LA ORIGINALIDAD DEL EGIPTO CRISTIANO
El comienzo de la época copia puede ser establecido en 313 d. C., fecha que marcó la liberalización de la religión cristiana en todo el Imperio romano, pero la formación de la cultura y del arte coptos había comenzado ya en los primeros siglos de nuestra era.
MONJES Y ANACORETAS PARA HUIR DE LAS PERSECUCIONES

CONSTANTINOPLA Imagen que representa una de las primeras vistas de la ciudad de Constantinopla, que data de 1420.
Según la tradición cristiana, san Marcos Evangelista fue quien comenzó la conversión de Egipto, y a finales del siglo II el cristianismo se había afianzado y extendido. El obispo de Alejandría, Juliano, fundó en el año 180 la escuela catequista llamada Didascalia, que pronto se convirtió en un importante centro teológico, a pesar de las persecuciones llevadas a cabo por los emperadores romanos Septimio Severo (202 d. C.), Decio, Valeriano, Diocleciano (303 d. C., que marcó el comienzo de la «época de los martirios» y del calendario copto), Galerio y Maximino II Daya. En busca de la oración y la contemplación, y para huir de las persecuciones al amparo del medio desértico, surgieron en Egipto los anacoretas, a los que siguieron los monjes; la vida de san Antonio Abad se sitúa entre los siglos m y En 313, el Edicto de Constantino concedió libertad de culto al cristianismo, y se constituyeron las primeras comunidades organizadas de monjes, que serían un modelo para el monacato de Occidente. En 322, san Pacomio fundó el primer monasterio en las inmediaciones de Denderah. En 391, el emperador Teodosio prohibió la religión pagana, y muchos templos egipcios fueron cerrados e incluso destruidos. A la muerte de Teodosio, en 395, el imperio se dividió en Imperio romano de Occidente e Imperio romano de Oriente. Egipto pasó a estar bajo el control de este último, con capital en Constantinopla, con el consiguiente empobrecimiento general de la población a causa de los fuertes tributos impuestos por el imperio.
EXCAVACIONES ACTUALES EN ANTÍNOE

