Por: VÍCTOR FARRADELLAS (PERIODISTA)
Con el asesoramiento de NURIA VILA (MVR)
LEVANTÁIS UN INSTANTE LA VISTA Y ACOTÁIS VUESTRO ALREDEDOR. A BUEN SEGURO QUE ENCONTRARÉIS ALGÚN ELEMENTO QUE CONTIENE PLÁSTICO. NO PODEMOS ENTENDER EL MUNDO ACTUAL SIN ESTE MATERIAL QUE ESTÁ CONTAMINANDO EL PLANETA. UNA MUESTRA EN EL MUSEO DE LA VIDA RURAL (MVR) HABLA DE LOS PROS Y CONTRAS DE ESTE INVENTO.
La palabra plástico quiere decir maleable y fácil de trabajar. Es desde las últimas décadas que empleamos esta palabra como sinónimo de los polímeros. Los polímeros son largas series de moléculas que encontramos en abundancia a la naturaleza como es el caso de la celulosa. En el último siglo y medio, los humanos hemos aprendido a crear polímeros sintéticos, sobre todo gracias a las cadenas de átomos que se encuentran en combustibles fósiles como el petróleo. Los polímeros sintéticos tienen la ventaja que sus cadenas son más largas y resistentes que las de los polímeros que nos brinda la natura, dando como resultado un material más ligero, fuerte y flexible… Más plástico. Todas estas propiedades hacen de los polímeros sintéticos unos materiales muy útiles, en base a los cuales se ha consolidado nuestra sociedad. Pero las mismas características que los hacen tan útiles, también son las que los hacen más difíciles de reciclar.
El origen del plástico
Como pasa con algunos de los grandes inventos del siglo XIX, la paternidad del plástico está disputada por varios creadores. Una resolución judicial dictaminó que la primera patente de este material correspondía a Alexander Parkes, un químico inglés que destacó por sus trabajos en metalurgia y para hacer los primeros experimentos con la celulosa. A pesar de ser pionero, Parkes no supo sacar rédito económico al invento. Quien sí que lo haría, casi al mismo tiempo, sería el norteamericano John Wesley Hyatt, el 1869, gracias al billar.
Una empresa de Nueva York publicó un anuncio en que ofrecía 10.000 dólares a todo aquel quién fuera capaz de aportar un sustituto válido en el marfil. Hyatt respondió al llamamiento aportando un material hecho de celulosa derivada de fibra de algodón tratada con alcanfor; es decir, uno de los primeros polímeros sintéticos de la historia. Aquel primer plástico se podía manipular en una amplia variedad de formas y se presentaba como una alternativa a otros materiales.
Poco a poco el invento se fue refinando. El 1907 Leo Baekeland inventó la baquelita, el primer plástico plenamente sintético. Baekeland había estado experimentando en busca de un material que pudiera sustituir la goma para satisfacer la demanda, cada vez más alta, de un material para recubrir los cables eléctricos. La baquelita no solo demostró ser un buen aislante, sino también un material resistente e ideal para la producción en masa, cosa que encajaba con la rápida electrificación que estaban viviendo los Estados Unidos. Comercializada como «el material de los mil usos», la baquelita podía ser manipulada para convertirse en casi cualquier objeto.
El material de los mil usos
El éxito de Hyatt y Baekeland llevó las principales empresas químicas a invertir en la investigación y el desarrollo de nuevos polímeros, con el objetivo de conseguir plásticos con mejores propiedades para la industria. Todavía habría que esperar unos años, pero, porque los plásticos llegaran en tromba a los hogares de todo el mundo. El catalizador fue la Segunda Guerra Mundial, que propició un crecimiento de hasta el 300% en la industria de los polímeros.
Dos de los más utilizados fueron el nailon y lo polimetacrilato. El primero, inventado por Wallace Carothers el 1935, se usaba en los paracaídas, cuerdas, uniformes o cascos de los soldados; el segundo, usado tanto por alemanes como por norteamericanos, se empleaba para sustituir el vidrio en los periscopios de los submarinos o las ventanas de los aviones. El plástico ofrecía ventajas en muchos aspectos. Por un lado, se preservaban recursos naturales de la explotación masiva y se abarataban costes; por la otra, los plásticos demostraban ser más eficientes que sus alternativas naturales. Los pilotos que eran abatidos y sobrevivían, por ejemplo, estaban más seguros con las ventanas de plesiglás que con las de vidrio.
Después de la guerra, la industria pujante del plástico supo adaptarse a la nueva sociedad de consumo. Los polímeros entraron en la industria automovilística como sustitutos del hierro; en la logística, desplazando papel y vidrio en la paquetería; o en la de la decoración, presentando muebles que ya no estaban hechos de madera. Los materiales tradicionales tenían un único competidor sintético, que hacía soñar autores como Isaac Asimov o Philip K. Dick en un futuro en que la humanidad viviría rodeada de plásticos, el material seguro, resistente y económico que podía adquirir cualquier forma.
