Por: Miguel Ángel Ruiz
El término Nuevo Orden Mundial se usa generalmente como sinónimo de una futura dictadura planetaria, en la cual las libertades estarán severamente restringidas y donde prácticamente todos los aspectos de la vida humana serán modificados, al tiempo que una élite autocrática gobernará el mundo. De todos modos, sea cual sea la forma de gobierno que dirija el planeta en el futuro, es seguro que tendrá que gestionar problemas de difícil solución. En la actualidad, están disponibles para el interesado docenas de estudios que predicen las tendencias para las próximas décadas, redactados por analistas de servicios de inteligencia, de grandes multinacionales o de centros académicos, entre otras instituciones.
El año límite en dichos análisis suele ser 2050, pues además de constituir una fecha redonda, avanzar más allá es harto complicado. Hasta 2050, la humanidad tendrá que hacer frente a retos tan trascendentes como la superpoblación; una crisis energética mundial (ver recuadro); el deterioro medioambiental, circunstancia íntimamente relacionada con la crisis alimentaria y, por último, el fin del modelo capitalista. Centrémonos en este último.
DEUDA IMPAGABLE=FIN DEL CAPITALISMO
Todo parece indicar que, una vez pasada esta crisis, el modelo capitalista seguirá gestando otras nuevas y los países atrapados en una espiral de deudas. El mayor problema financiero internacional es la deuda impagable que existe. El Producto Interior Bruto (PIB) mundial es de 70 billones de dólares. Ésta es la «economía real», sobre la que se sustenta un imperio de especulación financiera: en esencia, una gran burbuja que algún día explotará, arrasándolo todo.
De hecho, la economía mundial sigue lo que se llama un «esquema de Ponzi» o estafa piramidal. Dicho esquema consiste en un proceso mediante el cual las ganancias que obtienen los primeros inversionistas son generadas gracias al dinero aportado por ellos mismos o por otros nuevos inversores, que caen engañados por las promesas de obtener grandes beneficios. El sistema sólo funciona si aumenta la cantidad de nuevas víctimas. La estafa que realizó el inversor Bernard Madoff en 2008, y que le supuso una condena de 150 años prisión, era un esquema de Ponzi.

Riqueza.
La situación financiera del planeta, Apocalíptica es el adjetivo que mejor la define. El punto azul más pequeño representa todas las reservas de oro del mundo —845.000 millones de dólares—, que, en teoría, deberían constituir el respaldo real del dinero que circula por el orbe.
Sin embargo, la cantidad de capital en efectivo es mucho mayor: 3,9 billones de dólares. La siguiente área representa la totalidad del dinero bancario —que no son otra cosa que deudas—: 39 billones de dólares. Y, a continuación, se puede observar el llamado «sistema financiero oculto». Es decir, productos derivados de la especulación, cuyo valor asciende a 62 billones de dólares.
En cuanto a la suma de activos —moneda que se vende y revende para producir beneficios— en todo el mundo, asciende a 290 billones de dólares. Por último, el punto rojo representa el montante total de los rescates bancarios llevados a cabo hasta el momento, que es «tan sólo» de 1,9 billones de dólares. La conclusión es que el sistema financiero especulativo tiene tal tamaño y ha generado una deuda tan astronómica, que es impagable. Sostengo que no ahora —puesto que se procurará mantener esta burbuja hasta sus últimas consecuencias—, pero algún día, como todas las burbujas de la historia, estallará, dinamitando definitivamente a nuestro sistema, con consecuencias impredecibles.
HACIA UNA DICTADURA MUNDIAL
Los cuatro grandes problemas citados anteriormente —superpoblación, crisis energética, deterioro medioambiental y alimentario y el fin del capitalismo— se retroalimentan y se agravan entre sí. Aunque las implicaciones de estas dificultades son enormes, vamos a centrarnos en los aspectos más puramente económicos, pues son éstos los que moldean, en última instancia, las formas de gobierno de los distintos países.
