La contaminación adopta muchas formas, desde toxinas en el aire a basura en el fondo del mar. Son contaminantes todas las sustancias o formas de energía que reducen la calidad de la atmósfera, los océanos, el agua o el suelo; y pueden ser químicos o biológicos (como los desechos humanos), productos (como el plástico), ruido, luz o calor. Sus efectos sobre la vida de todo tipo pueden ser de gran alcance, y pueden llegar a miles de kilómetros de la fuente original. La contaminación se difunde por la cadena alimenticia, por el aire o el agua, afectando a toda la vida. Contaminantes como los plásticos pueden facilitar la invasión de especies no nativas, como descubrió la bióloga marina australiana Emma Johnston, y tener consecuencias para la salud humana: se cree que, en 2015, la exposición al aire, agua y suelo contaminados causaron nueve millones de muertes prematuras, una de cada seis de todas las muertes.
Contaminación histórica
La contaminación de origen humano tiene una larga historia. La presencia de hollín en las paredes de las cuevas indica que los humanos prehistóricos contaminaban el aire con sus hogueras. El análisis de testigos de hielo de Groenlandia de hace 2500 años revela pruebas de contaminación del aire por fundición de cobre a miles de kilómetros de distancia, en el centro del Imperio romano. Tales impactos eran aún de pequeña escala. Sin embargo, al comenzar la Revolución industrial en Europa, la contaminación del aire y el agua fue ya grave. Las chimeneas de las fábricas escupían humo y se vertían sustancias tóxicas a los ríos, Las ciudades crecían rápidamente, y no tenían alcantarillado. En Londres, el río Támesis era a la vez fuente del agua de uso doméstico y vertedero de aguas residuales sin tratar. Se extendió la enfermedad, los peces del río morían y el hedor era a veces insoportable. A otros centros urbanos no les fue mucho mejor: en el Berlín de 1870 constan condiciones similares.
De las veinte ciudades con aire más contaminado del mundo, catorce están en India. En Delhi, respirar el denso esmog de noviembre de 2017 equivalía a fumar cincuenta cigarrillos diarios.
En EE UU, las primeras dos ciudades que aprobaron leyes de aire limpio fueron Chicago y Cincinnati, en 1881. Por entonces, el estiércol de los tres millones de caballos que tiraban de los carros en las ciudades de EE UU se filtraba a las reservas de agua, y producía plagas de moscas causantes de enfermedades. Con la sustitución del caballo por el motor de combustión interna, el esmog de coches y camiones se convirtió en un gran problema. En 1952, la «gran niebla» (o «sopa de guisantes», por el color del aire contaminado) mató en Londres a más de cuatro mil personas.
Contaminación del aire
La contaminación del aire por la emisión de sustancias dañinas a la atmósfera, como gases o pequeñas partículas (aerosoles), puede tener un origen natural, caso de volcanes o incendios, pero suele deberse a la actividad humana. Los principales contaminantes de la atmósfera son las emisiones de centrales energéticas que usan combustibles fósiles, » fábricas, vehículos a motor, la combustión de madera y estiércol para calentarse y cocinar y el metano procedente del ganado, de los vertederos y de los campos fertilizados. La mala calidad del aire perjudica la salud humana y los cultivos, y algunas emisiones de combustibles fósiles provocan lluvia ácida, responsable de la muerte de bosques y de peces por miles en los lagos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que nueve de cada diez personas en el mundo están respirando aire contaminado, causa de enfermedades y alergias generalizadas. Determinados aerosoles, además, según la composición y color de las partículas, reducen la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre, teniendo por tanto un efecto de enfriamiento sobre el planeta. Así, los esfuerzos por reducir la contaminación atmosférica pueden agravar los efectos del calentamiento global.
Las orcas podrían extinguirse debido a los bifenilos policlorados (BPC). Estos compuestos se van concentrando al ascender por la cadena trófica, en cuya cúspide están las orcas
Ríos, lagos y mares
Las aguas superficiales, subterráneas y de los océanos reciben la contaminación de sustancias tóxicas de la industria, productos químicos de las tierras de cultivo y basura de todo tipo, como los plásticos y las aguas residuales humanas.
Algunos ríos y lagos están tan contaminados que no pueden sustentar vida alguna; además, privan a las comunidades de agua y alimento, y suponen el riesgo de enfermedades como la polio, el cólera, la disentería y la fiebre tifoidea. Según la OMS, 2000 millones de personas en el mundo beben agua contaminada por residuos humanos, lo cual causa 500000 muertes al año. En los océanos, la contaminación más destructiva procede de los vertidos de petroleros y depósitos. Cuando encalló el superpetrolero Exxon Valdez en la costa de Alaska, vertió 50 millones de litros de crudo al Pacífico Norte. El crudo ahogó o envenenó a unas 250000 aves marinas, 2800 nutrias marinas, 300 focas comunes, 250 águilas calvas y 22 orcas. Murieron también miles de millones de huevos de salmón y arenque. Otra catástrofe se produjo durante la guerra de Irak, cuando las fuerzas iraquíes abrieron las válvulas de un depósito costero y vertieron 1700 millones de litros de crudo al golfo Pérsico. Los efectos a largo plazo de tales desastres están por ver y comprender del todo. Gran parte de nuestros productos biodegradables acaban en los océanos. Desde la década de 1950 se han producido unos 8300 millones de toneladas de plástico, del cual solo se ha reciclado la quinta parte. Cada año llegan a los océanos ocho millones de toneladas de plásticos, responsables de la muerte de numerosos animales marinos.
