CCOO ha avanzado como resultado de su práctica y de su reflexión teórica la formulación de lo que hoy se denomina el sindicalismo de nuevo tipo. Como resultado de ello, he aquí la propuesta sindical que CCOO hizo en su Primera Asamblea General de julio de 1976 en Barcelona celebrada todavía ilegalmente por sucesivas denegaciones del permiso:
El sindicato que proponemos:
«Comisiones Obreras han luchado y seguirán siempre luchando por la libertad para todos los españoles. En este momento uno de sus mayores objetivos es conquistar los derechos sindicales y políticos, mediante métodos pacíficos.
Con la mirada puesta en ese futuro de libertad, donde los trabajadores podamos construir nuestro sindicato unitario y democrático, CCOO proponen a los trabajadores lo que consideran debe ser tenido en cuenta y defendido sin descanso, para ese futuro sindicato unitario.
Propuesta sindical
De clase. — En el sentido de que sólo los trabajadores, los asalariados en general, han de formar parte de él y participar libremente, en igualdad de derechos y condiciones en la vida sindical. Como asalariados, formarán parte del sindicato unitario los profesionales, técnicos y funcionarios.
Reivindicativo. — Consideramos que una de las tareas fundamentales del sindicalismo sigue siendo la defensa de los intereses económicos, sociales y laborales de los trabajadores.
Democrático.— El sindicalismo democrático sólo puede serlo en el ejercicio pleno de las libertades de asociación, reunión, expresión y manifestación. La democracia interna es un presupuesto fundamental que ha de respetarse y garantizarse. Las minorías tendrán su representación proporcional en todos los órganos de dirección. Estos órganos actuarán colegiadamente.
Las corrientes, movimientos y tendencias sindicales existentes en el seno de la clase obrera tendrán plena libertad para utilizar, mediante normas aprobadas en el Congreso Constituyente, los medios materiales de que disponga la Central Sindical Unitaria.
La asamblea de trabajadores será institucionalizada. Concebimos la asamblea de centro de trabajo, o de varios centros conjuntamente, cuando la dimensión de la empresa haga necesario reunir a varias de ellas, como el órgano básico de la democracia sindical.
Todos los trabajadores, sin excepción, tendrán derecho a participar en las deliberaciones y discusión de los temas sometidos a debate, pudiendo aportar las iniciativas que consideren oportunas.
A nivel de empresa los trabajadores nombrarán por elección sus representantes para el Consejo o Comisión de empresa.
Independiente. — Del Estado, de los partidos políticos y de cuantas organizaciones o grupos ideológicos, económicos o confesionales pretendan interferir o desviar la plena soberanía sindical.
La independencia sindical también abarca la no adscripción a ninguna ideología concreta. La orientación de las luchas será la que, en el ejercicio de la democracia obrera, respalden y defiendan los propios trabajadores.
Sociopolítico. — Creemos que la actuación del nuevo sindicalismo debe ser aquella que abarque al conjunto de los trabajadores en tanto que tales. Todos los trabajadores están interesados en mejorar su situación material, social y cultural.
Todos los trabajadores desean que la organización del trabajo, la jornada laboral, la distribución de beneficios, las condiciones ambientales, la seguridad en el empleo y la promoción profesional les sean favorables. Presionar en esta dirección en el seno de las empresas, teniendo reconocido el derecho de huelga y todos los demás derechos sindicales, afectan y va a afectar más cada día a la estructura misma del capitalismo, cuya célula fundamental es la sociedad anónima.
En el ámbito social también todos los trabajadores coinciden en la necesidad de tener una vivienda digna; en combatir la especulación; en disponer de escuelas y accesos a todos los niveles de enseñanza para sus hijos; en tener asegurados sus ingresos en casos de enfermedad, accidente o paro obrero; en controlar los fondos de Mutualidades, Montepíos y toda la Seguridad Social; en acabar con el desempleo; en la salvaguardia del medio ambiente, especialmente en los núcleos urbanos, gravemente amenazados por la contaminación, la ausencia de zonas verdes y la insuficiencia de los servicios públicos; en que la sanidad esté atendida, etc.
Todos los trabajadores tienen el deseo de que el reparto de las cargas fiscales se distribuya equitativamente, pasando su peso principal a quienes disponen de mayores medios, esto es, a sus explotadores.
Todos desean la libertad, pleno desarrollo y garantía de sus derechos cívicos. Cada uno de estos aspectos forma en la actualidad un denominador común a las luchas de los trabajadores, sin distinción de afiliaciones o creencias. La amnistía, el combate contra el decreto de congelación salarial, la demanda de las libertades democráticas, son ejemplos próximos de un tipo de cuestiones que, a pesar de su diferente contenido, unen a todos los trabajadores..
CCOO inició inmediatamente después de la citada Asamblea una vasta campaña de afiliación con el objetivo de reforzar su estructura organizativa, siempre bajo la perspectiva de participación de todos los trabajadores, con la precisión explícita de que «no se ejercerá ninguna diferenciación o discriminación por el hecho de estar o no afiliados..
