ECOLOGÍA – ESPECIES INVASORAS

Las especies invasoras causan algunos de los daños más graves a los ecosistemas. Se trata de especies de plantas, animales u otros organismos no nativos de un ecosistema y que han sido introducidos por la actividad humana, ya sea deliberada o accidentalmente. Estas especies pueden actuar como competidoras, depredadoras o parásitas de las plantas o los animales nativos, o bien hibridar con ellos, cuya supervivencia amenazan.

 

El auge del conejo

Una de las invasiones de especies más notables fue la del conejo común o europeo en Australia. Comenzó en 1788, al llegar once barcos procedentes de Gran Bretaña a la bahía de Botany para fundar la primera colonia penal australiana. A bordo de la primera flota, además de unos mil convictos y emigrantes, había seis conejos, traídos como alimento.

En la década de 1840, el conejo era un alimento básico en Australia, y se criaba en cercados de piedra. Todo cambió en 1859, cuando el colono Thomas Austin importó doce parejas de conejos y los soltó en su propiedad, cerca de Geelong, en Victoria. Veinte años después los conejos habían migrado a Australia Meridional y Queensland, y en las dos décadas siguientes se extendieron a Australia Occidental. En 1920, la población de conejos era de unos 10000 millones.

Los conejos parecen criaturas inofensivas, pero han sido un azote para las especies nativas de Australia, con las que compiten por recursos como la hierba, las herbáceas, las raíces y las semillas, degradando además la tierra. Son especialmente dañinos durante las sequías, cuando comen todo lo que encuentran para sobrevivir. Ha habido varios intentos de controlar la población salvaje, desde vallas a prueba de conejos de más de 3200 km de largo hasta la más eficaz introducción de los virus del mixoma y la neumonía hemorrágica, en 1950 y 1995, respectivamente. Las enfermedades resultantes han demostrado ser el mejor modo de controlar sus poblaciones y proteger a las especies nativas.

 

Los secretos del éxito

Mientras las especies invasoras se difundían por el mundo, los científicos han intentado explicar el éxito de algunas de estas especies, y determinar la manera de controlarlas sin causar problemas adicionales a los ecosistemas. Pese al impedimento que supone la falta de datos comparativos de las especies invasoras que no prosperan, se han desarrollado varias teorías para explicar el éxito de ciertas especies en entornos no nativos, entre ellas las hipótesis de la disponibilidad de recursos, de la evolución de una mayor capacidad competitiva y de la liberación respecto a enemigos previos.

1-Distribución de los conejos en Australia.metirta.online

Distribución de los conejos en Australia.

En general, el éxito de una especie depende de diversos factores genéticos, ecológicos y demográficos. La hipótesis de la disponibilidad de recursos, propuesta en 1985 por los ecólogos Phyllis Coley, John Bryant y F. Stuart Chapín, propone que una especie invasora prospera por estar ya bien adaptada al nuevo medio, y ser capaz de aprovechar cualquier excedente de recursos. Según la hipótesis de la evolución de una mayor capacidad competitiva, publicada por los ecólogos Bernd Blossey and Rolf Nótzold en 1995, las plantas invasoras que crecen con menor presencia de herbívoros en su nuevo entorno pueden dedicar más recursos a la reproducción y la supervivencia, superando en la competencia a las especies nativas.

La hipótesis de la liberación (o escape) del enemigo, planteada por los ecólogos Ryan M. Keane y Michael J. Crawley en su artículo de 2002 «Exotic plant invasions and the enemy release hypothesis», afirma que la especie invasora prospera por tener menos enemigos en su nuevo entorno. En realidad, el éxito de las especies invasoras se debe probablemente a muchos mecanismos que operan a la vez.

 

Plantas invasoras

Una planta que parece apoyar múltiples hipótesis sobre el éxito de las especies invasoras es la aliaria (Alijara petiolata). Nativa de Europa, Asia occidental y central y el noroeste de África, los primeros colonos la llevaron a América del Norte con fines culinarios y medicinales, y se difundió rápidamente. La plaga de ella ha afectado al crecimiento de las semillas arbóreas y reducido la diversidad vegetal nativa, produciendo cambios en los ecosistemas de bosque invadidos.

