POR.CLARIE DE MARIGNAN
Se cuentan por millares, cada año, hacinados en sus barcas a la deriva, persiguiendo un objetivo, un sueño: alcanzar el paraíso. Huyendo de la miseria, las guerras o las persecuciones, deben ponerse en manos de los traficantes de personas que ven en ellos un jugoso negocio.
El fenómeno de la inmigración clandestina por vía marítima no es algo nuevo, ni mucho menos. Ya en los años 1970 se hablaba de boat people para describir a los refugiados vietnamitas que huían del régimen comunista a bordo de embarcaciones abarrotadas. Las migraciones internacionales se concentran en las zonas de fractura, de fuerte disparidad económica o en zonas bajo tensión o guerra. Si Europa se ha convertido actualmente en una de las tierras de inmigración clandestina más importantes del mundo, se lo debe en gran parte a la agitación en Próximo y Medio Oriente.
Y los territorios de ultramar tampoco escapan a este movimiento: la Guayana francesa vive la afluencia de numerosos brasileños o surinameses, mientras que Mayotte se ha convertido en el destino predilecto de los comorenses. Un poco más lejos, son Malasia y Australia las tierras de exilio: de Birmania a Bangladés, numerosos migrantes buscan alcanzar estos destinos vía Indonesia. Pero, tal como recuerda el reciente episodio de los refugiados rohingya —cuya embarcación había sido remolcada fuera de aguas territoriales indonesias—, la tierra prometida sigue dentro del campo de la quimera para muchos de ellos.
Un comercio lucrativo
Las organizaciones criminales se interesaron rápidamente por esta humanidad desesperada, en la que vieron una ocasión de multiplicar sus beneficios. Supieron aprovecharse de este espacio marino desmesuradamente extenso para desarrollar un comercio que ha demostrado ser muy rentable y poco arriesgado: el tráfico de seres humanos entre África y Europa y entre Sudamérica y Norteamérica proporciona más de 7.000 millones de dólares al año al crimen organizado1. Nada sorprendente al saber que el precio por cruzar el Mediterráneo oscila entre los 500 y los 7.000 euros por persona, y que algunas embarcaciones pueden contener cerca de 800 migrantes2… iY esto sin contar los gastos suplementarios por un asiento o una simple manta!
El negocio es tan remunerativo que estas organizaciones pueden permitirse auténticas operaciones de marketing: ofreciendo una rebaja en el segundo viaje en caso de expulsión, mientras páginas de Facebook detallan el precio, punto de salida, opciones de chaleco salvavidas o plaza en la cubierta superior del barco3… El comercio de la inmigración clandestina se desarrolla cada vez más, convirtiéndose en un vasto mercado global. Si durante mucho tiempo los pasantes siempre fueron locales que, en gran medida, actuaban en solitario, actualmente las grandes redes criminales se han hecho con este floreciente mercado, desarrollando unos modos operativos cada vez más sofisticados y adaptándose a los métodos de lucha puestos en marcha por los Estados. Los pasantes han aprendido a jugar así con los reglamentos jurídicos internacionales: dejando a la deriva las embarcaciones en alta mar, convierten a los migrantes en náufragos, obligando a los marinos que los encuentren a llevarlos a tierra firme.
El mar como cementerio
Pero el desenlace no siempre es tan positivo… Abandonados a su suerte, a bordo de embarcaciones rudimentarias y sobrecargadas, los migrantes a menudo se convierten en víctimas de un naufragio o del encallamiento de su frágil embarcación. Lampedusa, una pequeña isla italiana situada al sur de Sicilia, se ha convertido desde hace unos años en el cementerio marino de Europa. El año 2014 fue funesto para el Mare Nostrum: 3.500 migrantes encontraron la muerte mientras intentaban alcanzar el Viejo Continente. Y 2015 no fue más alentador, con cerca de 1.780 desaparecidos en el mar nada más empezar el año. Por supuesto se está luchando contra este fenómeno en permanente desarrollo. La agencia europea Frontex, fundada en 2004, se implicó en ello desde el principio.
Pero ante los recurrentes dramas ocurridos en el Mediterráneo, el Consejo de la Unión Europea decidió en mayo de 2015 poner en marcha una operación naval dirigida a desmantelar desde la raíz las redes de traficantes de seres humanos en la zona. Eunavfor Med podrá de esta manera ampliar su radio de acción, más cerca de los puntos de salida, antes de que los migrantes alcancen las costas europeas. Estudiar las redes y desmantelar este modelo económico identificando a los intermediarios, los prestatarios y, finalmente, los actores principales de esta criminalidad organizada son los objetivos de esta operación. Es a la fuente a la que hay que remontarse, ya que resulta imposible detener en el mar un flujo que llega desde tierra…
A PIE DE PÁGINA
1. Estimación según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC).
2. Estimación según la Organización Internacional para las Migraciones (01M).
3. «Passeurs de clandestin, des réseaux de plus en plus puissants», La Croix, 12 de mayo de 2015.