El dragón es probablemente el más conocido de los seres monstruosos. Está presente en todos los continentes y en todas las culturas, si bien existen importantes diferencias entre los dragones de Occidente y de Oriente. En Occidente lo imaginamos como una criatura perversa y diabólica; en cambio, los dragones orientales son de naturaleza benigna y protectores de los hombres.
Etimológicamente, la palabra «dragón» procede del griego drakóntos, que significa «serpiente», a quien se parece físicamente. Otros autores derivan el término del étimo griego drakwn, participio del verbo derkomai, es decir, «mirar de modo penetrante», lo que explica su condición de guardián de tesoros o de doncellas.
Físicamente tienen forma de reptil y escamosos, con cuerpo de serpiente o gusano, pueden tener alas, patas y un aguijón en el extremo de la cola. No todos echan fuego por la boca, pero en muchas tradiciones populares aparece esta idea. ¿Es sólo un ser fantástico basado en los restos fosilizados de los monstruos prehistóricos?… No deja de ser inquietante su presencia en todo tipo de civilizaciones, en todo tiempo y lugar, con parecidas características y comportamientos, como veremos ahora.
Los pueblos semitas consideraron a los dragones animales malditos por oposición a todo lo que venía de Egipto, donde estas criaturas estaban muy asentadas y donde se les conocía con el nombre de champsa. En el Antiguo Testamento ya aparece nombrada una bestia de características similares: el Leviatán, que en el Libro de Job aparece vomitando fuego, representando a la muerte y el mal, como un siervo del Diablo, y así aparece también en el Apocalipsis, donde lo derrota el arcángel Miguel. Esta idea fue heredada por el cristianismo posterior, donde el dragón es la viva imagen del pecado.
Aplastar a la gran serpiente, al gusano terrorífico o al dragón simboliza el triunfo de los cristianos sobre el pecado y sobre los paganos. El más claro ejemplo de esto es la leyenda de San Jorge, que inicia una serie de historias en las que un caballero ejemplar vence en singular combate a la bestia para restaurar el orden perdido después de que un dragón sembrara el caos y el terror.
Durante la Edad Media todos los pueblos tuvieron su guerrero matadragones: Horus, Thor, Marduk, Sigfrido, Beowulf o los Caballeros de la Tabla Redonda del rey Arturo. Ya en la mitología clásica aparecía la figura de la víctima, una doncella virgen, símbolo y representación de la pureza, que desencadena la lucha entre el dragón y el héroe, como ocurre con el monstruo al que mata Perseo y que iba a devorar a Andrómeda. Más reciente es la reivindicación del dragón como ser enamoradizo, antojado de la hermosa muchacha, a la que ama con un amor verdadero, puro hasta la muerte, que no se compra ni se vende.
De un modo o de otro, el dragón siempre ha estado vinculado a las mujeres. Por ejemplo, en la mitología griega eran dragones los que tiraban del carro de Deméter, la diosa de la fertilidad, y en la aventura del Vellocino de Oro es una mujer, Medea, la que ayuda a Jasón a vencer al dragón que custodiaba el tesoro, lo cual, por cierto, es otro clásico: los dragones guardianes de fortunas.
Los dragones que aparecen en el norte de Europa guardan una estrecha relación con otros seres monstruosos conocidos con el nombre de gusanos, muy populares en el folclore celta y en Gran Bretaña. Son seres ladinos e inteligentes, tienen alas y la facultad de hablar, suelen guardar un tesoro y sólo se les puede dar muerte atacando directamente su punto vulnerable, que suele estar oculto. En El Hobbit de Tolkien aparece un dragón llamado Smaug que es un buen ejemplo de esta clase de gusanos célticos.
A este mismo tipo de ser responde Fafnir, un dragón al que mató el famoso Sigfrido de las leyendas nórdicas. Pero en este caso Fafnir no era originariamente un dragón, sino un poderoso y valiente enano, hijo de Hreidmar, el rey de los enanos. Lo que ocurrió fue que a Fafnir lo perdió la codicia. Para obtener un preciado tesoro llegó a matar a su propio padre, y por temor a que uno de sus hermanos se lo arrebatara, se ocultó en su casa del monte Reluciente, donde su avaricia lo fue transformando en un espantoso dragón.
Saber más sobre el dragón
Ya en el siglo V a. C. Herodóto habló de los dragones (llamados…champsa» en Egipto y «krokodril en Jonia) como criaturas temibles de la tierra y del agua, (sus garras fuertes y piel escamosa. El dragón es el símbolo de muchas escudos de asta, nobiliarios, es el emblema de los conquistadores celtas de Bretaña y el adorno de las pulas de los antiguos barcos vikingos.
En India no existe ningún ser parecido a los dragones, aunque las nagas se emparentan con ellos. En cambio, en el continente africano, en Nigeria, circula la historia de un dragón que todas las noches escogía a una víctima para devorarla. El joven nativo DanHanta logró notar a la bestia arrojándole a las fauces piedras ardientes. En Sudán existía el monstruo lisa Beer; una gigantesca serpiente dragón, que tras ocho años de lucha, mató el príncipe Samba Gana. América, entre los indios iroqueses de los Grandes Lagos, habitaba un ser monstruoso de tentáculos senpertiformes al que llamaban Kenabeek, y al que mató al legendario héroe Haiwatha.