Pero pasada la posguerra, la conciencia ecológica hizo aflorar la cara más oscura de aquel material milagroso. Ya en sesenta del siglo pasado se observó por primera vez el problema que generaban las aglomeraciones de polímeros a los océanos y se levantaron las primeras voces en contra de los pesticidas químicos o la polución que causaba su incineración.
Al mismo tiempo, el plástico empezó a adquirir una nueva fama de producto endeble (débil) y superficial, desvaneciendo el aura de material revolucionario por la de producto de imitación.
El inicio del reciclaje
La reputación de los plásticos siguió cayendo en las siguientes décadas, a medida que aumentaba la conciencia sobre el exceso de residuos de plástico, provocados en parte por la fabricación en masa de productos desechables. A pesar de que las mismas industrias de polímeros propusieron como solución el reciclaje, fomentarlo y haciendo campaña porque las administraciones empezaran a hacer recogida selectiva, los residuos plásticos siguieron aumentando.
Y es que el problema principal que plantean los residuos plásticos es que su resistencia y durabilidad hacen que sean necesarios siglos para degradarse. Por eso se producen fenómenos como la gran isla artificial de plástico, de la medida del estado de Texas, que flota al océano Pacífico.
Otro problema de los residuos plásticos es que pueden afectar nuestra salud.
Algunos médicos han alertado del peligro de algunos aditivos químicos que desde hace algunos años se añaden a los plásticos para hacerlos más resistentes, transparentes o flexibles, como el bisfenol. Estas sustancias, una vez el plástico se ha convertido en residuo, se desprenden y se pueden mezclar con el agua o con alimentos que consumimos los humanos; se ha demostrado que en grandes dosis, estas sustancias pueden tener efectos perjudiciales para la salud.
Iniciativas ecológicas
Con todo, pero, los plásticos siguen siendo parte esencial de la vida moderna. Sin ellos no habría teléfonos móviles, cables eléctricos o buena parte de los instrumentos que nos pueden salvar la vida en un quirófano. El estado del bienestar de que disfrutamos en esta parte del mundo se ha consolidado, en parte, gracias al bajo coste de los productos hechos con polímeros sintéticos. La revolución del plástico ha hecho buena parte de nuestras posesiones más económicas, ligeras, seguras y fuertes. Unas virtudes que se convierten en defectos cuando pensamos en la segunda vida que tienen que tener estos objetos.
A lo largo del siglo XXI muchos han ido tomando conciencia del reto que suponen los plásticos para el medio ambiente, pero al mismo tiempo tampoco renuncian a los beneficios que sigue ofreciendo el plástico. Un ejemplo de esta contradicción la encontramos en las bolsas de plástico: todo y el intento de sustituirlas por otros de papel o de tela, o medidas como cobrarlas a los establecimientos, siguen siendo de uso cotidiano.
Viste que en el futuro más inmediato no se eliminará de golpe el plástico, científicos e investigadores trabajan para hacer polímeros más seguros y sostenibles. Una de las vías de investigación más prometedoras son los bioplásticos, compuestos de materiales vegetales en lugar de combustibles fósiles.
Nuevos retos de futuro
Otros se centran a encontrar la manera de acelerar el proceso de biodegradación, y también se están buscando maneras de mejorar la eficiencia de la recogida selectiva y el reciclaje, incluso explorando procesos capaces de devolver los plásticos al estado de combustible fósil. También hay iniciativas, como la de la fundación keniana Flip-Flopi, que trabajan para dar una segunda vida en el plástico; su último proyecto ha estado construir un barco de 18 metros de eslora hecho con chanclas recicladas.
El futuro plantea preguntas: cinco países (China, Indonesia, las Filipinas, Tailandia y lo Vietnam) tiran al mar más plástico que el resto. ¿Podemos renunciar a los beneficios del plástico? Hoy, solo se recicla un 9% del total del plástico mundial. ¿Hay alternativas?
ACTUALIDAD – CIFRAS ALARMANTES
El reciclaje de los plásticos
Estas son los principales datos relacionados con el plástico, según la Agencia Catalana de Residuos (ACR) y Ecoembes, la entidad sin ánimo de lucro que aglutina fabricantes, distribuidores y envasadores.
Solo un 40% de los envases de plástico que se generan se recuperan a través de la recogida selectiva, según la ACR.
El 10% de los residuos de Barcelona son plásticos
El 46% del plástico recibido ya va a parar al vertedero
Solo el 17% de residuos de plásticos de Barcelona se incinera en el vertedero
El 8% de los residuos plásticos generados en España se exportan en otros países. Antes del 2017, año del cierre del mercado chino, era el 25%.
En Cataluña se han reciclado 253.000 toneladas de plástico, según Ecoembes (2017).
El año 2018 se extrajeron 35 toneladas de plástico del fondo marino catalán gracias a 235 pesqueros.
Cada año, a nivel mundial, se tiran al océano una media de 8,7 millones de toneladas de plástico.

Leo Baekeland inventor del primer plástico sintético.
DATOS HISTÓRICOS
1869 John Wesley Hyatt simplifica el proceso de producción de la celulosa.
1907 Leo Baekeland inventa la baquelita, el primer plástico sintético.
1935 El químico norteamericano Wallace Carothers crea el nailon y las bases del neopreno.