LAS NUEVAS MIGRACIONES

JOAQUIM RECAÑO VALVERDE Universitat Autónoma de Barcelona

El mapa representa una aproximación al volumen de los movimientos migratorios internacionales de la segunda mitad del siglo XX, mediante una medida indirecta que consiste en la variación del número de extranjeros por estados entre 195o y z000 y las direcciones de los flujos migratorios más destacados. Durante la segunda mitad del siglo XIX se constituyen unos grandes focos de inmigración.

 El primero, formado por Estados Unidos y Canadá, recibe durante la década de los cincuenta un importante volumen de refugiados procedentes de los países del este de Europa, así como un significativo número de judíos europeos y de cubanos repatriados. Esta inmigración, diluida por las naturalizaciones, se incrementó mucho en los años ochenta con las oleadas procedentes de México, América Central y Ecuador, y también de países asiáticos entre los que destacan China, Pakistán, Corea del Sur y Vietnam.

 El segundo foco lo forman Francia, Reino Unido, Alemania y Suiza. El gran crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial convirtió a estos estados en un potente núcleo de destino para los flujos migratorios del sur de Europa y del norte de África: españoles, portugueses, argelinos y marroquíes se dirigieron a Francia; turcos y yugoslavos, a Alemania, y miembros de la antigua Commonwealth, al Reino Unido.

VOLUMEN MIGRATORIO HASTA 2000

 Un tercer foco de inmigración corresponde a la región del golfo Pérsico, que captó emigrantes de otros países árabes por su privilegiada situación económica. Aquí hay que incluir también a los numerosos inmigrantes judíos que se instalaron en Israel, procedentes de Europa, África y América. Australia y Nueva Zelanda formaron un cuarto foco, con inmigración procedente de Europa y, ya en la década de los ochenta, de Asia.

Otros focos secundarios de inmigración fueron Argentina, que recuperó durante algunos años la inmigración de españoles y más tarde captó inmigrantes de Bolivia y Paraguay; República de Sudáfrica, que se convirtió en un potente polo de inmigración en el sur de África, pese a la disminución del número de extranjeros, y Costa de Marfil, que emerge como destino para países de África central. Por otra parte, el proceso de descolonización de África provocó la repatriación de numerosos colonos europeos, con la consiguiente disminución de sus efectivos. Los sucesivos cambios de las posiciones relativas en los niveles de riqueza de los estados favorecieron también que algunos de ellos, como España e Italia, pasaran durante el período 1950z000 de ser países de emigración a receptores netos de inmigrantes, y que países como Argentina tuvieran durante el período 1980z000 una significativa emigración.

Las vías de reclutamiento de la inmigración

El número de países que un emigrante potencial considera como posibles destinos no suele ser elevado. Hay dos mecanismos que lo limitan: los flujos históricos y las redes migratorias. La mayoría de los flujos internacionales de trabajadores tiene destinos previsibles. Los mexicanos se dirigen a Estados Unidos; los bolivianos, a Argentina; los mozambiqueños, a la República de Sudáfrica; los argelinos, a Francia; los marroquíes, a España.

SOLDADOR

 La distancia es un factor de primer orden para los movimientos migratorios. Durante la segunda mitad del siglo XX, las migraciones «espontáneas» que habían caracterizado el período anterior (véase el mapa 67) dieron paso a programas planificados de captación de mano de obra, sujetos todos ellos a la coyuntura económica. Una de las primeras soluciones pasaba por el aprovechamiento de la historia colonial. Francia y el Reino Unido iniciaron muchos flujos migratorios reclutando mano de obra en sus colonias.

El conocimiento de la lengua de la metrópoli facilitaba una rápida integración en el mercado laboral. Por otra parte, Alemania utilizó durante los años sesenta la figura del gasterbeiter (trabajador invitado), que consistía en un programa de contratación masiva en Turquía y Yugoslavia. Las vías de emigración a Estados Unidos eran diferentes. La mayor potencia económica del planeta poseía también el mayor mercado laboral y, a medida que aumentaba su poder económico, tenía la necesidad de cubrir una fuerte demanda de mano de obra en la agricultura y el sector servicios, entre otros.

 Un ejemplo de la evolución de esta influencia económica se encuentra en su país vecino, México. A principios del siglo XX, la emigración mexicana hacia el sur de Estados Unidos era escasa. Los granjeros y las compañías ferroviarias tenían que enviar reclutadores al interior de México para captar trabajadores.

 Después, la eclosión de la agricultura californiana animó a los empresarios a diseñar planes de contratación temporal de obreros mexicanos, planes que continuaron hasta 1964. Así, los países industrializados canalizaron casi todos los flujos internacionales de trabajadores durante la segunda mitad del siglo XX.

¿Cómo son los emigrantes?

La mayoría de las personas que emigran temporal o permanentemente persigue el objetivo de aprovechar las oportunidades que les ofrecen los países más ricos. Los sectores que ocupan a inmigrantes exigen individuos de edades más productivas; por esta razón, los jóvenes de 20 a 40 años tienen un importante peso entre los inmigrantes internacionales, superior al que les corresponde en otros tipos de migraciones.

En los movimientos internacionales domina la movilidad de hombres solos, en contraste con las migraciones internas, en las que es superior la presencia de mujeres. No obstante, en estados como la República Dominicana o Filipinas se da un predominio de la emigración femenina, pues se trata de colectivos que trabajan en el sector de los servicios personales. La situación familiar de los inmigrantes responde a una etapa del ciclo migratorio: si la posición legal se consolida, se suele producir el reagrupamiento familiar.

 En todo caso, la integración familiar de los inmigrantes depende del proyecto migratorio. Así, muchos emigrantes del sur de Europa que se desplazaron a la Europa del norte en los años sesenta lo hicieron pensando en volver, y sus esfuerzos se orientaban a la obtención de ahorros para invertirlos en sus países de origen; por el contrario, otros, como los marroquíes y los argelinos en Francia, decidieron establecerse definitivamente y procedieron al reagrupamiento familiar.

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