Un rasgo en común de los cuatro problemas expuestos anteriormente, es que llevan directamente a crisis económicas, que acaban provocando un enorme incremento del malestar social. Para un gobierno, ejercer sus funciones en época de crisis es mucho más complejo y difícil que en tiempos de bonanza. La historia nos enseña que en aquellas sociedades donde la supervivencia diaria y el malestar social se convierten en la regla, una posible forma de evitar que el sistema se desmorone es a través de la opresión. En aquellos escenarios donde impere la decepción con la clase política, será necesario incrementar el control de la ciudadanía, restringiendo derechos y libertades para mantener el statu quo de los poderosos.

Población.
Al margen del malestar, hay otra razón por la cual los gobiernos tratarán de controlar férreamente a las masas: la escasez de recursos, que harán necesarias medidas de racionamiento de combustible, agua o comida en los escenarios más graves. Así pues, estimo que el escenario del futuro será una economía de mercado, muy parecida al neoliberalismo, pero con la particularidad de que el estado aumentará considerablemente su control sobre la vida cotidiana de los ciudadanos, a fin de evitar que nos organicemos para hacer valer nuestros derechos.
Por tanto, mi teoría fundamental es que el nuevo orden mundial, concebido como una dictadura, será la forma que tengan las élites de perpetuarse en el poder en un mundo que no dejará de ofrecer señales de desmoronamiento. Veamos posibles maneras de controlar a la población, las cuales están ya preparadas para ser utilizadas.
URBES BAJO CONTROL
El siglo XXI se ha caracterizado por el auge de las ciudades. La ONU estima que en 2050, el 70% de la población mundial vivirá en grandes urbes. Por ejemplo, en España actualmente ya lo hace casi el 80%. Sin embargo, las ciudades de hoy en día no son sostenibles, pues fueron diseñadas sin tener en cuenta las limitaciones de espacio o de consumo de combustible. Desde hace unos años, se están intentando diseñar «ciudades inteligentes», es decir, eficientes en la gestión de la energía y recursos disponibles. Una de las ideas es diseñar un «transporte inteligente». En una metrópoli de 50 millones de habitantes, simplemente no es posible que cada uno coja su coche y vaya a donde quiera.
En este sentido, la multinacional IBM ha desarrollado un proyecto que propone medidas como peajes en zonas especiales, pero también análisis de red de carreteras en tiempo real, para modificar los flujos de tráfico. Los sistemas futuros de esta herramienta se basarán en lo que se denomina «control automático de enjambres», consistente en que todos los coches estarán conectados entre sí y a una red de ordenadores, que informarán a los conductores cuál es el mejor camino para llegar a su destino, minimizando el impacto de atascos y aglomeraciones. Por tanto, todos los desplazamientos en automóvil estarán dirigidos por entidades gubernamentales o privadas.
TODOS LOS CIUDADANOS CON UN CHIP
Otro elemento que hará muy complicado a los ciudadanos escapar del control estatal, será la futura implantación subcutánea de un chip identificador a cada persona. Hace varios años que diferentes investigadores denuncian —sobre todo a través de blogs y páginas web— la existencia de un plan secreto para la implantación masiva de dicha tecnología, conocida por el nombre de «identificación por radiofrecuencia». Aunque lo anterior sea difícil de creer para muchos lectores, la realidad es que el diseño del chip existe desde hace tiempo.
El objetivo es que cada ciudadano almacene en dicho dispositivo toda su información vital: identidad, cuentas bancarias, antecedentes penales, historial médico o cualquier otra información. Las autoridades son conscientes del rechazo social que genera esta medida, de modo que pretenden implantarla paso a paso, desplegando toda clase de ardides propagandísticos.
El Baja Beach Club, una conocida discoteca barcelonesa, durante un tiempo puso en marcha una curiosa iniciativa. Permitía pagar a sus clientes mediante la implantación de un chip bajo la piel. El crédito estaba almacenado en el diminuto dispositivo, de modo que no era necesario emplear dinero metálico ni tarjetas de crédito.
Otro ejemplo de la lenta pero progresiva implantación de esta medida de control: en 2004, la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, sus siglas en inglés) de EE UU elaboró un informe que regula los chips implantables en pacientes, especialmente ancianos con alzheimer o demencia senil, de tal manera que el personal médico pudiera tener acceso al historial del paciente sin posibilidad de error.

Masas.
