En la zona norte de Italia, los Tarots no sólo fueron empleados por los jugadores, sino también por algunos literatos, que durante mucho tiempo utilizaron las figuras de los triunfos para componer obras moralistas, poéticas o satíricas.
Si bien en el siglo XVI el Tarot se había convertido en juego corriente en las posadas y tabernas, muchos escritores lo consideraban un pasatiempo aristocrático; sin embargo, en aquella época comenzaron a reflexionar sobre las figuras de los triunfos, cuyo significado original se había perdido. Hay muchas citas contenidas en las más variadas Obras, pero hay dos escritos que destacan entre todos los demás.
La primera obra, Reflexión sobre el orden de las figuras del Tarot (Mondoví, 1565), fue escrita por el jurista piamontés Francesco Piscina, quien afirmaba que la numeración del Tarot no era casual, sino que correspondía a enseñanzas de tipo moral muy precisas, Así, Piscina explicó cada uno de los triunfos, partiendo de El Loco y de El Mago, para llegar hasta El Ángel (El Juicio) y El Mundo, pues, para él, estos dos últimos arcanos representaban la gloria reservada a los buenos cristianos tras el juicio divino. En cambio, explicó de un modo muy expeditivo el significado de los cuatro palos de las cartas numerales: los bastos representan las guerras antiguas, las espadas las modernas batallas, y las copas y los oros los placeres del vino y las ventajas que derivan de la paz y de la concordia entre los hombres.
Un manuscrito anónimo, un poco posterior al de Piscina, presenta una interpretación distinta, aunque también relacionada con la moral cristiana. Las tres copias que se conservan de este texto, Discorso perché fosse trovato il gioco, e particularmente quello del Tarocco (Disertación sobre el juego, en especial el del Tarot), se guardan en la Biblioteca Universitaria de Bolonia, en la Biblioteca Nacional de Florencia y en la Biblioteca Nacional de París. El autor, que quizás era ferrarés, definió el Tarot como «figuras jeroglíficas» destinadas a enseñar a los hombres el modo de evitar los peligros espirituales.
Los primeros 15 triunfos, de El Loco a El Diablo (que aquí lleva el número XIV), corresponden a cuatro «inclinaciones humanas» relacionadas con los cuatro palos (riqueza-oros, guerra-espadas, poder-bastos, placer-copas), mientras que los siete últimos, de La Torre a El Mundo, son una invitación a conocer mejor el orden del universo para poder acercarse a Dios.
Algunos creen, con poco fundamento, que estas obras anticipan las interpretaciones esotéricas del Tarot que empezaron en Francia a finales del siglo XV. En realidad, los Discorsí son típicos textos del siglo XVI, época en que numerosos eruditos se dedicaban al estudio y a la invención de alegorías y simbologías, consideradas una especie de lenguaje universal. Por ello, no hay que sorprenderse de que también el Tarot haya sido objeto de estos y otros intereses, especialmente en los lugares donde ya era conocido.
Precisamente en Italia, la cuna del Tarot, las figuras de los triunfos estimularon la fantasía no sólo de los moralistas y los especialistas en iconología, sino también, y muy especialmente, la de los poetas.

LOS TAROTS «APROPIADOS»
En una obra del escritor toscano Girolamo Bargagli, titulada Diálogo sobre los juegos que se suelen practicar en las veladas sienesas (Siena, 1572), se explica un juego del Tarot en el que cada jugador debía atribuir un triunfo a cada adversario y, a continuación, explicar el motivo de tal atribución.
En realidad, Bargagli describe una forma particular de juego, denominada «Tarot apropiado», lo que equivaldría a «dedicado», del que se conservan diversos testimonios. Era usual en esta época que los escritores dedicaran versos a los nobles o a los gentilhombres, asociándolos a personajes de la mitología o de la historia, y lo mismo se hacía utilizando el Tarot con fines satíricos o elogiosos.
En 1530 un anónimo poeta ferrarés escribió la obra los Triunfos de Tarot apropiados, en la que alababa a las más ilustres damas de la ciudad. El mismo año, otro escritor anónimo compuso 22 tercetos titulados Befas al señor de Pavía bajo los títulos del Tarot, mientras que el veneciano Troilo Pomeran entregaba para su impresión sus sonetos Triunfos en honor del famoso gentilhombre de Venecia (Venecia, 1534).
Es necesario señalar también el pequeño poema El triunfo del Tarot escrito en Trento en 1547 por Leonardo Colombino. Las 78 estrofas, una por cada carta de la baraja, describen el desfile público que se organizó en Trento ese mismo año para celebrar la batalla de Múhnlberg, que representó la derrota de los protestantes ante el ejército católico conducido por el emperador Carlos V.
También en Bolonia hubo prosistas y poetas que se basaron en el Tarot para realizar composiciones satíricas o laudatorias. La más antigua, El triunfo de los Tarots apropiados (1688), es una sátira de 22 damas boloñesas. Otros dos manuscritos anónimos se conservan en la Biblioteca Universitaria de Bolonia; el primero, El juego de Tarocchini sobre Mikele Tekeli Ribello (h. 1690), es un soneto que insulta a Imre Thókoly (1657-1705), un noble húngaro famoso en toda Europa por haber combatido junto a los turcos contra Austria: los 22 triunfos recorren las etapas principales de su carrera. El segundo, Triunfo de Tarots y motivos latinos apropiados a cada uno de los canónicos de San Pedro (h. 1740), es una burla en rima dedicada a 22 sacerdotes de la catedral de Bolonia. Cabe mencionar la obra El nuevo juego del Tarot (Milán, 1886), una serie de 22 ilustraciones de Tarot que ridiculizan a los políticos italianos de la época. Cada figura va acompañada de dos cuartetas que reflejan el sesgo ideológico del autor, sin duda una persona progresista, anticlerical y republicana. Pero en aquella época, el juego del Tarot estaba ya en plena decadencia, mientras empezaban a surgir en Italia las interpretaciones esotéricas procedentes de Francia.

PIETRO ARETINO Y EL TAROT
El escritor toscano Pietro Aretino (1492-1556) fue uno de los intelectuales más discutidos en la Italia del siglo XV. Tras unos primeros ejercicios poéticos de carácter sentimental, se trasladó a Roma, donde se impuso como escritor satírico. Un Pasquín escrito en 1517, irreverente con la aristocracia de la curia romana, y aún más los Sonetos lujuriosos (1525), obscenos incluso para el lector moderno, le crearon muchos enemigos. Tras haber conseguido evitar con mucha suerte el puñal de un sicario, huyó a Venecia. Amante de la vida mundana, del libertinaje y de los juegos de azar,
Aretino ha dejado varias obras inspiradas en los naipes. Las más notables son el Pasquín por la elección de Adriano VI (Roma, 1521), en la que el autor asocia un triunfo del Tarot a cada uno de los cardenales reunidos para elegir al nuevo Papa, y el diálogo Las cartas parlantes (Venecia, 1543), uno de cuyos capítulos está dedicado a los 22 Triunfos del tarot.