Civilización Egipcia

CIVILIZACIÓN EGIPCIA

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OASIS DE EL FAYUM Imagen de un canal en el oasis de El Fayum, una fértil depresión habitada desde la época prehistórica, que se fue despoblando progresivamente a causa del avance del desierto y la reducción del lago Bisket Qarun.

LA CULTURA URBANA:

CASAS Y PALACIOS YA DESAPARECIDOS

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Plano de una casa típica DEIR EL-MEDINA, con la entrada, la sala de estar, una habitación y un pasillo que conduce a la cocina.

La arquitectura urbana del Antiguo Egipto ha desaparecido casi por completo. Las crecidas anuales del Nilo han ido destruyendo las antiguas ciudades, las casas y los palacios construidos con ladrillos de arcilla secados al sol. Además, los pocos restos de viviendas que no fueron reutilizados como materiales de construcción se encuentran debajo de las ciudades y los pueblos modernos, por lo cual son imposibles de rescatar e investigar. Constituyen una excepción los restos de los pueblos de Kahun, fundado por Sesostris II (XII dinastía) en el oasis de El Fayum, y Deir el-Medina, fundado por Tutmosis I en Tebas Oeste, así como las ruinas de la ciudad de Tell el-Amarna, erigida por Amenhotep IV/Amenofis IV/Akenatón en el Medio Egipto. Las características de estas poblaciones, que han permitido que sus restos hayan llegado hasta nosotros, son esencialmente dos: fueron construidas en zonas desérticas y estuvieron habitadas mucho tiempo.

LAS SENCILLAS CASAS DE LOS OBREROS

Aunque estos tres casos de restos urbanos son muy particulares, porque las poblaciones fueron «planeadas» ex profeso para unos fines precisos, nos permiten conocer la estructura de una típica casa egipcia, que no varió sustancialmente con el paso de los siglos. Tomando como ejemplo el pueblo de Deir el-Medina, podemos observar que la planta original, cercada por un muro de forma aproximadamente oval, presentaba una sola puerta orientada al sur.

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CASA DE DEIR EL-MEDINA Vista de los restos de casas en Deir el-Medina.

Había en aquel momento 70 casas iguales y contiguas, dispuestas a lo largo de la calle central, que cruzaba el pueblo. Solo las casas construidas posteriormente fuera del recinto amurallado, sin respetar un plano establecido, tenían patio porque disponían de más espacio.

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JARDÍN EGIPCIO Página anterior: Reproducción de un jardín que rodea una mansión en el campo. En el centro hay un amplio emparrado, rodeado de paseos con palmeras y sicomoros, y de varios estanques en los que nadan patos entre nenúfares y plantas de papiro.

Las paredes de las casas eran de piedra hasta una altura de 2,5 metros y de ladrillo hasta el techo; las jambas y los dinteles de las puertas  eran también de piedra. El tejado estaba formado por troncos de árbol recubiertos con una capa de légamo de 10-20 centímetros de espesor para  mantener una temperatura constante. Los suelos eran de tierra batida, a veces estucada y pintada, al igual que las paredes. La vivienda constaba de vestíbulo que daba a la calle, una o dos pequeñas habitaciones y una sala de estar provista de una o dos columnas de madera asentadas sobre piedra y adornadas con nichos o un pequeño altar para el culto religioso doméstico.

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Plano de Deir El-Medina.

Desde la sala de estar, un pasillo conducía a la cocina, en la que había un horno para cocer pan y una escalera para subir al tejado, donde solían dormir sus moradores en las noches más calurosas. Otra escalerilla daba acceso a la bodega excavada bajo el suelo y destinada a guardar alimentos y objetos valiosos.

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SUELO DECORADO Fragmentos de decoración del suelo de una sala del palacio de Amenhotep III en Malqata, con patos salvajes entre matorrales de papiro y plantas.

No existían baños o instalaciones higiénicas; fuera del recinto amurallado había unos depósitos, constantemente vigilados, que contenían el agua transportada diariamente desde el Nilo a lomos de burros. Amenhotep III se encargó de organizar el abastecimiento de agua. Destaca también la ausencia de estratificación de residuos de las distintas épocas de ocupación de Deir el-Medina. Los vertederos públicos fuera de la muralla mantuvieron constante el nivel urbanístico del mismo.

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DECORACIONES Imágenes extraídas de cuatro tablas que muestran diferentes ejemplos de decoración de techos, suelos y zócalos de paredes, copiadas por Rosellini de representaciones en tumbas, templos y viviendas.

Durante el reinado de Amenhotep IV/Akenatón, que se trasladó con su corte y sus partidarios a Tell el-Amarna, los habitantes de Deir el-Medina acompañaron al faraón para continuar en la nueva ciudad las obras de construcción de tumbas. De hecho, las casas del pueblo de los obreros de Tell el-Amarna son muy similares a las de Deir el-Medina.

LA GRANDIOSIDAD DEL PALACIO REAL

Naturalmente, los egipcios más pudientes se construían en las ciudades casas más amplias y confortables que las pequeñas viviendas del pueblo de Deir el-Medina. Conocemos las ricas mansiones de los dignatarios a través de las pinturas de sus tumbas, que representan la vida cotidiana que se desarrollaba en su interior, y de las maquetas de madera que a veces se incluían en el ajuar funerario de las sepulturas del Imperio Medio. Se trataba a menudo de residencias de dos pisos, con numerosas habitaciones divididas en zonas privadas y zonas destinadas a fiestas y recepciones, generalmente con patios interiores con soportales, o con amplios jardines llenos de vegetación alrededor de pequeños lagos artificiales. A partir de estos datos podemos imaginar cómo sería el palacio real: al igual que de las casas particulares, no se ha conservado ningún edificio destinado a residencia de un faraón, y solo podemos suponer, por algunos restos del Imperio Nuevo, la grandiosidad del palacio, con salas de reunión y estancias privadas, rodeado de edificios de alojamiento del servicio, almacenes e incluso los despachos desde los cuales se gobernaba el país. El faraón, aparte del palacio real donde residía habitualmente, poseía otras mansiones en importantes ciudades de Egipto, adonde se trasladaba ocasionalmente.

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BANQUETE Escena de banquete. Una pareja está sentada delante de una mesa repleta de pan, carne, fruta y hortalizas. Las hijas ofrecen a sus padres sistros y collares menat, símbolos de la diosa Hathor.

Por desgracia, no se conservan restos de las decoraciones que adornaban los palacios reales egipcios, pero los pocos fragmentos de pinturas del palacio de Amenhotep III en Malqata y los baldosines de fayenza del palacio de Ramsés III en Medinet Habu dan una idea del esplendor y la riqueza de estas mansiones.

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MAQUETA DE CASA En la tumba de Meketra, de la XI dinastía, fueron halladas numerosas maquetas, como la de esta casa, con un pórtico que da a un jardín con un estanque rodeado de árboles.

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