LAS ONG: LOS NUEVOS CONTRAPODERES

POR. ANNE GUION

Periodista

Un presupuesto de 500 millones de dólares. Sedes que se encuentran desde Boston hasta Melbourne, pasando por Berlín, Bruselas y Barcelona. Tiendas en las grandes ciudades. La Organización No Gubernamental (ONG) británica Oxfam se ha transformado en pocos años en una multinacional de la solidaridad.

 ¿Quién lo hubiera imaginado? Creada en Oxford en 1942 para luchar contra el hambre en Grecia, el Oxford Committee for Famine Relief se ha expandido con la mundialización. Hasta el punto de convertirse en uno de los modelos estrella de un nuevo tipo de ONG, organismos mundializados cuya proyección es cada vez más importante.

 ¿Qué entendemos por «ONG»? El concepto resulta un tanto impreciso. No existe ninguna base jurídica que permita afirmar si una organización es, o no, una ONG. Formulado por primera vez en 1945 por el Consejo Económico y Social de la ONU, el término «ONG» pretendía inicialmente distinguir las organizaciones gubernamentales de las no gubernamentales.

En Francia, están definidas como organismos sin ánimo de lucro, surgidos de una movilización militante y ciudadana de carácter privado, que actúan a favor de causas sociales con una dimensión internacional. Es ese carácter internacional el que la diferencia de las asociaciones sin ánimo de lucro sujetas a la ley 1901. También es, sin duda, lo que les ha permitido ser las grandes beneficiarias de la mundialización. Del mismo modo que Oxfam, diversas ONG se han vuelto transnacionales, con delegaciones diseminadas por todo el planeta. De forma paralela, su capacidad financiera aumenta.

 Médicos Sin Fronteras (MSF), por ejemplo, disponía en 2008 de un presupuesto de 675 millones de euros para llevar a cabo sus operaciones en todo el mundo. Pero lo que más destaca es que el número de estas organizaciones se ha multiplicado. Desde el final de la Guerra Fría, el modelo (occidental en sus orígenes) se ha exportado de forma extraordinaria: hay aproximadamente unas 38 000 ONG en el mundo.

 Su incremento va unido al desarrollo de un país. En los países emergentes, el número de organizaciones se dispara. En veinte años, se han creado centenares de ONG especializadas en la defensa del medio ambiente en Brasil. Prueba de ello es que podemos encontrar organizaciones brasileñas en todos los países de habla portuguesa, como en Mozambique o en Angola.

 En la India, en la actualidad las ONG son más numerosas que las escuelas o los hospitales: 3,3 millones de organizaciones no gubernamentales se reparten el territorio indio, es decir, una ONG por cada 400 habitantes. También se ven influidas por la evolución de la sociedad. Desde comienzos de los años 2000 ¿un signo de los tiempos? las organizaciones confesionales aumentan su poder.

 La ONG más importante del mundo es un organismo evangélico estadounidense. World Vision actúa tanto en el ámbito de la ayuda humanitaria como en el del desarrollo y dispone de un presupuesto de más de 2 000 millones de dólares al ario. En Francia, el Secours islamique cuya acción es comparable a la de Caritas es una de las ONG que más ha progresado en términos de capacidad operativa.

VOLVERSE INDISPENSABLE

 Las ONG, antaño actuando en ámbitos bien diferenciados la ayuda humanitaria, el desarrollo, el medio ambiente, la defensa de los derechos humanos, establecen en la actualidad puentes entre ellas. Tienden a trabajar en red, sobre todo con la utilización de Internet. Los colectivos y las plataformas se multiplican. Su objetivo: influir en las decisiones de los Estados y de las instituciones internacionales haciendo lobby pero también movilizando a la opinión pública. Por todo ello existen agrupamientos de ONG que tratan temas muy diversos: la denuncia de la violación como arma de guerra, el consumo ético, la lucha contra los paraísos fiscales…

Poco a poco, las ONG han desarrollado un conocimiento cada vez mayor de sus asuntos. Hasta el punto de que, en algunos casos, se vuelven indispensables. «En materia de defensa del medio ambiente, por ejemplo, la ONU ya no puede ignorar los alegatos y las posturas de Greenpeace o de World Wide Fund (WVVF)», analiza Philippe Ryfman, investigador de Ciencias Políticas y especialista en acción humanitaria. Resultado: las ONG se han convertido en eficaces contrapoderes que reemplazan a menudo a otras organizaciones de la sociedad civil, como los sindicatos y los partidos políticos.

