LEYENDAS DE VALENCIA – La cueva del Fraile.

Hay una cueva en el partido de Capnegret, socavada por las embestidas del mar contra un conglomerado de piedras, fósiles y arenas, que se conoce con el nombre de cueva del Fraile. Las olas penetran por la boca hasta su interior, donde se rompen, furiosas, con gran estruendo. Por un puente natural pasa el camino que conduce a la 0lla de Altea.

Algunas veces los marineros veían desde el mar un frailecillo de la altura de un muchacho de doce años, que daba saltos debajo del puente y les tendía los brazos, como si quisiera cogerlos. Ya hace largo tiempo que los más viejos marineros recordaban la siguiente historia:

Había en Altea un convento de franciscanos y una gran devoción a san Francisco. Cuando algún niño enfermaba gravemente, era costumbre llevarlo ante el altar del santo, con la promesa de vestirlo de fraile durante algún tiempo, si sanaba.

Una vez cayó enfermo el hijo mayor de una familia de marineros. Era el más listo de los hermanos y el predilecto de los padres; pero era también la más endiablada criatura del pueblo. Ni médicos ni curanderos pudieron combatir la dolencia, y cuando ya se habían perdido todas las esperanzas, la madre subió con el niño al convento y se lo encomendó a san Francisco. Mientras pedía con gran fervor, ante el altar del santo, la salud de su hijo, oyó a sus espaldas la voz de un religioso que decía:

—Si conviene para su salvación.

Y la madre replicó, rápida, con estas palabras:

—Convenga o no convenga, curádmelo, san Francisco.

Cuando regresó a su casa, el niño ya no tenía fiebre, y a los pocos días estaba sano. Durante dos años vistió los hábitos de franciscano, y desde entonces se quedó para siempre con el apodo de El Fraile.

Si de niño había sido travieso y endiablado, de mayor fue un desastre. No tenía respeto a sus padres ni cariño a sus hermanos, y sus fechorías se sucedían como si le impulsase el odio a la humanidad. Un día se enamoró de una hermosa muchacha perteneciente a una familia que tenía gran amistad con la suya. Pero, a pesar de sus continuas y encendidas protestas de amor, ella le rechazó. Cuando, algún tiempo después, se hizo público el noviazgo con el hermano menor de El Fraile, éste, enfurecido, comenzó a tramar su venganza.

Algunas noches salían los dos hermanos a pescar con caña. Una de las veces en que se hallaban en la Illeta entregados a su tarea, fueron sorprendidos por una niebla espesísima. En la costa, en la casa de la bella, apareció una lucecita para señalarles el camino. Al descubrirla, El Fraile dijo a su hermano:

—Ella pone la luz para alumbrarte; pero no volverás allí. Y se lanzó, enardecido, contra él. Durante algún tiempo lucharon los dos hermanos, hasta que el mayor, más robusto, logró tirar al menor contra el rocoso suelo con tanta fuerza, que le abrió la cabeza.

Mientras tanto, el mar habíase alborotado y las olas arrastraron la barquichuela que los había llevado hasta la Illeta. El Fraile, manchado con la sangre de su hermano, queriendo huir de la isla, arrojóse al agua y nadó hacia la playa de Altea; pero las olas le lanzaron contra la cueva, donde al día siguiente lo encontraron muerto.

 

←LEYENDAS DE VALENCIA

←VALENCIA

←CC.AA. VALENCIANA

←ESPAÑA

Anuncio publicitario