Por las orillas del Montsolí cerca de San Hilario de Sacalm, se alza la ermita de San Miguel, llamada San Miguel de las Hormigas (Sant Miguel de les Formigues). La ermita se encuentra completamente arruinada y tiene una particularidad curiosa: la de ser un verdadero cementerio de hormigas, ya que todas las que llegan allí perecen. Sobre esto existe una interesante tradición.
En otros tiempos, ya edificada la ermita, aquel cerro estaba minado de hormigas. Las negras filas cruzaban todo el alcor, y había numerosísimos hormigueros en donde los diligentes animalitos almacenaban sus provisiones. Las hormigas campaban por sus respetos por todas partes, llegando a entrar en la iglesia y a subirse por las paredes y los altares. En uno de éstos había una estatua del arcángel san Miguel, y sucedió que, una vez, algunas hormigas subieron hasta la misma imagen y le picaron en la pierna desnuda. Mas al momento, como si la estatua fuera de carne, brotó de la picadura un chorro de sangre, y la imagen, tomando vida, maldijo con voz potente a las hormigas, condenando a perecer a todas las que allí estuviesen y a las que llegasen en tiempos sucesivos por siempre jamás.
Y por eso se cree que no puede en aquel lugar vivir hormiga alguna.
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