
Ciudad de Safed.
Tahara y Tumah
El judaísmo conoce dos concepciones básicas de la pureza ritual: por una parte, la Tahara, la pureza ritual; y, por otra, la Tumah, la impureza ritual. La existencia de ambas se remonta a la Torá; guardan relación con el culto del Templo y hoy en día ya no se aplican, salvo en muy pocas excepciones (por ejemplo, durante la menstruación). La Tahara tiene que ver exclusivamente con la limpieza corporal, en relación ante todo con los difuntos con los que se entra en contacto. La Tahara tiene también una dimensión sexual y se refiere a la «suciedad» personal que deriva del semen del varón o de la sangre femenina de la menstruación. De ahí que tanto los varones como las mujeres puedan encontrarse impuros desde un punto de vista ritual.
Kosher significa «apropiado»
Según los preceptos judíos relacionados con la pureza (en hebreo, kashrut, «idoneidad»), sólo determinados animales son apropiados para el consumo (terneros, ovejas, cabras; no así los cerdos). Los animales sin huesos o espinas no son kosher. Por lo tanto, no lo son los reptiles, los insectos, los caracoles, los moluscos y otros animales marinos; y sólo lo es el pescado con aletas y escamas (por tanto, no lo son las anguilas).
Los animales son sacrificados con un cuchillo de matarife (en hebreo, jala’) y han de desangrarse por completo por la arteria carótida. Una regla fundamental prohíbe mezclar la leche con la carne. «No cocerás el cabrito en la leche de su madre» (2 Moisés [Éxodo], 23, 19). La carne y los productos lácteos no pueden mezclarse ni consumirse conjuntamente. Por esta razón, los judíos ultraortodoxos poseen vajillas diferentes para cada cosa. El queso también está sujeto a las normas alimenticias judías.

Purificación con agua.
La mikvé La mikvé es el característico baño de inmersión con el que suelen contar casi todas las comunidades judías en sus instalaciones. La construcción y la utilización de una mikvé están sujetas a normas exactas. Se tiene que disponer de una corriente de agua natural; sólo se emplean, por tanto, agua de manantial, aguas subterráneas o agua de lluvia. Casi todas las mikvés surgidas en la Edad Media se nutrían de aguas subterráneas. El baño tenía que contener, una vez lleno, entre 500 y 1.000 litros. Para acceder a la mikvé hay que ir completamente desnudo. En el baño, ni siquiera está permitido llevar los labios pintados o las uñas pintadas. Además, hay que sumergir el cuerpo entero, incluidos la cabeza y el cabello.
Hoy en día, una mikvé se asemeja a las modernas instalaciones de una piscina. Las reglas tradicionales estipulan que tanto los varones como las mujeres vayan a la mikvé. A los hombres se les recomienda realizar un baño de inmersión antes del sabbat o antes del día de la expiación, el Yom Kippur. Las mujeres deben hacerlo la víspera de su casamiento, tras la menstruación o el nacimiento de un hijo. Y sigue siendo tradición que los escribas de la Torá se sumerjan en la mikvé antes de emprender su trabajo.