En dicho país no son raros los anuncios publicitarios de seguros médicos que proclaman los beneficios de este sistema. Por otro lado, en 2011 causó sorpresa que la principal empresa fabricante de estos pequeños artilugios, Positive-lD, informase que había recibido un importante pedido del gobierno de Israel, para utilizar estos chips en el ámbito militar y en situaciones de emergencia.
La idea es que esta tecnología vaya calando poco a poco en la sociedad, mediante una gigantesca campaña de marketing en los más influyentes medios de comunicación de masas. Lo cierto es que de momento la implantación del chip es voluntaria, pero el objetivo de las élites político-económicas es que en un futuro sea obligatoria. El marketing ofrece las herramientas necesarias para llevar a cabo una estrategia propagandística, con el fin de que el ciudadano-consumidor acabe deseando algo que en realidad no necesita.
Esta técnica es conocida por el descriptivo nombre de «necesidades creadas», y su objetivo es manipular a las masas, de tal manera que cierta realidad que era percibida por la población como innecesaria e incluso perjudicial, acabe siendo aceptada y defendida por ésta.
EL GRAN HERMANO SERÁ UNA REALIDAD
Un modo de crear la necesidad de llevar un chip subcutáneo sería, por ejemplo, la puesta en marcha de una gigantesca campaña publicitaria, incidiendo en el peligro que suponen los secuestros de niños. Una vez creada la sensación de pánico e inseguridad, serán los propios padres quienes reclamen la implantación de chips en sus hijos, para tenerlos localizados en todo momento.
Cuando esto se haya logrado definitivamente, prolongar la necesidad a los adultos sería más o menos sencillo. En España, por ejemplo, todos los ciudadanos portan un chip, aunque todavía no es subcutáneo, sino que va incorporado en nuestro Documento Nacional de Identidad (DNI).
Si llega a generalizarse el uso del chip bajo la piel, autoridades y multinacionales accederán a una valiosa información, en ocasiones empleando técnicas claramente ilegales. Sin duda, estos dispositivos estarán dotados de una «puerta trasera» —un fallo en la seguridad del equipo, diseñado intencionadamente— mediante la cual determinadas organizaciones, como grandes empresas y servicios de inteligencia, podrán saberlo prácticamente todo sobre nosotros.
A quien le parezcan exageradas mis aseveraciones, puede informarse sobre el descubrimiento, en agosto de 1999, de una «puerta trasera» en los sistemas operativos Windows NT4 ServicePack 5, a través de la cual la temida Agencia de Seguridad Nacional (NSA, sus siglas en inglés) de EE UU puede acceder a cualquier equipo informático. Seguramente, existen muchas otras «vías de acceso» secretas a nuestros dispositivos electrónicos que jamás se descubrirán.
El factor más inquietante de la implantación masiva de chips bajo la piel es que las autoridades tendrán la capacidad de desconectar a un ciudadano del «sistema». Se podrían habilitar alarmas asociadas a cierta identidad, de modo que ese individuo no pueda entrar en autopistas u hospitales, ni realizar compras, ni acceder a sus cuentas bancarias, etc. Esta realidad recuerda a lo anunciado en un versículo del Apocalipsis (Ap 13:1617): «Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha o en la frente. Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre».
ESTRATEGIAS CONTRA LAS PROTESTAS
Acontecimientos recientes, como las masivas protestas del Movimiento 15M en España, la iniciativa Ocupa Wall Street en EE UU las revueltas populares en el mundo árabe, han causado honda preocupación en los centros de poder mundiales, pues Internet y las redes sociales se han vuelto incontrolables para gobiernos, servicios secretos y multinacionales.
Por otro lado, parece claro que las autoridades no han sabido gestionar adecuadamente las protestas ciudadanas. Por ello, varios gobierno occidentales se encuentran estudiando formas más eficaces de reprimir a la población descontenta. A medida que aumente la indignación ciudadana a causa de la oleada de recortes sociales, el incremento del paro y la subida de impuestos, los gobiernos irán poniendo en práctica modos más agresivos de control de la ciudadanía.
Para que avance el Nuevo Orden Mundial que nos quieren imponer, es necesario desmantelar una serie de derechos que protegían a los ciudadanos de los abusos del estado. Por ejemplo, criminalizar la resistencia pasiva, considerándolo atentado a la autoridad. A raíz de los ataques terroristas del 11S, EE UU y Europa recortaron libertades civiles.
