LO QUE QUIERE SILICON VALLEY SON TUS DATOS, NO TU DINERO.

1-Silicon Valley.metirta.online

Las grandes tecnológicas, como Google, Apple, Facebook y Amazon, se apuntan al negocio de los bajos márgenes de la banca minorista y presentan una nueva competencia para la banca.

La Web Summit que se celebra anualmente en Lisboa es el Woodstock de los geeks. A lo largo de tres días en noviembre, 70.000 fanáticos de la tecnología e inversores se reúnen en un recinto que ocupa el espacio de una ciudad pequeña. Figuras como el jefe de Wikipedia o el presidente de Huawei se pasean por el escenario principal como estrellas de rock. En otros sitios la gente hace cola para conseguir pantalones vaqueros fabricados con impresoras 3D u oír los discursos promocionales que sueltan las startups desde un ring de boxeo. Los directivos anuncian haber conseguido inversiones por cantidades mareantes. Los expertos predicen un futuro sin dinero en metálico mirando dentro de una enorme bola de cristal. Un magnate de las tarjetas de crédito reparte pastelitos con los colores de su compañía.

Detrás de todo este despliegue publicitario, sin embargo, se esconde un creciente nerviosismo en el mundo de la tecnología financiera. Después de años de mantenerse tímidamente al margen, las grandes compañías tecnológicas, con sus miles de millones de usuarios y sus gigantescas reservas de dinero, parecen por fin decididas a colarse en la fiesta. «Es el grupo que más miedo da a todo el mundo», dice Daniel Webber, de la empresa de datos FXC Intelligence. Todos los integrantes del llamado cuarteto GAFA —Google, Amazon, Facebook, Apple— están tomando posiciones. En junio del año pasado, Amazon lanzó una tarjeta de crédito para compradores sin acceso al sistema bancario. El 12 de noviembre Facebook anunció un nuevo sistema de pagos (no obstante, su controvertida criptomoneda, Libra, ha perdido la mayoría de sus apoyos y se enfrenta a un duro escrutinio del regulador). Al día siguiente, Google anunció que en 2020 empezaría a ofrecer cuentas corrientes en Estados Unidos.

 

POR SEPARADO, CADA UNA DE ESTAS INICIATIVAS tiene una importancia relativamente pequeña, asegura Antony Jenkins, antiguo directivo de Barclays integrado ahora en la firma de tecnología financiera 10X. Pero juntas suponen la aceleración de una tendencia que puede cambiar la industria financiera. Las compañías del GAFA llevan mucho tiempo interesadas en este sector. Hasta hace poco se habían concentrado solo en los pagos, cada una a su manera. Apple Pay y Google Pay son carteras digitales: contienen una versión digital de las tarjetas, pero no procesan las transacciones. Tampoco cobran comisiones a los comerciantes. Simplemente acumulan todo en un sitio y hacen que los pagos sean más seguros enmascarando los datos de los clientes. Google recoge la información de las transacciones, cosa que no hace Apple. Por lo demás, el proceso de acercar un móvil o una tarjeta a un terminal contactless es el mismo.

2-Dinero digital.metirta.online

DINERO DIGITAL

Facebook Pay almacena los datos de la tarjeta para que puedan utilizarse en las distintas aplicaciones del grupo (Facebook, Messenger, Insta  gram y WhatsApp) sin que el usuario tenga que introducirlos cada vez. Lo mismo hace Amazon Pay, que también los conserva para sitios web asociados. Es el único de estos servicios que «procesa» los pagos, una tarea que los demás dejan para firmas especializadas. Cuando se realiza una compra, Amazon Pay pregunta al emisor de la tarjeta si hay suficientes fondos. Si la respuesta es afirmativa, la tienda envía el producto (el movimiento de dinero se hace generalmente al final del día).

 

LO QUE TODOS ESTOS SISTEMAS TIENEN EN COMÚN es un éxito limitado. Después de ocho años, Google Pay cuenta con solo doce millones de usuarios en Estados Unidos, un mercado con 130 millones de hogares. Únicamente el 14 % de las familias del país con tarjetas de crédito usa Apple Pay al menos dos veces al mes. Según la compañía de datos Second Measure, en octubre el número de clientes que recurrieron a Amazon Pay fue solo el 5 % de los que usaron Pay-Pal.

Esto contrasta con el explosivo crecimiento de WeChat Pay y Alipay, las super-aplicaciones chinas que permiten al cliente pagar por casi todo, desde el té hasta los taxis, con un código QR. Ambas comenzaron en 2013 y tienen más de mil millones de usuarios cada una. Procesan las transacciones de la tercera parte del gasto realizado por los consumidores chinos y se han convertido en importantes entidades de crédito por derecho propio.

La comparación, no obstante, es injusta. China ha sido capaz de superar al mundo porque tiene una regulación permisiva y carece de medios digitales de pago. En los países desarrollados hay un sistema de tarjetas de crédito muy sólido, señala Aaron Klein, del think tank Brookings, lo que limita el apetito de soluciones novedosas. Para operar como medios de pago en EE. UU., los recién llegados necesitan una licencia en cada estado.

