
Mitos africanos sobre la creación
Los pueblos africanos tienen ideas muy distintas sobre los orígenes, desde los alean, de Ghana, para quienes el universo fue creado por Nyame, diosa madre identificada con la luna, hasta la imagen, muy extendida, de una gran serpiente, frecuentemente identificada con el arco iris, como origen del cosmos. En el sur del continente esta serpiente primigenia suele llamarse Chinaweji y se la imagina como una pitón gigantesca. Desde el sur de Argelia hasta Tombuctú se cree que el primer ser creado en el universo fue un enorme ofidio, Minia, con cuyo cuerpo se hicieron el mundo y todas las formas de vida. Pueblos tan distanciados geográficamente como el dogon de Mali y el lungu de Zambia conciben la creación en términos de vibraciones de un «huevo cósmico». En el mito dogon, el mundo surge de la semilla del universo, una estrella que es la Digitaria exilis, la planta más pequeña que cultivan. Para este pueblo; la estrella es la «gemela» de Sirio y la más pequeña y pesada, tan densa que ni todos los habitantes de la tierra juntos podrían levantar una mínima parte de ella. Su movimiento alrededor de Sirio, que, según ellos, dura cincuenta años, sostiene la creación en el espacio.

Curiosamente, la astronomía moderna ha descubierto que Sirio tiene en realidad una compañera, Sirio B, sólo visible con los telescopios más potentes, que orbita en torno a Sirio cada cincuenta años y.es también extraordinariamente densa, lo que los astrónomos denominan una «enana blanca hundida», motivo por el que un estudioso norteamericano, Roger Temple, asegura que el mito dogon representa los restos de los conocimientos que trajeron a la tierra unos seres inteligentes del sistema estelar de Sirio. Pero el astrónomo y cosmólogo Carl Sagan, también norteamericano, mantiene una opinión menos fantasiosa: que el relato dogon podría derivar de la información sobre el tema transmitida por algún científico occidental antes de que se tuviera constancia del miro, recogido por primera vez por un antropólogo francés en los años 30. Uno de los mitos más complejos sobre la creación es el de los bambaras, casi vecinos de los dogones. Cuenta que, en el principio, el vacío, fu, parió al conocimiento, gla gla zo. Este conocimiento, lleno de su vacío y su vacío lleno de sí mismo, fue la fuerza creadora primaria del universo que puso en movimiento un proceso místico de energía liberada que a su vez desembocó en la creación de la conciencia humana, la «semilla» o el principio del universo. (Debido a la ley fundamental de los principios gemelos que, según los bambaras, rige la creación, en todo ser humano existe lo masculino y lo femenino, en el cuerpo y en el espíritu.) Después, el espíritu llamado Pemba hizo la tierra y el espíritu Faro el cielo, y cada uno estableció los cuatro puntos cardinales en el espacio: entonces apareció la vida en la tierra. Faro hizo gemelos en el desierto, y empezó a crecer la hierba. Aparecieron las primeras aguas y con ellas un pez que llevó a Faro y a sus hijos al mar, donde creó los seres acuáticos. Faro dio nombre a todos los seres y las cosas sobre la tierra, implantó las estaciones y, en lugar de la oscuridad primordial, instaló la alternativa de noche y día. A continuación impuso orden entre los seres vivos y también dio nombre y clasificó a los seres humanos, dividiendo las razas y tribus según las cualidades de su sangre, en la que Faro inscribió sus destinos.

Por último, regresó al cielo. Muchas mitologías africanas no están excesivamente cargadas de especulaciones sobre la creación del cosmos y toman como punto de partida la aparición de los seres humanos en un universo ya constituido. Los Pipa del suroeste de Tanzania y los tutsis de Ruanda dicen que, en el inicio de los tiempos, cayeron del cielo unos antepasados semi-divinos para fundar la humanidad, mientras que los masais de Tanzania y Kenia piensan que al principio, tierra y cielo estaban unidos por una cuerda, por la que el dios supremo envió ganado para las personas de abajo. Los yorubas del África occidental creen que, en los orígenes, la tierra era agua y marisma deshabitadas, hasta que descendió la divinidad del cielo e hizo la tierra firme. A continuación fueron creados los seres humanos en los cielos y enviados a la tierra en una telaraña.
EL HERRERO CELESTIAL

Un numerosas mitologías africanas, un herrero celestial desempeña un papel crucial en la preparación del nuevo universo para la humanidad. Por lo general, desciende del cielo. Según los fon de Benin, del África occidental, el hijo mayor de MawuLisa, divinidades creadoras gemelas, era Gu, el herrero celestial. Lo trajo a la tierra Lisa, el varón, en la forma de una espada de hierro ceremonial que empuñaba Lisa. Después, Gu recibió el encargo de hacer habitable la tierra para los humanos, tarea que nunca ha abandonado. Gu enseñó a la gente a trabajar el hierro y a fabricar herramientas para obtener alimento, cubrir su cuerpo y construir refugios. Amma, dios creador del pueblo dogon, hizo el primer espíritu herrero con la placenta de un Nommo, pero como este espíritu no tenía fuego, robó un trozo de sol a los gemelos celestiales Nommo y bajó del cielo en un arca celeste. Otros mitos del Sáhara cuentan que el primer herrero fabricó una azada con el cráneo de un antílope celestial, Bintu, y después bajó a la tierra para enseñar la agricultura a la raza humana, recién creada.
EL MITO SAN SOBRE LA CREACIÓN
En el siguiente relato, los cazadores-recolectores san del Kalahari atribuyen la creación a un ser llamado Dxui: «Dxui era Dxui, el primer espíritu de la creación. Sus obras eran muchas. Cuando salía el sol, Dxui era una flor, y por la noche, un hombre. Al alba era otra flor y al crepúsculo otra vez hombre. Al día siguiente fue un árbol con abundante fruta. Volvió a ponerse el sol y fue Dxui, un hombre. Cuando Dxui despertó vio el sol por primera vez y descubrió que estaba solo. Entonces se convirtió en árbol, cubierto de fruta pero también de espinas. Apareció la primera mujer, que intentó coger la fruta, pero el árbol se desvaneció; la mujer gritó, se tendió sobre la tierra y murió. Dxui se convirtió en mosca, después en agua, en otra flor, en ave, en una trampa de aves y en el ser que se comió el ave. Volvió a transformarse en hombre, al que cazaron otros hombres; se convirtió en una gran ave y voló hasta su padre y su madre. Cuando su padre lo reconoció, Dxui se convirtió en hombre. Murió y se transformó en lagarto, el ser más antiguo.»