Después de esa misma Asamblea se abrió el período de consolidación de CCOO en todo el Estado español mediante Asambleas nacionales o regionales orientadas a la celebración del Congreso que permita la constitución de CCOO como sindicato de nuevo tipo. Este proceso se desarrolla bajo la perspectiva de un futuro en el que sea posible celebrar un Congreso Sindical Constituyente en el que se defina la forma y características del futuro sindical español que permita configurar la Central unitaria de los trabajadores, resultado de las tareas llevadas a cabo con las distintas organizaciones y movimientos de carácter sindical que operan en el Estado español. En esa línea CCOO ha precisado siempre que «concebido de ese modo, el Congreso presupone el ejercicio de las libertades democráticas..
La propuesta es suficientemente clara. Pero antes de concluir subrayemos, junto con Julián Ariza, que donde la innovación entre el sindicato tradicional o clásico y el sindicato de nuevo tipo propuesto por Comisiones, se expresa de forma más clara es en lo que se refiere a los métodos. En efecto, el sindicato tradicional se caracteriza por la existencia de unos estatutos, unos afiliados, el pago de cuotas y la existencia de todo un conjunto de derechos y deberes que se adquieren en el momento de la afiliación. Este sindicato está formado exclusivamente por este conjunto de afiliados de entre los chales se eligen los distintos cargos de representación; sólo los afiliados pueden acceder a ellos. Con mayor o menor efectividad, según las condiciones externas e internas del propio sindicato, y según su grado de burocratización, se practica una democracia hacia dentro en la que sólo los afiliados participan. La masa de trabajadores no afiliados, que suele ser mayoría en casi todo el mundo, puede sumarse si quiere a las iniciativas que el sindicato le proponga y tan sólo en algunos casos puede votar o decidir si una acción, generalmente de huelga, se lleva adelante, se prosigue o se concluye. Pero la participación de los no afiliados no pasa de esos niveles que podríamos calificar de «seguidismo» de los afiliados. Es decir, el sindicato tradicional interpreta las necesidades y las aspiraciones del conjunto de los trabajadores, y en la medida en que es realmente representativo puede conseguir que esta interpretación se acerque a la realidad o incluso que la refleje bastante fielmente. Generalmente inspirado por una fuerza o partido político, el sindicato tradicional tiene evidentes limitaciones a la hora de impulsar a los trabajadores hacia metas de superación de la sociedad capitalista que el sindicalismo de clase tiene como fundamental en sus objetivos.
Seguramente el sindicato tradicional está llegando al techo de sus posibilidades y si no aborda con energía modificaciones fundamentales en sus métodos de trabajo entrará en una profunda crisis histórica que hoy se perfila ya en el horizonte. Por eso el sindicalismo de nuevo tipo considera que al estar todos los asalariados sometidos a la misma explotación capitalista, y siendo en lo esencial coincidentes desde el punto de vista socioeconómico los intereses de todos los trabajadores, han de crearse las condiciones para que todos puedan participar en las tareas sindicales. La primera condición para ello es que el sindicato sea independiente. Pero otra y fundamental es que el afiliado y el no afiliado tengan los mismos derechos. Los deberes son exigibles a los afiliados. Tal como analiza este punto Julián Ariza, podemos decir con él que «esto, que podría parecer motivo para restringir la afiliación, se demuestra que en la práctica no es así. Eso que llamamos conciencia de clase, es decir, la conciencia del papel que a la clase obrera y a todos los trabajadores asigna la sociedad capitalista, es algo fuertemente arraigado entre las masas y más generalizado de lo que algunos quieren creer. El sentido de solidaridad, la convicción de que es necesario luchar para mejorar su situación material y sacudirse el dominio ejercido por las clases en el poder, está muy extendido entre los trabajadores.»
Así pues en el nuevo sindicalismo tanto el afiliado como el que no lo está tienen derecho a elegir a sus representantes de entre todos los trabajadores. Todos son iguales a la hora de participar en la vida sindical, tanto para la acción como para la discusión, elaboración, propuestas tácticas y estratégicas, etc… La Asamblea es uno de los instrumentos, seguramente el mejor, para hacer viable esta participación generalizada. Así, se practica una democracia abierta, externa y pública, en la que las plataformas reivindicativas y los programas de toda índole que lógicamente habrán de redactar los órganos sindicales concretos, son el resultado de propuestas que deben aprobar los trabajadores en su conjunto y de forma expresa. No se trata de convocar asambleas para todos y cada uno de los problemas de la vida cotidiana, lo que haría inviable la fórmula propuesta —democracia de base— sino de mantener el principio de que en todas las cuestiones importantes y en la orientación general de su actuación, todos los trabajadores han de decidir, y para ello debe ponerse a su disposición los medios a través de los cuales puedan expresar libremente su voluntad y sus criterios. En esa línea podemos decir que no es el sindicato el que interpreta el sentir de las masas, sino que son ellas mismas las que dan su opinión y toman las decisiones. Se trata de hacer realidad efectiva la dimensión política de los sindicatos, su negativa a quedar atrincherados en funciones meramente reivindicativas y a ejercer una función «subsidiaria» en el proyecto histórico, se trata de potenciar el carácter socio-político que tiene ya el actual movimiento obrero y que ha sido recogido en su trayectoria de estas últimas décadas por las organizaciones de clase. Todos los trabajadores, estén o no encuadrados en partidos políticos, estén o no afiliados a uno u otro sindicato, tienen derecho a intervenir en la construcción de la futura sociedad socialista, donde hallarán finalmente respuesta a sus aspiraciones. Se trata de salvaguardar el estilo sindical adquirido durante décadas de lucha y que constituye ya uno de los grandes patrimonios del actual movimiento obrero.