Así, el gobierno estadounidense aprobó en 2006 una ley que permite el secuestro, en cualquier parte del mundo, de ciudadanos sobre los que recaigan sospechas de terrorismo, para ser trasladados a prisiones de EE UU.

Protestas
Sin embargo, dicha ley posibilita que cualquier movimiento social de protesta pueda ser catalogado como organización terrorista. Un año antes, Gran Bretaña hizo lo propio, mediante una nueva legislación que permite medidas como el arresto domiciliario sin cargos a sospechosos de terrorismo. También el gobierno español prevé convertir en delito la convocatoria de manifestaciones que deriven en actos violentos, aunque los convocantes no tengan nada que ver con los mismos. Bastaría con que varios infiltrados de los servicios de inteligencia provocasen altercados en una determinada concentración de protesta, para que los líderes de la misma sean encarcelados.
Es más, los gobiernos de Occidente están invirtiendo importantes sumas de dinero en la creación de nuevas armas con las que reprimir a los manifestantes. Una de las más despiadadas es la llamada Sistema de Repulsión Activa (ADS, por sus siglas en inglés).
Consiste en una antena que se enfoca hacia los huelguistas, provocándoles un calor tan intenso, que acaban disgregándose.
ARMAS SECRETAS
Otra futurista arma antidisturbios es el Dispositivo Acústico de Largo Alcance (LRAD, por sus siglas en inglés), el cual puede llegar a causar daños irreparables en el oído. Desarrollada por American Technology Corporation, tiene la facultad de emitir tonos dentro del espectro audible hasta 150160 DB, alcanzando el medio kilómetro de distancia.
Según sus diseñadores, «a 90 metros la emisión provoca dolor extremo», y hasta 270 su eficacia está probada. El dispositivo fue pensado originalmente para ser utilizado por buques de guerra americanos, para advertir a los barcos que se acercaban peligrosamente a los navíos, pero ahora será utilizado por la policía para disolver manifestaciones.
En palabras del superintendente de la policía de Chicago, Garry McCarthy, «el gas lacrimógeno es ineficaz en el control de masas, mientras que el LRAD puede producir un efecto lo suficientemente doloroso como para obligar a las multitudes a dispersarse, sin el dramático impacto que crea el gas lacrimógeno en los medios de comunicación».

Gas lacrimógeno
Al final, parece que todo se reduce a un asunto de imagen… Más sorprendente es un sistema que permite prever las acciones futuras de un determinado individuo, llamado FAST por sus siglas en inglés.
Creado por el Departamento de Seguridad Nacional de EE UU en 2008, nos recuerda a la película Minority Report, puesto que analiza los movimientos del cuerpo, el tono y los cambios de ritmo de la voz, el movimiento de los ojos, el calor corporal, el ritmo respiratorio, la frecuencia de parpadeo y la variación de la pupila de cada persona presente en aeropuertos, estaciones o huelgas… Mediante algoritmos que procesan toda esa información, se pretende determinar si es posible detectar la intención de cometer un acto criminal. Estamos, pues, ante un artilugio concebido para detectar «pensamientos hostiles».
TECNOLOGÍA PARA OCULTAR LA VERDAD
Al margen de las protestas cada vez más habituales, otra realidad muy a tener en cuenta será el incremento del crimen en todo el mundo. En nuestro contexto de crisis, superpoblación, pobreza y exclusión social, la consecuencia directa es el aumento de la delincuencia.
La ONU estima que, en 2020, 1.400 millones de personas vivirán en zonas chabolistas. Para vislumbrar esta faceta del futuro, sólo tenemos que fijarnos en las actuales favelas brasileñas. Son la cara sucia del capitalismo.
El documental Omnibus 174 muestra de manera magistral cómo la invisibilidad social que produce la pobreza, es la causa del crimen endémico, en realidad un síntoma claro de una sociedad enferma. Por supuesto, los gobiernos tratarán de negar su existencia, hasta que las evidencias hagan imposible ocultar la verdad por más tiempo.

