ECOLOGÍA – LA REDUCCIÓN DEL OZONO

En 1982, un equipo de científicos que trabajaban para el British Antarctic Survey (BAS) descubrió la caída drástica de los niveles de ozono sobre la Antártida. El ozono (03, un gas incoloro, presente en la estratosfera a entre 20 y 30 km de altura sobre la superficie terrestre) forma una capa protectora que absorbe la mayor parte de la radiación ultravioleta (UV) del Sol. Sin dicha capa, más radiación dañina llegaría a la superficie.

Desde mediados de la década de 1970, la cantidad de ozono en la estratosfera se ha reducido un 4%. Una caída aún mayor se observa en los polos, sobre todo en primavera. Sobre la Antártida, el ozono medido se ha reducido un 70 % desde 1975. Sobre el Ártico, la caída es de casi el 30 %. Se habla de «agujero del ozono», pero sería más apropiado decir «depresión del ozono», por tratarse de un adelgazamiento de la capa, más que de un agujero propiamente dicho.

 

Descubrimiento antártico

El geofísico británico Joe Farman era miembro del equipo que realizó el descubrimiento en 1982. Los equipos del BAS llevaban registrando datos atmosféricos en la base Halley de la Antártida desde 1957. La financiación era escasa, y dependían de instrumentos anticuados como el espectrofotómetro Dobson, una máquina rudimentaria que solo funcionaba bien envuelta en un edredón.

Al percatarse de la caída de los niveles de ozono, a Farman le costó creerlo, y pensó que algo fallaba en el espectrofotómetro. Encargó uno nuevo para el año siguiente, que reflejó una caída aún mayor, y al año siguiente volvió a ocurrir lo mismo. Un año después, el equipo hizo las mediciones a 1000 km de la base, y de nuevo se registró una gran reducción. Farman decidió que había llegado el momento de publicar el hecho, y un trabajo escrito por él y sus colegas Brian Gardiner y Jon Shanklin apareció en la revista Nature en 1985.

1-Agujero en la capa de ozono año 2014.metirta.online

IMAGEN DE LA NASA del “agujero” de ozono sobre la Antártida en el 2014. El área azul indica la menor cantidad de ozono, que se ha estabilizado en la estratosfera desde aproximadamente 2000.

Reacción y respuesta

La mayoría de los científicos recibieron el descubrimiento de Farman con alarma: el aumento potencial de la radiación ultravioleta dispararía la incidencia del cáncer de piel, las cataratas y las quemaduras de sol.

¿Qué hacer? Una de las causas de la reducción del ozono la habían identificado los científicos estadounidenses Frank Rowland y Mario Molina, quienes concluyeron que los gases que contienen cloro entre ellos los clorofluorocarbonos (CFC) presentes en las latas de aerosol y refrigerantes halógenos, en presencia de luz ultravioleta, reaccionaban con el ozono de la estratosfera, descomponiéndolo. Algunos países, entre ellos EE UU, prohibieron el uso de estos productos, pero aún quedaba por convencer a la mayoría.

Los niveles de ozono siguieron cayendo a lo largo de la década de 1980, y la opinión fue cambiando gradualmente. En 1987 se acordó el Protocolo de Montreal para una prohibición global. La capa de ozono muestra signos de recuperación, y se espera que en 2075 el ozono estratosférico haya regresado a los niveles de 1975.

 

ADEMÁS

EN CONTEXTO        

FIGURA CLAVE Joseph Farman (1930-2013)

2-Joseph Farman

 ANTES

1974 Frank «Sherry» Rowland y Mario Molina sostienen que los clorofluorocarbonos (CFC) destruyen el ozono atmosférico.

1976 La Academia Nacional de Ciencias de EE UU declara que la pérdida del ozono es una realidad.

 

 DESPUÉS

1987 Se negocia el Protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono, tratado global para eliminar de forma gradual CFC y sustancias similares.

1989 Entra en vigor la prohibición mundial de producir CFC (ratificada por la UE y 196 estados hasta hoy).

2050 El año en que se predice que el ozono antártico volverá a los niveles anteriores a 1980; otras emisiones dañinas podrían retrasarlo.

3-Aerosoles.metirta.online

Aerosoles como los repelentes de insectos fueron muy comunes desde la década de 1950. El daño que causaban los CFC no se conoció hasta la década de 1970.

Los CFC

Los clorofluorocarbonos (CFC), sustancias hechas de átomos de carbono, cloro y flúor, no son ni tóxicos ni inflamables, y sí extremadamente estables. La baja reactividad que los hacía tan útiles es también la causa de que sean tan destructivos. Duran más de cien años, tiempo suficiente para llegar a la estratosfera, donde los descompone la luz ultravioleta liberando cloro, que reacciona con el ozono y forma oxígeno.

Los CFC se produjeron por primera vez en 1928, y se usaron como refrigerante en neveras. Luego sirvieron para una gama amplia de aerosoles, como acondicionadores, pintura en espray o insecticidas. Los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) que también dañan la capa de ozono, aunque en mucha menor medida, y los hidrofluorocarbonos (HFC) fueron los sustitutos de los CFC. Los HCFC dejarán de usarse en 2020.

Los HFC no dañan en absoluto la capa de ozono, pero son gases de potente efecto invernadero, por lo cual se acordó en 2016 dejar de usarlos gradualmente a partir de 2019.

 

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