. Shakuru (el Sol) fue a vivir al este, donde se yergue cada mañana para dar luz y calor, y Pah (la Luna) al oeste, para dar luz de noche. También se asignaron posiciones a la Estrella Matutina, la Estrella Vespertina, la de la Muerte y las cuatro que sujetan el cielo. La Araña desempeña con frecuencia un papel importante en la creación del mundo, y puede ser también un héroe cultural, como en el mito cheroqui sobre el robo del fuego. En el inicio de los tiempos no existía el fuego, pero un día, el dios del Trueno envió un rayo para que prendiera el tronco de un sicomoro hueco en una isla. La Araña del Agua tejió una tela en forma de vasija pequeña y se la colocó en la espalda. Fue hasta el árbol, metió un rescoldo en la vasija y se lo llevó a todos los seres. La mayoría de los relatos sobre los orígenes de la muerte aceptan la lógica de que el espacio es limitado en la tierra y que la muerte hace sitio para la vida. Escasean los mitos que describen la vida de ultratumba, porque, por lo general, a los nativos norteamericanos les preocupa más este mundo que el otro, que suele imaginarse como un lugar muy parecido al que vemos, pero con más caza. El ejemplo más conocido es el «Terreno de la Caza Feliz» de los pueblos de las llanuras. Los nativos norteamericanos creen que las fuerzas de la naturaleza están regidas por dioses y espíritus elementales en quienes delega sus diversos poderes el Gran Espíritu: el Sol, la Tierra, el Verano, el Invierno, la Lluvia, el Rayo y los Cuatro Vientos. Una de las fuerzas más poderosas es el Trueno. Muchos pueblos de las llanuras conciben unos espíritus de la Tierra, del Fuego, el agua o el Aire (el Trueno es un dios del Aire), y los habitantes de los bosques dividen los dioses y espíritus entre los que viven sobre la tierra y las aguas (como el Ave del Trueno) y los que viven debajo, generalmente malignos y encabezados por deidades semejantes a dragones que se representan como panteras o serpientes cornudas. Las divinidades de los indios pueblo también se integran en dos categorías: dioses elementales y espíritus ancestrales, denominados kachinas, intermediarios entre los humanos y los dioses, que se representan como personificaciones enmascaradas en los rituales.
EL ORIGEN DE LA MUERTE
En algunos mitos sobre los orígenes de la muerte se produce una discusión entre dos seres, como en el siguiente relato de los shoshones de las llanuras occidentales. En la antigüedad, las dos figuras más importantes eran el Lobo y el Coyote, y éste siempre trataba de desbaratar los planes de aquél. El Lobo le dijo un día que cuando moría una persona podía devolvérsele la vida disparando una flecha sobre la tierra que había bajo ella, a lo que el Coyote replicó que no le parecía buena idea, porque si toda la gente recuperaba la vida acabaría por haber demasiada en el mundo. El Lobo aceptó su razonamiento, pero decidió que fuera el hijo del Coyote el primero en morir, y su deseo provocó la muerte del muchacho. Desolado, el Coyote fue a verlo, le contó lo sucedido y le recordó sus palabras: que las personas podían revivir disparando una flecha debajo de ellas. Mas el Lobo contraatacó con el argumento del Coyote, que el hombre debía morir, y desde entonces así ha sucedido.
EL AVE TRUENO, REY DE LOS CIELOS
El Espíritu del Trueno se manifiesta en la tierra en forma de Ave Trueno. El pico o los ojos de este enorme animal, parecido al águila, despide centellas, y al batir las alas produce tronidos. Se le atribuyen temibles poderes creadores y destructores. Entre los lakotas, el Ave Trueno, Wakinyan, es un dios ayudante, una manifestación del ser supremo, y existe un culto asociado con la experiencia personal del encuentro con él. Según los iroqueses, adopta forma humana como Hino, el Espíritu del Trueno, guardián del cielo.

Máscara del Ave Trueno de los haida, que al abrirse muestra un rostro humano, símbolo del estrecho vínculo entre los animales y las personas. Según la creencia, en los tiempos primordiales no existían diferencias entre ellos y podían cambiar de forma a voluntad.
En la costa noroccidental, el Ave Trueno figura entre los dioses principales del cielo y es tan grande que puede capturar ballenas, su presa favorita. Los pueblos del oeste creen en la existencia de cuatro aves trueno, cada una de ellas en un cuarto del mundo. En ésta y otras regiones, el Ave Trueno libra perenne combate con los espíritus o serpientes malignos del inframundo, como la pantera subacuática, y sus choques provocan los fenómenos naturales más violentos, como los terremotos, las inundaciones y las tempestades. Los nativos norteamericanos creen que cualquier cosa tocada por el rayo del Ave Trueno ejerce un poder espiritual, que debe evitarse o venerarse, según la tradición local.
LOS ORÍGENES DEL MAÍZ
El maíz es el cereal más importante en la dieta de los nativos norteamericanos y existen múltiples mitos sobre su origen. En el de los mikasuquis de Florida se unen dos ideas muy extendidas: el papel de dos hermanos o héroes y la creación de algo a partir de otro ser. Había dos hermanos que vivían con su abuela, y un día, cansados de comer carne, pidieron algo nuevo. A partir de entonces, cuando volvían de cazar la abuela les sirvió maíz, que les parecía delicioso, pero como la anciana se negaba a decir de dónde procedía, el más joven la espió en una ocasión cuando entró en la despensa y vio horrorizado que obtenía el maíz frotándose los costados. Aquella noche los hermanos rechazaron el cereal y la abuela comprendió que conocían su secreto. Les dijo que tendría que dejarlos para siempre, pero que continuaría viviendo en el maíz que creciera sobre su tumba.