Matrix
Existe un concepto muy interesante denominado hiperrealidad, referido a la incapacidad de la conciencia para distinguir la realidad de la fantasía, especialmente en las culturas posmodernas tecnológicamente avanzadas, como la nuestra. Pantallas de ordenadores, redes, dispositivos electrónicos de todo tipo, conexiones a servicios informáticos fundidos en el entorno y demás medios tecnológicos crean una realidad ficticia de felicidad y estabilidad, cuando nuestro contexto social es cada vez más decadente y carente de libertades.
El mensaje artificial que transmite el mundo digital, tan vinculado al ocio más superficial, como macro-conciertos musicales, las vidas de los famosos o espectáculos deportivos de masas, es que no debemos preocuparnos por los problemas reales, porque la felicidad se encuentra en el entorno tecnológico.
LOS OJOS DE LA «BESTIA»
Sin embargo, la tecnología que nos ofrece bienestar también constituye una herramienta de control social. En las ciudades del futuro habrá herramientas para vigilar todos los movimientos de sus habitantes.
De hecho, ya está empezando a llevarse a cabo mediante la tecnología de reconocimiento facial. En el Metro de Madrid hace años funcionaba un sistema de esta clase, consistente en unas cámaras conectadas a varios ordenadores, capaces de reconocer en tiempo real a miles de transeúntes.
En 2007 se puso en marcha un programa piloto similar en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Identificaban a los usuarios que deambulaban por las instalaciones y los comparaban con una base de datos de terroristas. En cualquier caso, el sistema reconoce a cualquier persona, sea terrorista o no.
La ciudad de Londres tiene 40.000 cámaras. La cifra en toda Gran Bretaña oscila entre 1,8 y 4,2 millones. China tiene 7 millones. Sólo en Madrid, se estiman unas 20.000, pero ni la agencia de protección de datos, ni el organismo correspondiente de la Comunidad de Madrid ofrecen cifras concretas al respecto.
En cualquier caso, la tendencia será a aumentar su número y sus capacidades, pues en un futuro podrán identificar y contrastar datos. Los sistemas de vigilancia mejoran a pasos agigantados. Es el caso del llamado «polvo inteligente»: una red inalámbrica de minúsculos sensores, robots o dispositivos, del tamaño de un grano de arena.
Estas partículas tienen la capacidad de procesar datos y detectar vibraciones en estructuras como puentes o edificios, pero también localizar los movimientos de los pacientes de un hospital. Los usos militares van desde esparcirlos en territorio enemigo y vigilar los movimientos de tropas, a detectar gases o radiactividad.

Ojo que todo lo ve.
Sus costes de fabricación son bajos, de modo que es factible su producción masiva y, por tanto, distintos gobiernos los podrán emplear no muy lejos en el tiempo. Es probable que en el futuro miles de ciudadanos estén controlados por redes de motas de polvo.
Sin llegar a tales extremos, en 2004 se desplegó un sistema de vigilancia en Chicago, que permitía identificar disparos de armas en cualquier parte de la ciudad. Desarrollado por la empresa Safety Dynamics, es capaz, con la ayuda de cuatro micrófonos, de detectar cualquier tipo de disparo en mitad del ruido del tráfico y de las obras, de identificar el origen de éstos en un radio de dos edificios, de orientar hacia ese ruido las cámaras de vídeo y de lanzar una llamada automática a la policía. Gracias a este avance tecnológico se han requisado más de 10.000 armas en Chicago, y ya funciona en otras ciudades estadounidenses.
EL HOLOCAUSTO SILENCIOSO
A pesar de lo dicho anteriormente, la gran medida de control social del nuevo orden no serán los chips, ni las cámaras o los policías. Consistirá en algo infinitamente más sutil pero efectivo. El doctor en economía Santiago Niño Becerra, predice para España un paro estructural del 16% en el futuro.
En un contexto de pobreza, sobrepoblación y crisis económica mundial, existirá un riesgo real, en muchas partes del mundo, de no tener la posibilidad de acceder a un trabajo. Estoy convencido de que este hecho se utilizará como doctrina del miedo. Tanto gobiernos como los grandes medios de comunicación emitirán un mensaje propagandístico, que será aceptado por la población como una verdad incuestionable: «No hay para todos». Por tanto, la verdadera arma de destrucción masiva del Nuevo Orden Mundial será el miedo de los ciudadanos con un puesto de trabajo, a perderlo, cayendo irremediablemente en la exclusión social, sin capacidad económica para consumir.
