Ciudades

CIUDADES

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Plano Karnak.

LA FUNDACIÓN DE UNA NUEVA CAPITAL

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Vista panorámica de las ruinas del templo de Amón-Ra en Karnak.

Un el periodo de los Ramesidas fueron fundados también una ciudad y un pueblo: Pi-Ramsés y Deir el-Medina. Durante sus primeros años de reinado, Ramsés II decidió crear una nueva capital, por motivos principalmente estratégicos (para controlar las fronteras nororientales), eligiendo una zona del Delta oriental, cerca de Avaris, la antigua capital de los hicsos y lugar de origen de su familia y de la dinastía. La nueva capital fue llamada Pi-Ramsés, «La casa de Ramsés», y dotada de tres templos, un palacio real con baldosas esmaltadas, residencias para altos funcionarios, grandes acuartelamientos y un puerto en una cuenca artificial. Con ocasión del jubileo del trigésimo año de reinado del faraón fue construida también una grandiosa sala destinada a celebrar dicha festividad. Quedan muy pocos restos de esas construcciones, porque los faraones de la XX dinastía trasladaron la capital a Tanis, y se llevaron de Pi-Ramsés todos los materiales de construcción que podían reutilizar en la nueva ciudad, incluidos obeliscos, estatuas y estelas.

 

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ABU SIMBEL Ilustración de David Roberts con los colosos del templo de Abu Simbel semienterrados en la arena.

DEIR EL-MEDINA, PUEBLO OBRERO

El pueblo de Deir el-Medina está situado en la orilla izquierda del Nilo, en la zona desértica donde se encontraban las necrópolis de la antigua Tebas, y constituye uno de los escasísimos ejemplos de pueblo que quedan del Egipto faraónico. El poblado se desarrolló durante el Imperio Nuevo, a lo largo de cinco siglos y tres dinastías. El fundador de Deir el-Medina fue, probablemente, el faraón Tutmosis I, tercer rey de la XVIII dinastía, que en torno a 1500 a. C. hizo construir el pueblo como lugar de residencia de los trabajadores de las necrópolis reales y sus familias.

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RAMSÉS II Grupo escultórico que representa a Ramsés II entre dioses, en el templo mayor de Abu Simbel.

De hecho, Tutmosis I fue el primer faraón que hizo erigir su tumba en el Valle de los Reyes, y la necesidad de tener cerca y a su continua disposición a los obreros y artesanos encargados de su construcción determinó el nacimiento del pueblo y su ubicación. El pequeño valle en el que fue fundado lo hacía fácil de proteger y de vigilar, y permitía que sus moradores trabajaran y vivieran en sitios distintos, evitando las fugas de información sobre la localización de las tumbas que estaban construyendo en el Valle de los Reyes y el cercano Valle de las Reinas. Los habitantes de Deir el-Medina, al principio, fueron un grupo de personas de clase social baja, procedentes de diferentes lugares de Egipto y entre los cuales había también muchos extranjeros, en su mayoría de estirpe siria, como demuestran los nombres de sus descendientes. Los vecinos aceptaron vivir en un estado de sumisión, confinados en el desierto: la policía real estaba encargada de vigilarles para reprimir eventuales intentos de hurto en las tumbas reales o la difusión de información acerca de las sepulturas en construcción. Entre los habitantes del poblado empezaron a sobresalir algunos personajes especialmente hábiles e influyentes, y Deir el-Medina adquirió pronto cierta importancia y una vida más autónoma. La muralla que rodeaba el pueblo tenía forma oval alargada, con una sola puerta al sur y 70 casas iguales y contiguas, dispuestas a lo largo de la calle central que cruzaba Deir el-Medina en sentido longitudinal. Durante la XX dinastía, llegó a haber 120 casas, muchas de ellas construidas fuera del recinto amurallado sin respetar un plan preestablecido. Deir el-Medina alcanzó su momento de máximo esplendor en el periodo del reinado de Ramsés II.

 

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Plano de Deir El-Medina.

LAS TUMBAS DE LA FAMILIA REAL

Durante el largo reinado de Ramsés II fueron excavadas y decoradas al menos seis tumbas para la familia real: la del faraón y sus hijos, en el Valle de los Reyes, y las de Nefertari y sus tres hijas Nebtaui, Meritamon y Bentanat, en el Valle de las Reinas. Pero es de suponer que los obreros de Deir el-Medina, en ese largo periodo, construyeran otras tumbas, hoy desaparecidas, para los numerosos miembros de la familia de Ramsés II.

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DEIR EL-MEDINA Vista actual de las ruinas del pueblo de Deir el-Medina, con las paredes de las casas de piedra. En la colina se ven las entradas de algunas tumbas de la necrópolis del pueblo.

La larga duración del reinado de Ramsés II y la prosperidad alcanzada por Egipto proporcionaron a los obreros de Deir el-Medina los ingresos económicos suficientes para construirse grandes tumbas familiares con ricos ajuares funerarios. A espaldas de la parte occidental del pueblo se encontraba la necrópolis, donde se han descubierto más de 20 grandes tumbas decoradas que datan de la época de Ramsés II. Con la XX dinastía comenzó la decadencia de Deir el-Medina, en la cual influyó claramente el debilitamiento de la autoridad real frente al aumento del poder sacerdotal. Durante el reinado de Ramsés XI, el pueblo fue paulatinamente abandonado.

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TUMBA DE NEFERTARI Corte transversal de la tumba de Nefertari, La reina está representada repetidas veces junto a diferentes dioses, acompañada por los textos rituales en su viaje al más allá.

Los escribas y los obreros que construían la tumba del faraón se trasladaron al abrigo de la muralla del templo funerario de Ramsés III, en Medinet Habu, por motivos de seguridad y también a causa de irregularidades en el abastecimiento. Al comienzo de la XXI dinastía, la necrópolis real fue trasladada al Delta, y ningún faraón volvió a ser sepultado en el Valle de los Reyes. La zona de Deir el-Medina fue utilizada esporádicamente como lugar funerario y, en la época copta, como convento habitado por monjes cristianos. En efecto, el nombre árabe del pueblo significa «Convento de la Ciudad», y fue adoptado porque el antiguo poblado no tenía nombre, y se denominaba simplemente «El Pueblo». A finales del siglo VII d. C., con la conquista árabe, Deir el-Medina volvió a quedar desierto, esta vez para siempre.

 

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