Esto hace que la entrada de los cuatro grandes en la banca minorista resulte aún más sorprendente. Desde la crisis financiera, las provisiones por riesgo de crédito constituyen una de las actividades más reguladas del mundo. Esto reduce el retorno sobre el capital y los beneficios. Los activos de las entidades de crédito occidentales son mucho más pequeños que los de las compañías tecnológicas, apunta Sankar Krishnan, de la consultora Capgemini. ¿Por qué querrían las grandes tecnológicas convertirse en bancos?

3-Empresas digitales.metirta.online

Empresas digitales.

La respuesta tiene dos caras. Es posible que los gigantes tecnológicos no sepan aún exactamente lo que quieren, apunta Martin Threakall, de la financiera tecnológica Modulr. A Silicon Valley le gusta hacer apuestas y ver qué ocurre. Posiblemente lo que pretendan sea, en realidad, algo distinto a convertirse en bancos. Pero esta intención debe pasarles desapercibida a los consumidores.

 

EN EL FONDO UN BANCO SON TRES COSAS: UNA HOJA DE BALANCE, una fábrica que convierte el capital en productos financieros (por ejemplo, préstamos e hipotecas) y un departamento de ventas, dice Dave Birch, de Consult Hyperion. En los dos primeros casos hay una fuerte regulación, y las grandes tecnológicas no están interesadas. Por eso han recurrido a los bancos para las actividades tediosas. La tarjeta de Apple la emite Goldman Sachs, y las de Amazon las emiten Chase, Synchrony y American Express. Las cuentas de Google las respaldan Citi y una cooperativa de crédito.

A lo que aspiran los gigantes tecnológicos más bien es a la distribución. El hecho de poseer mejores sistemas tecnológicos y no tener sucursales debería permitirles reducir costes, dice Tara Reeves, de OMERS Ventures, la rama de capital riesgo de un fondo de pensiones canadiense. Y aún más importante, la venta de productos financieros llevaría a más gente a usar sus sistemas de pago. Apple y Google buscan un motivo adicional para que los consumidores «tengan el móvil bajo la almohada por la noche», afirma Lisa Ellis de la consultora Moffett-Nathanson. A Amazon le interesa procesar los pagos dentro de la propia compañía, de modo que los usuarios no salgan en ningún momento de su aplicación.

 

PERO, POR ENCIMA DE TODO, LO QUE QUIEREN LOS INTEGRANTES DEL CUARTETO GAFA son datos. Ya tienen mucha habilidad para averiguar las preferencias de los consumidores analizando los patrones de navegación y la localización. Pero los patrones de gasto son más útiles porque pueden usarse para estudiar la efectividad de los anuncios o promocionar productos. Un inversor asegura que los gigantes tecnológicos podrían incluso empezar a dar asesoramiento financiero.

 

LLEGAR A ELLO PUEDE LLEVARLES UN CIERTO TIEMPO. Las cuentas corrientes son «complicadas»: según la consultora financiera Novantas, solo el 8 % de los clientes particulares estadounidenses cambian de banco cada año. Aun así, deberían alegrarse de tener más posibilidades de elección. Las ventajas gratuitas y una mejor experiencia como usuarios podrían persuadirles de dar el paso, especialmente si saben que detrás hay un banco a cargo de la información sensible. Las entidades de crédito también darían la bienvenida a las grandes tecnológicas, al menos al principio. En el típico banco minorista estadounidense, la distribución constituye la mitad de los costes operativos, dice Gerard du Toit, de la consultora Bain. Asociarse con alguna compañía del GAFA sería una buena forma de acceder a nuevos depósitos, que son una fuente de financiación barata. Sin embargo, a medida que las tecnológicas controlaran las relaciones con los consumidores, los bancos empezarían a perder poder. Podrían verse obligados a revelar datos y a renunciar a comisiones, explica Andrei Brasoveanu, de la compañía de capital riesgo Accel.

Podrían acabar como las empresas de servicios públicos —luz, agua, gas—, etc., como un entramado financiero caracterizado por los bajos márgenes. El riesgo es que esta reducción de beneficios lleve a una ola de fusiones y cierres. Las compañías digitales nuevas también sentirían la presión, especialmente si las grandes tecnológicas se apoyan mutuamente en sus ofertas financieras.

4-Países digitalizados.metirta.online

Países digitalizados.

HASTA AHORA, LOS REGULADORES HAN DADO LA BIENVENIDA A LOS NUEVOS PARTÍCIPES DEL SISTEMA financiero, a los que ven como un catalizador de esa innovación que los bancos no han sabido promover. Esto podría cambiar si los gigantes tecnológicos entran a la carga. En la Web Summit , Margrethe Vestager, comisaria de competencia de la Unión Europea, conocida por su desconfianza hacia las grandes tecnológicas, reflexionó sobre los riesgos para la democracia si estas se vuelven tan poderosas que resulten imposibles de vigilar y regular. «Podemos trabajar por alcanzar el potencial», declaró ante la emocionada audiencia de Lisboa. «Pero también podemos hacer algo por controlar las zonas oscuras»

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