Por: Robert Letham. Profesor de Teología Sistemática
Ahora analizaremos la función sacerdotal de Cristo. Mientras que los profetas son la máxima expresión de Dios y transmiten la Palabra de Dios para que incida en la circunstancia de sus contemporáneos, los sacerdotes son aquellas personas cuya función principal es interceder por sus congéneres en la presencia de Dios. Dicho lisa y llanamente, si el profeta es el representante de Dios ante la humanidad, el sacerdote es el representante de la humanidad delante de Dios. Aun así, en Israel estas dos funciones se solaparon en ciertos sentidos. En determinado momento el sacerdote fue quien podía determinar la voluntad de Yahvé sobre asuntos prácticos, acuciantes e importantes. También tuvo un papel docente. Ambas tareas se podrían calificar de proféticas. Sin embargo, siempre fue cierto que «todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere» (He. 5:1). Esto suponía presentar ofrendas y sacrificios por los pecados tanto por sí mismo como por la comunidad, intercediendo por aquellos a quienes representaba, enseñando al pueblo y pronunciando las bendiciones de Yahvé sobre ellos. El propio Yahvé le nombraba para esta labor. Era capaz de mostrar empatía al pueblo, dado que era uno de ellos, experimentando los mismos sufrimientos y tentaciones que ellos.
Los requisitos de Cristo como sumo sacerdote
La obediencia vicaria de Cristo