LA PASIÓN POR EL JUEGO Y EL PODER.
En Filippo María Visconti la pasión por el juego prevaleció sobre su interés por la política. Su adquisición de las cartas de Tarot más bellas que se conocen le define como hombre de indudable gusto artístico.

EL DUQUE FILIPPO MARIA VISCONTI
En 1402 murió el duque de Milán Gian Galeazzo Visconti. Le sucedió su primogénito, el cruel Giovanni María, al tiempo que su segundo hijo, Filippo Maria, se convertía en conde de Pavía. La incapacidad del nuevo duque determinó la fragmentación de los dominios familiares de Piamonte y Lombardía en varios señoríos menores. Cuando su hermano fue asesinado en 1412, Filippo María reclamó sus derechos, pero el condotiero Facino Cane se le opuso, arrebatándole por las armas Pavía, la ciudad lombarda más importante después de Milán. Ese mismo año Facino murió, y Filippo María se casó con su viuda, Beatriz, duquesa de Tenda (1372-1418), que le aportó como dote los dominios y el ejército de su marido. Con esas tropas, al mando del capitán Francesco de Carmagnola, Filippo Maria entró en Milán y, poco después, reconquistaba Lombardía. Seis años más tarde, cansado de una mujer mucho mayor que él, Filippo María acusó a Beatriz de adulterio y la hizo decapitar en el castillo de Binasco junto al presunto amante, En 1428 se casaba con María Allobraga de Saboya.

UN ADORADOR DEL JUEGO
A lo largo de su vida, Filippo María Visconti estuvo casi siempre en guerra contra las ciudades de Florencia y Venecia, que se aliaron para contrarrestar su política expansionista, y en aquella etapa bélica contó con los servicios de los más insignes condotieros de su época, entre ellos Francesco Sforza, su futuro yerno.
Sin embargo, y aparte de la guerra, la gran pasión de Filippo María era el juego, en particular el ajedrez y las cartas. En “la vida de Filippo Maria Visconti”, escrita por su secretario, el humanista Pier Candido Decembrio (1392-1447), se narra que, desde la adolescencia, Filippo María prefería pasar el tiempo jugando que asistiendo a ceremonias públicas o realizando ejercicios deportivos, Decembrio también recoge la noticia de que, en 1415, Filippo Maria compró a Marziano de Tortona (que murió hacia 1423) una baraja con figuras de divinidades y animales por 1.500 escudos. Se dice que el duque, en los años siguientes, encargó una nueva baraja con figuras de dioses y animales al miniaturista Michelino da Besozzo (muerto en 1445). Por desgracia, todas estas cartas se han perdido. En compensación, se conservan otras dos barajas relacionadas con Filippo María, dos obras que, claramente, constituyen el más firme indicio del origen milanés de los Tarots: la baraja llamada Visconti-Modrone, que actualmente se conserva en la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, y la baraja Brambilla, propiedad de la Pinacoteca de Brera de Milán.

LOS TAROTS DE FILIPPO MARIA VISCONTI.
Como todas las barajas miniadas del siglo XV, también las dos citadas nos han llegado incompletas. De la Visconti-Modrone se conservan 67 cartas, de las cuales 11 son triunfos, 17 son figuras y 39 son cartas numerales. Los naipes, de grandes dimensiones (190 x 90 milímetros), están hechos de un grueso cartón cubierto por una preciosa lámina, de oro en el caso de las figuras, de plata en el de las cartas numerales, y decorada a punzón. Es una baraja distinta de las clásicas de Tarot.

En la imagen, El Hermitaño, arcano de la baraja de Alessandro Sforza realizada en Ferrara hacia 1470.
En ella aparecen tres triunfos inusuales: La Fe, La Esperanza y La Caridad, es decir, las tres virtudes teologales; además, el palo de bastos se ha sustituido por un palo de flechas largas. Por otra parte, es aún más importante el hecho de que, en lugar de las cuatro figuras por palo habituales en las barajas de Tarot (sota, caballo, reina y rey), en dicha baraja existen seis figuras: dos sotas, una masculina y otra femenina, dos figuras a caballo, una masculina otra femenina, la reina y el rey. Por ello, la baraja debía de estar compuesta por 96 cartas, suponiendo que los triunfos fueran 22. No parece que la baraja Brambilla tuviese esas anomalías. De ella sólo se conservan 48 cartas (178 x 88 milímetros), de las cuales sólo dos son de triunfo. Pero ¿cómo puede afirmarse que estas barajas habían pertenecido a Filippo María Visconti?. La razón más válida para hacerlo así reside en el hecho de que, en ambas barajas, en el palo de oros (denari en italiano), ya que los signos representan monedas, aparecen, alternativamente, las dos caras del florín de oro que hizo acuñar el duque de Milán. Ninguna otra baraja tiene esta característica. Además, en la baraja Brambilla, en el as y en el dos de oros, junto a la víbora de los Visconti aparecen las leyendas “Filippus Mario Anglo” y “Dux Mediolani et Comes”. En muchas otras cartas aparecen asimismo las divisas “a bon droyt” y “il faut mantenir” que los Visconti adoptaron en 1388, cuando se adueñaron de la biblioteca paduana del poeta Francesco Petrarca (1304-1374). En la baraja Visconti-Modrone aparece un curioso elemento que ha motivado largas discusiones entre los historiadores: es la carta de Los Enamorados. En ella aparecen un hombre y una mujer debajo de una sombrilla, en el borde de la cual están pintados unos escudos rojos con una cruz blanca (emblema de los Saboya) y una víbora (emblema de los Visconti). La mayor parte de los historiadores afirman que se trata de una referencia al segundo matrimonio de Filippo María, en 1428, con María Allobraga de Saboya, aunque ésta vivió casi separada de su marido toda su vida, ya que éste tenía una amante, Agnese del Maino, de la que nació Bianca Maria, futura esposa de Francesco Sforza.

¿Cuándo se hicieron estas bellísimas barajas?, ¿quién las ejecutó?. Algunos autores recientes están de acuerdo en asignarlas al pintor de Cremona Bonifacio Bembo (h.1420 – h.1480), que quizá las pintó hacia 1440, pero esta atribución no tiene en cuenta las diferencias estilísticas entre las dos barajas. También se ha sugerido el nombre de Francesco Zavattari, o de alguno de sus hermanos, que estaban en activo entre 1404 y 1479, y se ha hablado incluso de Antonio Cicognara y de Benedetto Bembo, hermano de Bonifacio, y de algún artista perteneciente a su círculo. Pero hasta hoy no se ha llegado a establecer la autoría con total seguridad.
En aquella época el duque de Milán estaba casi ciego, pero no había perdido la pasión por el juego, pasión que compartía con Francesco Sforza. Éste heredó el poder gracias a su matrimonio con Bianca María, hija ilegitima de Flippo María, que murió sin dejar otros herederos.