 Eso es lo que ha ocurrido en EEUU con WalMart, el gigante de la gran distribución. Durante años, el principal sindicato estadounidense denunció la ausencia de sindicatos en el seno de la empresa, sin ser escuchado. Tan sólo cuando la ONG Human Rights Watch, especializada en la defensa de los derechos humanos, se implicó en el caso, los medios de comunicación se hicieron eco del problema. A consecuencia de ello, WalMart tuvo que cambiar de política. Se plantea la cuestión sobre la legitimidad de las ONG.

Fundaciones mundiales.

 ¿Qué representan realmente? No emanan de la voluntad popular, pues no han sido elegidas. Pero la duda sobre su legitimidad no es la única crítica que reciben. Debido a su éxito, las ONG han entrado en la era de la sospecha. La opinión pública les reclama más transparencia. Su independencia también se cuestiona, ante todo con respecto al poder económico. En un contexto de reducción del financiamiento público, algunas ONG optan por el sector privado y obtienen la ayuda de grandes empresas. Tal es el caso de WWF, que recientemente ha establecido una asociación con la empresa cementera francesa Lafarge.

OBJETIVOS DE GUERRA

 La aparición de fundaciones como la de Bill y Melinda Gates, cuyo poder financiero es comparable, si no superior, al de las grandes instituciones internacionales, también transforma el panorama. La Fundación financia ya decenas de proyectos en todo el mundo, a riesgo de desarrollar una suerte de plutocracia en la que los más ricos controlarían la agenda humanitaria.

La extraordinaria dependencia de los subsidios de los Estados y de las instituciones internacionales también plantea problemas. Pues las ONG cuya financiación proviene exclusivamente de los proveedores de fondos públicos (Estados, UE, ONU) corren el riesgo de convertirse en meras «subcontratas» de las políticas implementadas. De ese modo, en 2004, en vísperas de la elección presidencial, Estados Unidos, encenagado en Irak, pretendió hacer de Afganistán un ejemplo de reconstrucción exitosa y emprendió un programa abracadabrante: en tres meses, el país iba a estar dotado de 700 clínicas y escuelas.

Los proyectos cortocircuitaron, desde aquel momento, las acciones locales. Se efectuó una reconstrucción sin los afganos… y con la complicidad de las ONG. Teniendo en cuenta este contexto, ¿la neutralidad tan apreciada por los precursores del humanitarismo todavía es posible? Ésta se pone cada vez más en entredicho, sobre todo en las zonas de conflictos como Afganistán, en la que los actores humanitarios se convierten en objetivos de guerra como los otros.

 Además, también padecen acometidas sistemáticas por parte de los Estados: estos últimos arios han aparecido legislaciones restrictivas en algunos países como Rusia, donde las ONG son sospechosas de estar en manos de extranjeros, o incluso en Israel, donde se les acusa de ser propalestinas. Otros Estados, los más represivos, van más lejos y crean sus propias «ONG». Apodadas irónicamente «GONGOS», las «Government-Operated Non-Governmental Organizations», en español: «Organizaciones No Gubernamentales Gubernamentalmente Dirigidas», actúan generalmente bajo mano para mantener al gobierno en el poder.

De alguna manera, constituyen la otra cara de la moneda. Todo ello hace que el paisaje se recomponga poco a poco. Como reacción, el sindicalismo internacional recupera fuerzas. Se desarrollan movimientos mundiales de trabajadores, como la Vía Campesina, creada en 1992. Ésta agrupa a agricultores del Norte y del Sur y nunca duda en criticar el «paternalismo» de algunas ONG.

 Asimismo, observamos fenómenos innovadores: nuevas formas de movilización ciudadana creadas de forma espontánea en las páginas de redes sociales como Facebook (ejemplos: «El Día Sin Inmigrantes» en Francia o el «No Berlusconi Day» en Italia) y que actúan apartándose de las ONG, las asociaciones, los partidos políticos y los sindicatos.

 Estos grupos influyen en un público diferente al del ámbito asociativo y humanitario: uno más joven, menos comprometido y menos politizado. Son los balbuceos de una nueva forma de sociedad civil.

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