LA QUÍMICA DEL AMOR.

Por.Tiziana Cotrufo y Jesús Mariano Ureña Bares

El aumento en los niveles de dopamina no solo genera bienestar sino que además esta parece estar relacionada con la creación de relaciones y con el sexo. De hecho, hay quien dice que el amor sería un tipo de comportamiento adictivo.

 Hay otros dos moduladores químicos asociados de forma notable con el amor romántico; en este caso, se trata de dos hormonas, la oxitocina y la vasopresina, que son producidas en el hipotálamo y después circulan por otras partes del cerebro.

 Ambas parecen estar involucradas en los procesos de establecimiento de vínculo y apego, se producen en el hipotálamo, se liberan en la glándula pituitaria (o hipófisis) y luego se incorporan a la circulación sanguínea, especialmente durante el orgasmo en ambos sexos y durante el parto y la lactancia en el caso de la mujer.

 La oxitocina también desencadena la contracción muscular durante el parto y la liberación de leche materna durante la lactancia, mientras que la vasopresina es importante para el mantenimiento de la presión sanguínea y la función cardiovascular.

 Hay receptores para ambas hormonas en numerosas partes del organismo además de en el cerebro.

La concentración de estos dos neuromoduladores, vasopresina y oxitocina, aumenta durante la fase de apego romántico intenso y emparejamiento. Sin embargo, la oxitocina y la vasopresina tienen efectos diferenciales en la amígdala, cuya destacada función en la regulación de las emociones ya se ha visto.

 Por un lado, la oxitocina tiene efectos sedantes, relajantes y ansiolíticos que hacen que el individuo se sienta bien cuando está junto a la persona amada, y tiene efectos equivalentes en la relación maternofilial, durante la lactancia.

La pasión amorosa crea sensaciones de euforia, alegría y felicidad especialmente intensas.

Las técnicas de neuro-imagen han mostrado que la vasopresina, por el contrario, provoca un aumento del miedo, de la respuesta al estrés y del aprendizaje por aversión.

 Además, parece que la oxitocina afecta más a las mujeres y la vasopresina a los hombres, lo que explicaría también algunos comportamientos masculinos frente a otros hombres en la fase de enamoramiento.

En todo caso, algunos estudiosos han planteado la hipótesis, todavía no confirmada, que ambos neurotransmisores son fundamentales en las fases más maduras del amor, esto es, en el afecto duradero, pasado ya el apasionamiento inicial provocando lo que se denomina evolución bioquímica de una relación romántica

Evolución bioquímica de una relación romántica

Los psicólogos han definido tres fases diferentes en las relaciones románticas: la primera sería el enamoramiento, la segunda el amor pasional y la tercera correspondería a la etapa de fijación y apego (afecto estable).

 El enamoramiento duraría relativamente poco, cerca de medio año, y se caracterizaría por ser una etapa de estrés y tensión, donde aparecerían por un lado niveles elevados de cortisol y de NGF (proteína que funciona como factor de crecimiento nervioso) y, por otro, niveles relativamente bajos de testosterona, de FSH (hormona estimulante folicular) y de serotonina.

En un interesante estudio realizado en 2006 en la Universidad de Pavía por E. Emanuele y sus colaboradores, se analizaron los niveles en sangre de un factor de crecimiento, el NGF, en individuos que se habían enamorado recientemente y en individuos solteros o que tenían una relación estable.

 Se encontró que los niveles de NGF en los recién enamorados eran casi del doble que en el resto de la población, y de nuevo, al cabo de un período de entre uno y dos años los niveles de NGF volvían a ser normales en estas personas, siendo indistinguibles de los que mostraban los individuos solteros o en una relación estable larga.

En la segunda etapa, que duraría de uno a tres años, aparecen sentimientos de calma, seguridad y equilibrio, se restablecen los niveles normales de cortisol y serotonina, el estrés disminuye y tanto la oxitocina como la vasopresina son altos en esta fase y contribuyen a la formación de vínculos fuertes en la pareja.

 Finalmente, en la tercera fase disminuye la pasión y permanecen el compromiso y la intimidad, sustentados también por elevados niveles de oxitocina y vasopresina. La transición desde la etapa pasional a la del amor comprometido es particularmente frágil y muchas parejas rompen en esta fase.

 Sin embargo, también hay parejas que declaran seguir apasionadamente enamoradas después de más de 20 años de matrimonio, e incluso después de más de 50 —al borde de la muerte prácticamente—, lo que indica que algunas relaciones se mantendrían en las fases iníciales durante períodos de tiempo considerablemente largos; quizás la epigenética proporcione, en los próximos años, alguna explicación molecular a este hecho.

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