Contaminantes intangibles
La contaminación en forma de energía la (luz, ruido o calor) puede resultar ton invasiva como los residuos o las emisiones químicas. La contaminación lumínica de edificios, del alumbrado urbano, de vehículos y letreros luminosos fue considerada un problema por primera vez en Nueva York en la década de 1920. Causa problemas a los animales nocturnos, al interrumpir la relación habitual entre depredadores y presas. El ruido excesivo puede resultar perturbador en las ciudades, las rutas aéreas y cerca de fábricas y carreteras. Hay pruebas de que algunas aves cantan ahora de noche, al escucharse mejor su canto que de día.
También el calor residual puede ser dañino. Cuando se usa el agua de los ríos o del mar para enfriar los mecanismos de fábricas o centrales energéticas, el agua caliente que se devuelve a la fuente es una forma de contaminación térmica. Puede matar a los peces y alterar la composición de la cadena trófica, reduciendo la biodiversidad. La energía nuclear se considera a veces más «limpia» que la de los combustibles fósiles, al no producir gases de efecto invernadero, pero sí deja residuos que permanecen radiactivos durante miles o millones de años. La industria nuclear trae también consigo el riesgo inherente de daños accidentales. En 1986, una explosión en la central nuclear de Chernóbil (Ucrania) mató a docenas de personas y emitió radiación sobre Europa occidental. Se espera que tarden un siglo en desaparecer los efectos de esta contaminación sobre el ecosistema y la salud humana.
Medidas compensatorias
Resolver el problema de la contaminación es un gran desafío, y supone tanto limpiar la ya existente como realizar cambios para reducir la tasa a la que contribuimos a la misma. Son aspectos clave la sustitución de los combustibles fósiles por energía sostenible, más reciclaje y reutilización y la sustitución de materiales no biodegradables por biodegradables. Esto llevará tiempo y, en último término, exigirá un cambio profundo en nuestra cultura del consumo.
ADEMÁS
La «gran peste»
A principios del siglo XIX, el Támesis de Londres, receptor de contaminación industrial y residuos humanos de miles de desagües, era el río más contaminado del mundo. La gente se quejaba, pero el gobierno no hacía nada. En 1855, el científico Michael Faraday denunció la desidia de los políticos, sin resultado. El mensaje les llegó de forma más directa tres años más tarde, al contribuir un verano caluroso a la «gran peste» de 1858. El Parlamento, situado en la orilla del río, se vio afectado, y en solo 18 días aprobó la legislación pertinente.
Al ingeniero civil Joseph Bazalgette se le encargó el diseño de un nuevo sistema de alcantarillado, basado en seis alcantarillados de 160 km de largo, que desembocaban en nuevas instalaciones de tratamiento. Antes de una década, la mayor parte de Londres estaba conectada al sistema, en gran parte en uso todavía hoy, más de 150 años después.
EN CONTEXTO
FIGURA CLAVE Emma Johnston (n. 1973)
ANTES
1272 Eduardo I de Inglaterra prohíbe quemar carbón en Londres por el humo que produce.
Siglo XIX El humo del carbón de la Revolución industrial en Gran Bretaña afecta al crecimiento infantil y hace aumentar las muertes por enfermedades respiratorias.
DESPUÉS
1956 La Ley de Aire Limpio introducida en Reino Unido acaba con el esmog urbano.
1963 Se aprueba la Ley de Aire Limpio en EE UU.
1972 Ratificación de la Ley de Agua Limpia en EE UU.
1984 Mueren miles de personas y enferman muchas más por los escapes de gas tóxico de la fábrica de Unión Carbide India, en Bhopal.
Emma Johnston
La bióloga marina australiana Emma Johnston, nacida en 1973, se interesó por los océanos a una edad temprana. Doctorada en biología marina en 2002, en 2017 llegó a ser decana de ciencias de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW). Allí dirigió el laboratorio de ecología aplicada marina y de estuarios, que estudia el impacto de la actividad humana sobre los ecosistemas marinos. Johnston descubrió cómo especies no nativas invaden cursos de agua en zonas costeras al adherirse a cúmulos de desechos plásticos flotando en los océanos.
También estudió las comunidades marinas antárticas y desarrolló técnicas de monitorización biológica, y ha sido consultora de gestión de biodiversidad de estuarios.
Obras principales
2009 «Contaminants reduce the richness and evenness of marine communities», Environmental Pollution.
2017 «Building «blue»: an ecoengineering framework for foreshore developments», Journal of Environmental Management.