CRECIENDO Y ACTIVÁNDONOS TRAS LA CONMOCIÓN: CONFINAMIENTO: ¿Y DESPUES QUE?.

José Gregorio González

 ¿Aumentará nuestra empatía y solidaridad hacia causas y escenarios de mayor igualdad y bienestar comunitario, o adoptaremos una actitud más individualista y conservadora de cara a futuras amenazas? ¿Seremos más conscientes y, por tanto, consecuentes con un modelo de vida más fortalecedor desde el punto de vista de nuestra salud, cuidando más de aquello que comemos y hacemos? ¿Sanearemos nuestras relaciones para no tener «cuentas pendientes» que no tengamos posibilidades de resolver en situaciones extremas? ¿Viviremos más en el aquí y el ahora?

Tomando en cuenta que volver al punto de partida anterior al coronavirus es poco realista, cabe preguntarnos si vamos a poder reemprender nuestro camino individual con motivación y optimismo en el futuro. ¿Está a nuestro alcance el gestionar y revertir el estrés y el temor que ha predominado en nuestra cotidianidad en estas largas semanas de confinamiento y restricciones?

PAUTAS ACERTADAS

 Aunque nos parezca extraño, y haya sido para muchos de nosotros novedoso, lo cierto es que la humanidad ya ha pasado en tiempos muy recientes por episodios similares al del COVID19, episodios que nos permiten prever, describir y entender mejor comportamientos propios o ajenos que hasta ahora nos resultaban inusuales, así como también plantear pautas a seguir para afrontarlos. Esto es lo que con carácter de urgencia realizó un equipo liderado por Samantha K. Brooks, del Departamento de Psicología Médica del King’s College London, tras analizar 24 estudios sobre los efectos psicológicos de las cuarentenas.

 La revisión, publicada en febrero de 2020 en The Lancet como herramienta orientativa para las instituciones que debían gestionar el corotsunami, incluyó datos de diez países en los que parte de su población había vivido situaciones de cuarentena o confinamiento por brotes de ébola, gripe H1N1, SARS, síndrome respiratorio de Oriente Medio y fiebre equina. No cabe duda que de este momento que estamos viviendo también saldrán estudios determinantes para el futuro, pero ¿a qué conclusiones llegó Brooks? Algunas son muy evidentes, como el hecho de describir las cuarentenas como situaciones desagradables y no deseadas, eventos en los que a la pérdida de libertad, el aburrimiento y la incertidumbre sobre el estado de la enfermedad, se suma la separación de los seres queridos.

AGOTADO

Sin entrar en los pormenores de cada estudio revisado, los indeseables efectos que perduran tras estos periodos incluyen situaciones tales como estrés agudo, agotamiento, irritabilidad, trastornos emocionales, insomnio, baja concentración, indecisión, entumecimiento, ansiedad al tratar con afectados, Conductas de evitación hacia personas, multitudes o lugares cerrados, deterioro del rendimiento laboral, estrés postraumático y depresión. La irá, la pena, el miedo y la tristeza son estados emocionales que también conquistan terreno, y es que pocos encuestados manifestaron haberse sentido felices viviendo cuarentenas.

Estos efectos, que en mayor o menor medida hemos podido experimentar todos, pueden perdurar meses e incluso años en el personal sanitario, un sector en el que se ha reportado esa perdurabilidad para las situaciones de estrés postraumático y depresión. En la raíz de todos estos efectos de los que ahora toca recuperarnos están los llamados estresores, constituidos por la duración de la cuarentena, el miedo a contagiarnos, la frustración, el aburrimiento, la falta de información y de suministros básicos adecuados, o las temibles repercusiones en la economía.

ANTIDOTO

 Seguro que estos temores nos resultan familiares, al menos tanto como los antídotos que los responsables del estudio propusieron para atenuarlos, acciones que pasan por acortar cuanto sea posible el tiempo de confinamiento, prestando especial atención a los trabajadores sanitarios. «Los resultados sugieren que los gestores —apuntan Brooks y su equipo— deben tomar todas las medidas para garantizar que esta experiencia sea lo más tolerable posible para la población. Esto se puede lograr diciéndole a la gente qué está sucediendo y por qué; explicándole cuánto tiempo continuará el confinamiento; proporcionándole actividades significativas para que hagan mientras están en cuarentena; llevando a cabo una comunicación clara y asegurando que estén disponibles abastecimientos básicos (como alimentos, agua y suministros médicos); y reforzando la sensación de altruismo que la gente debería, con toda razón, sentir».

En mayor o menor medida todos hemos experimentado en este periodo miedo, momentos de estrés y es posible que también algunos instantes de ansiedad. La incertidumbre sobre lo que ocurre y ocurrirá, la convivencia más estrecha con nuestro núcleo, la incomprensión sobre la forma en la que otros realizan su propia gestión o el obligado encuentro con nosotros mismos, facilita que la tríada —miedo, estrés y ansiedad— no pueda ser ignorada.

ANSIEDAD BAJO CONTROL

 Se trata de reacciones naturales y, aunque no deseables, sí que son necesarias para nuestro equilibrio mental y emocional. Y es que el miedo ha sido clave para la supervivencia de nuestra especie, pues como emoción adaptativa nos alerta sobre la amenaza inminente de sufrir daños físicos y/o psicológicos, permitiéndonos actuar a fin de evitarlos, ya sea retirándonos, inmovilizándonos o con acciones como un amago de ataque o defensa que pueda servir para desviar la potencial agresión.