En nuestra sociedad, lo anterior equivale a «volverse invisible», convirtiéndose en lo que el cineasta argentino Fernando Pino denominaba «Los nadies»: en su país, las víctimas silenciosas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este miedo a dejar de existir socialmente, hará que los ciudadanos se vean obligados a aceptar cualquier clase de trabajo, independientemente de sus condiciones, a fin de tener algún ingreso.

Pobreza.
En definitiva, para continuar siendo alguien en la sociedad. Por otro lado, sabemos que los «amos del mundo», los grupos de poder que están detrás de la crisis económica y que pretenden hacer realidad un Nuevo Orden Mundial, perciben la superpoblación como un problema acuciante. Probablemente ya se están llevando a cabo acciones secretas para reducir la misma.
Por tanto, no es extraño que un reciente estudio del Instituto Nacional de Salud de EE UU revelara que el 36% de los fármacos que se usan en el sudeste asiático contra la malaria son falsos. También el 20% de los que se emplean en África subsahariana. ¿Fraude o asesinato?
Sin embargo, aunque no dudo de la existencia de operaciones de esta clase, lo cierto es que en el Nuevo Orden Mundial sobran millones de seres humanos que no están invitados a la «fiesta», por lo que serán abandonados a su suerte. Estoy de acuerdo con Jean Ziegler, vicepresidente del Consejo Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, quien afirma que «la muerte por subalimentación de un niño es asesinato».
Asesinato por dejación. Según un documento elaborado por unas 200 ONG, con el 1% del dinero aportado para salvar a la banca, se habría erradicado el hambre en el mundo. Esta es la terrible realidad de millones de seres humanos en la actualidad, que serán muchos más en 2050.
LA SEXTA EXTINCIÓN
La conjunción de las múltiples crisis superpuestas, explicadas al principio del artículo, será la causa de muerte por desnutrición de miles de millones de seres humanos. Algunos científicos ya se han aventurado a denominar a este fenómeno que se nos avecina, con el descriptivo nombre de «sexta extinción».
Sin embargo, todavía no estamos en 2050. Aún hay esperanzas. El momento actual, qué duda cabe, comparte muchas realidades con el posible futuro descrito en estas páginas. Pero es sólo uno de los futuros posibles —el peor de todos, sin duda—, de la humanidad, no el único. Aprovecho el púlpito que me brindan estas líneas, para denunciar el mundo en el que vivimos. Especialmente a los poderosos, a los que todavía poseen la capacidad de revertir el proceso de destrucción al que nos dirigimos.

Progreso.
Es una irresponsabilidad tener un modelo económico basado en la sobreexplotación de nuestros recursos naturales. Es una irresponsabilidad permitir que lleguemos al punto de no retorno de crecimiento demográfico, y es una irresponsabilidad construir un mundo de indiferencia salvaje ante los más débiles.
Denuncio a los grandes grupos de poder por condenar a los más pobres a la muerte y al abandono; no sólo por su falta de humanidad, sino porque esta avaricia ha sido una de las causas de la superpoblación.
Por el contrario, en aquellos estados del bienestar donde la riqueza ha pasado cierto límite, el crecimiento demográfico se ha estancado. Porque ayudar a los demás contribuye a tener un mundo mejor para todos. Y condenar a millones de seres humanos a la muerte por desnutrición, genera un mundo abocado a la desestabilización.
TODAVÍA HAY ESPERANZAS
En cuanto a los ciudadanos corrientes, tampoco estamos exentos de responsabilidad. Primero, porque somos parte del mundo y nuestras acciones, aunque sean a pequeña escala, ya empiezan a suponer un cambio.
Segundo, porque cada uno de nosotros puede ser ejemplo e inspiración para los demás.
Y tercero, porque todos juntos tenemos el poder de cambiar el mundo.
Pero hay que levantarse Y decir basta. Basta a este sistema de corrupción endémica, donde el maridaje entre políticos y banqueros ha acabado con la economía productiva, aquella que desarrollan empresas e individuos que generan bienes y servicios.
Tenemos la responsabilidad de saber qué ocurre en nuestro mundo y de participar en el proceso de cambio en la medida de las posibilidades de cada uno. ¡Apaga la televisión de una vez y enciende la esperanza!