LEYENDAS DE ASTURIAS- EL PUENTE DE MANTIBLE

El puente de Mantible

El rey Alfonso II llegó una mañana victorioso al pueblo de Barcos de Alconétar, junto al Tajo. Había salido de Oviedo poco tiempo antes, después de reunir un buen ejército de bravos asturianos, y habían derrotado a los moros en sucesivas escaramuzas hasta llegar al Tajo. Pero allí se vio detenido por algo más fuerte que las cimitarras moras: por el mismo río, que era impracticable. Desesperado el rey ante semejante contrariedad, pidió a los vecinos del pueblo que le ayudasen a vadear el río; pero ellos se negaron: por allí no hay vado posible. Entonces el rey les preguntó si sabían hacer un puente. Pero nadie sabía hacerlo. Impaciente el rey, y sin ver otra solución, tuvo la idea de llamar a los moros que llevaba prisioneros y les preguntó también si sabían hacer un puente. Ocho de ellos se ofrecieron al rey como buenos pontoneros, y, ya anochecido, se pusieron al trabajo. El rey les vio trabajar febrilmente y se retiró a su tienda, calculando cuántos días tendría de parada forzosa en aquel pueblo hasta que el puente quedase ter-minado.

Amaneció el día siguiente. Alfonso II oyó rumores insistentes y salió lleno de curiosidad. ¡El puente estaba terminado! El puente de Mantible sirvió de paso a sus soldados; pero el rey no estaba tranquilo con aquellos moros y decidió llevárselos de regalo a su amigo Carlomagno, pues temía que tuviesen pacto con el diablo. Y algo así debió de ser, pues desde entonces en el puente han ocurrido cosas muy extrañas. Sin embargo, el rey Alfonso pudo pasar sobre él y ganar a los moros Vastos territorios.

 

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