2-Especies invasoras.metirta.online

Especies invasoras

En su medio nativo, la aliaria sirve de alimento a hasta 69 especies de insectos, ninguna de las cuales está presente en América del Norte. La falta de depredación y el éxito de la planta invasora corroboran la hipótesis de liberación del enemigo. La aliaria compite con éxito con las plantas nativas por los recursos, conforme a la hipótesis de disponibilidad de recursos. La aliaria, además, exuda compuestos secundarios que podrían «atacar» a las plantas nativas, inhibiendo su germinación y crecimiento. Esto responde a la hipótesis de las «armas nuevas», propuesta por los ecólogos Wendy M. Ridenour y Ragan M. Callaway en 2004, según la cual las especies invasoras cuentan con armas bioquímicas que les confieren una ventaja crucial sobre las especies nativas.

 

El arte del control

Las plagas de especies invasoras son extremadamente difíciles de controlar y casi imposibles de erradicar. Si la especie es una planta, lo más obvio es arrancarla o cortarla, pero son métodos que exigen mucho trabajo, sobre todo si el área es extensa. El empleo de sustancias químicas para destruir a las especies invasoras resulta con frecuencia eficaz, pero mata asimismo a las especies nativas, daña la salud del suelo y supone también una amenaza para la salud humana.

Un método de uso frecuente, el llamado control biológico, o biocontrol, enfrenta a las especies invasoras con los enemigos que le son propios. Uno de los primeros éxitos fue la introducción de las polillas de nopal de América del Sur en Australia en 1926 para que se alimentaran de los nopales y sus higos chumbos. La planta se introdujo en la década de 1770, y estaba infestando los campos de cultivo en Nueva Gales del Sur y Queensland. A principios de la década de 1930 se habían erradicado la mayoría de los nopales. No todos los controles biológicos resultan eficaces, y algunas medidas tuvieron consecuencias desastrosas. Por ejemplo, en 1935 se introdujeron sapos de caña para controlar al invasor escarabajo de la caña, que estaba destruyendo los cultivos de caña azucarera. El sapo había controlado eficazmente al escarabajo en Hawái, y se suponía que tendría el mismo éxito en Australia. Los escarabajos de la caña, sin embargo, se alimentan principalmente en lo alto de los tallos de caña, fuera del alcance de los sapos. Por desconocer los medios diferentes que prefieren las dos especies, se eligió una especie equivocada para el control biológico.

3-Sapos de caña.metirta.online

Sapos de caña.

Cuando se comprendió el error, los sapos se habían difundido por Australia, envenenando a todo depredador que intentara comer a este anfibio tóxico. Incluso cuando se reduce la población de una especie invasora, el control biológico puede crear desequilibrios en los ecosistemas o la economía de las comunidades locales. Los organismos reguladores son, por tanto, generalmente reacios a aprobar controles biológicos sin amplios estudios previos. No hay soluciones mágicas para controlar cualquier especie invasora, al depender el remedio de las interacciones complejas de los ecosistemas, y los científicos siguen diseñando experimentos de campo para probar sus hipótesis sobre cómo funcionan las especies invasoras en la naturaleza.

 

ADEMÁS

 

EN CONTEXTO

FIGURAS CLAVE

Ryan M. Keane, Michael J. Crawley (n. 1949)

 

ANTES

1951 Entra en vigor la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria para prevenir la introducción y difusión de plagas de plantas por el comercio internacional. La adoptan muchos países.

1958 Se publica el primer libro sobre la biología de las invasiones, The ecology of invasions by plants and animals, del ecólogo británico Charles Elton.

 

 DESPUÉS

2014 Los estudios realizados sobre algunas de las especies invasoras más destructivas por ecólogos de las universidades de la Reina, en Belfast, y Stellenbosch, en Sudáfrica, revelan que su impacto ecológico se podía predecir por su comportamiento.

 

El mejillón cebra

El caso del mejillón cebra sirve para ejemplificar modos diversos de enfocar el control de especies invasoras, así como los desafíos que plantean. Estos moluscos con concha de bandas, del tamaño de una uña, son nativos de Eurasia, pero se descubrieron en los Grandes Lagos de América del Norte en 1988, adonde se cree que llegaron en el agua de lastre vertida por barcos llegados de Europa. Desde entonces se han propagado por el Medio Oeste de EE UU, llegando incluso a California.

Los mejillones cebra se adhieren a las almejas y otros bivalvos, filtrando las algas que necesitan las especies nativas para sobrevivir. Atascan las tuberías de entrada de agua de centrales energéticas y depósitos de agua potable. Entre los actuales mecanismos de control hay sustancias químicas, agua caliente y sistemas de filtrado. Todos han mostrado alguna eficacia, pero ninguno ha sido capaz de erradicar en condiciones seguras la especie, que sigue expandiéndose por los cursos de agua de Europa, Asia y América del Norte.

 

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