AGUA BENDITA Dos vasijas destinadas a contener el agua bendita del santuario y de la fuente milagrosa de san Mena. El santo está representado impartiendo la bendición, con dos camellos que, según la tradición, llevaron su cuerpo hasta el lugar donde fue sepultado.
La excavación de la ciudad de Antínoe continúa actualmente, a pesar de haberse descubierto la localidad, que cubre un área muy vasta, hace más de un siglo. En 1896, el francés Albert Gayet emprendió la búsqueda de Antínoe, pero deseando ante todo encontrar objetos bellos y valiosos que enriquecieran las colecciones de sus patrocinadores. Después de un corto paréntesis de excavaciones inglesas en 1913 y 1914, la exploración del área de la ciudad y de sus necrópolis fue concedida en 1935 a los italianos. Las investigaciones se han dirigido, en parte, al interior de la ciudad, a la zona de la iglesia paleocristiana, y en parte a la necrópolis norte, fuera de la ciudad amurallada, donde se han descubierto numerosas tumbas, como la famosa «capilla de Teodosia», con restos de frescos que datan de los siglos IV-V. Gran parte del material hallado está guardado en el Museo Egipcio de Florencia, que ha visto enriquecerse sus colecciones de telas coptas, estelas funerarias, candiles, cerámicas y objetos de uso cotidiano. Otra actividad iniciada hace pocas décadas y que continúa actualmente es la de restauración de los antiguos frescos de los monasterios coptos, algunos de ellos habitados aún por monjes. Se trata de los conventos de la zona de Uadi Natrun, entre El Cairo y Alejandría, y del de san Pablo, situado en el desierto, próximo al mar Rojo.
EL CISMA MONOFISITA DE LA IGLESIA EGIPCIA
Entre tanto, se había ido formando una escritura particular para dar a conocer a la población los textos bíblicos y los Evangelios cristianos: el copto, que, utilizando las letras griegas y algunos signos para sonidos particulares, expresaba la lengua hablada por los egipcios. La Biblia fue traducida al copto en 350. Tras el Edicto de Constantino, comenzó en Egipto el periodo de las herejías de la religión cristiana, en primer lugar la arriana, surgida en Alejandría, y siguiendo por la de Nestorio y por el monofisismo, herejía enunciada por Eutiques y el patriarca de Alejandría, Dióscoro. En 451, el concilio de Calcedonia condenó la herejía monofisita, que afirmaba que la naturaleza divina de Cristo se imponía sobre la humana, y negaba la Encarnación y la Pasión. Sin embargo, los cristianos de Egipto permanecieron fieles al patriarca Dióscoro. Se separó así la Iglesia egipcia, convertida en copta monofisita, de la romana. En 619, los persas consiguieron penetrar en Egipto sin combatir, al ser considerados por el pueblo como libertadores de la opresión de Constantinopla, pero al cabo de diez años el emperador Heraclio recuperó el control sobre el país. Sin embargo, las defensas en el territorio eran muy escasas, y en 640 los egipcios dejaron entrar de nuevo en El Cairo, sin oponer resistencia, a los árabes del califa Omar, capitaneados por el general Amr ibn el’As. La ciudad de Alejandría fue la única que se opuso a la conquista árabe, pero después de catorce meses de asedio, en 641, se rindió. Muchos coptos se convirtieron al islam, por falta de convicción religiosa y para eludir los tributos que gravaban a quienes no eran musulmanes. La comunidad copta, o cristiana de Egipto, ha sobrevivido hasta nuestros días, siempre bajo la guía del patriarca de Alejandría, aunque en el siglo XIII desapareció la lengua copta hablada (el antiguo egipcio) y escrita, desplazada por el árabe, y quedó solo como lengua litúrgica en las prácticas religiosas.
MAHOMA Y LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA
La historia del Egipto preislámico concluyó con la conquista por parte de los árabes en 640 d. C. En los primeros siglos de nuestra era, Arabia estaba organizada en tribus independientes, divididas en dos grupos tradicionalmente rivales: los árabes del sur, o himyaríes, y los árabes del norte, o nabateos. Los primeros habían constituido en el pasado una gran civilización, que había culminado en el reino de Saba. Su prosperidad y hegemonía, alcanzadas en los siglos VIII y VII a. C., y conocidas en todo el mundo antiguo, hicieron que Fuera recordado con el nombre de Arabia Feliz. Su capital era la ciudad de Marib, rodeada de murallas y repleta de templos, célebre por la gran presa con esclusas, que permitía regar los campos que circundaban la ciudad, haciendo florecer especialmente la agricultura en los márgenes del desierto.

MONASTERIOS Vista del monasterio de santa Catalina, en la península del Sinaí, todavía habitado por monjes coptos.
La Arabia del norte entró en la historia mucho más tarde. Los nómadas beduinos que la habitaban nunca estuvieron organizados políticamente, pero la ciudad de La Meca adquirió cada vez más importancia como centro comercial en los primeros siglos después de Cristo. La religión profesada en la península de Arabia preislámica, en el norte y en el sur, era el politeísmo, a menudo con caracteres astrales (sol, luna, cielo, etc.), pero el nacimiento de Mahoma en La Meca y su predicación cambiaron las creencias en todo el territorio. Inspirado por el arcángel Gabriel, Mahoma empezó a predicar una nueva religión monoteísta, y el 24 de septiembre de 622 partió hacia la ciudad de Yatrib, que fue llamada Medina. Se trataba de la hégira, la «huida», que marcó el inicio de la era musulmana. Mahoma instauró en Medina una teocracia en nombre de Alá, y su poder fue aumentando hasta la conquista de La Meca, sin combatir, en el año 630. Murió dos años más tarde, pero habiendo extendido sus dominios a gran parte de Arabia. El sucesor de Mahoma fue Abu Bakr (Abubeker), a quien sucedió el califa Omar en 634. Este último dio comienzo a la política de expansión en nombre de la religión islámica que condujo a la conquista incluso del Egipto copto.