ANSIEDAD

Esa percepción de amenaza moviliza de forma autonómica un complejo sistema de recursos psicobiológicos, incluyendo un torrente bioquímico que nos inunda de sustancias como el cortisol y la adrenalina, dando forma a eso que llamamos estrés y que nos optimiza para actuar en función de la amenaza.

Y al igual que con el miedo y el estrés, también podemos loar las virtudes de la ansiedad, pues no en vano se trata de una sofisticada herramienta de procesamiento de información que en condiciones normales nos permite anticiparnos a posibles peligros antes de que estos aparezcan, focalizando nuestra atención en aquello que consideramos relevante con el auxilio de nuestra memoria y otros procesos cognitivos. La ansiedad es esencial para nuestra supervivencia, aunque cuando se cronifica y perdemos el control, se convierte en esa otra ansiedad patológica que debemos revertir. En esta situación excepcional que estamos viviendo hemos tenido dosis de miedo, estrés y ansiedad en gran medida improductivos, que tal vez no hemos podido evitar, algo similar a las calorías vacías con las que nos sobrecargan ciertos. alimentos nutricionalmente prescindibles.

TOMANDO LAS RIENDAS

En este periodo, la psicología ha desempeñado un papel muy destacado. Se nos ha recomendado con acierto, en el panorama de aislamiento, la ruptura con nuestra cotidianidad y con la tendencia a la saturación informativa, acciones clave como la de mantener la perspectiva y tomar en consideración que no todo es negro y amenazante. Es el eje central sobre el que orbitan otras acciones interdependientes, como la de informarnos mediante fuentes fiables y poner freno al consumo compulsivo de información.

PSICOLOGÍA – TERAPIA

Precisamente la ansiedad tiene la característica de focalizar nuestra atención en los datos que confirman nuestros temores, secuestrando una parte de nuestro juicio al descartar otros puntos de vista. La manera más adecuada de escapar a ese bucle o pensamiento circular es desconectando por momentos de la información. Mantenernos conectados con otras personas, algo en lo que la tecnología ayuda, es otra estrategia clave, así como marcarnos y cumplir con rutinas que pongan orden y den sentido y motivación a nuestra jornada.

 Es evidente que no debemos ignorar que pedir ayuda cuando nos sentimos abatidos o desbordados no solo es una opción legítima, sino algo más que recomendable. Y es que nadie nos conoce mejor que nosotros mismos, así que ser conscientes de nuestras emociones e identificarlas es crucial, pues se convierte en la brújula que guiará adecuadamente, mediante su correcta gestión, nuestro comportamiento.

SABER MÁS

LAS CUATRO FORTALEZAS

La coach y experta en programación neurolingüística Priscila González, del Instituto Ser Brillante, nos describe cuatro antídotos que nos ayudarán en estas circunstancias extraordinarias:

• No huyas de la realidad: evitar o ignorar los hechos no hará que desaparezcan. Resultará liberador evadirnos por un momento, pero no podemos engañarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos, aceptar lo que no podemos cambiar, calcular los daños y marcarnos nuevas metas.

 • Tómate un respiro: toma distancia de la situación, conviértete en un observador desprendiéndote de la presión emocional. Un estado mental sereno despierta la creatividad y el ingenio, y nos ayudará a tomar mejores decisiones y a ser; más resolutivos.

• No pierdas la vitalidad: por naturaleza, el ser humano está dotado de un espíritu de supervivencia y lucha. No te dejes vencer por el desánimo, la apatía o la pereza. Concéntrate en el momento presente y mantente en movimiento; la acción es la clave para salir de cualquier bache.

• Refuerza la confianza: si piensas que todo irá bien a pesar de las circunstancias, es más probable que todo vaya bien, porque esta actitud te coloca en el estado mental adecuado para hacer los cambios necesarios que te lleven a avanzar. Si te cuesta hacerlo, piensa en todas aquellas ocasiones en el pasado en las que pasaste momentos difíciles y conseguiste superarlos.

UN BUEN MOMENTO PARA MEDITAR

Pocos escenarios sociales pueden resultar tan potencialmente favorables a la práctica de técnicas meditativas y contemplativas como el confinamiento al que nos hemos sometido, sin embargo, paradójicamente, por regla general nuestra actitud no parece acompañarnos. Y que no es lo mismo un retiro deseado que uno impuesto por las circunstancias.

MEDITACION

 De ahí que a la incredulidad sobre cómo nos puede beneficiar algo como la meditación, se sume el abanico de excusas de la procrastinación y el implacable bullicio de la «mente del mono», que nos lleva sin tregua de un pensamiento a otro.

En este punto hemos de ser determinantes y tomar las riendas, obligarnos a tener unos minutos para relajarnos físicamente, centrarnos mentalmente fijando nuestra atención en la respiración, y ejercitamos paulatinamente en la introspección. Cualquier técnica puede ser válida, lo importante es hacerlo, ya sea con yoga, mindfulness o meditación zen. Nos ayudará a estar más centrados, a gestionar nuestras emociones, a manejar el estrés y la ansiedad, a pensar con lucidez y a dormir mucho mejor.

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