ARQUITECTURA
LA IMPORTACIÓN DEL VIDRIO DE MESOPOTAMIA

Copa de Vidrio siglo XVI a.C.
Los comienzos del Imperio Nuevo se caracterizaron por numerosos contactos con las poblaciones que rodeaban Egipto, tanto a través del Mediterráneo como de Oriente Próximo. En particular, tuvieron gran repercusión las luchas entre Egipto y el pueblo mitanni, una potencia política establecida en el norte de Mesopotamia, entre el Tigris y el Eufrates, que se enfrentó a Tutmosis III por el control de la zona sirio-palestina. A raíz de esas contiendas llegaron a Egipto nuevas tecnologías, entre las cuales fue importantísima la de la producción de vidrio. Los primeros objetos aparecieron en Egipto durante el reinado de Tutmosis III, revelando una técnica que pronto alcanzaría la perfección, sin fase previa alguna. Las piezas de vidrio más antiguas, destinadas a la fundición para formar objetos, proceden de la zona mesopotámica, de la ciudad de Eridu, y datan aproximadamente del año 2000 a. C. Proceden también de Mesopotamia las primeras copas de vidrio, realizadas en el siglo XVI a. C. Su técnica de producción es la misma que la de las copas egipcias de la época de Tutmosis III, es decir, el sistema de fabricación sobre núcleo de arena.

LOS COLOSOS DE MEMNÓN Los colosos de Memnón son todo cuanto queda del templo funerario de Amenhotep III. Las estatuas fueron famosas incluso en la época grecorromana.
Es probable que tras la victoria del faraón sobre los mitanni, algunos artesanos del vidrio sirios y mesopotámicos se trasladaran a Egipto en busca de un nuevo mercado, o incluso fueran llevados como prisioneros de guerra por Tutmosis III, interesado por su tecnología. En cualquier caso, a esa época se remonta la repentina aparición de las primeras copas de vidrio egipcias, tres de las cuales llevan el nombre del faraón.
LAS GRANDES OBRAS AMENHOTEP III

Gran templo de Amón en Karnak.
Los ejemplos más característicos de la arquitectura monumental de la XVIII dinastía son los complejos funerarios de los faraones, constituidos por las tumbas en el Valle de los Reyes y los templos de Tebas Oeste (de los cuales solo queda en pie el templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahari), así como los erigidos por Amenhotep III, considerado uno de los más activos constructores de la historia egipcia. Por desgracia, algunas de sus obras monumentales no han llegado hasta nosotros. Del palacio real de Malqata, en Tebas Oeste, se conservan pocos restos, y los únicos testimonios que quedan de su templo funerario son los colosos de Memnón.

Plano de Karnak
Se trata de las dos estatuas que flanqueaban la entrada del templo, destruido por los saqueos y las inundaciones, así llamadas por los griegos por asonancia con el nombre de Amenhotep III. Se cuenta que una de ellas emitía sonidos al amanecer, cuando los rayos del sol hacían que se evaporara la humedad acumulada durante la noche en las grietas provocadas por un terremoto. De este modo, Memnón saludaba cada mañana con un lamento a la Aurora, su madre. Tras la restauración llevada a cabo por el emperador romano Septimio Severo, la estatua dejó de emitir sonidos.
LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DE LUXOR

CAPITEL DE HATHOR La capilla de la diosa Hathor, en Deir el-Bahari, está decorada con columnas cuyo capitel representa a Hathor coronada por la imagen del sistro con dos cobras (ureo).
Adelantándose en cierto modo a Ramsés II, Amenhotep III mandó construir en Soleb, el actual Sudán, un gran templo para celebrar su fiesta Sed, es decir, el jubileo que, después de 30 años de reinado, renovaba el poder del faraón. Cerca de él, en Sedeinga, hizo erigir un templo más pequeño dedicado a la «gran esposa real», Tiy. Amenhotep III construyó varios templos pequeños también en el sur, entre los cuales destaca el templete de la isla de Elefantina, donde el faraón se hizo representar divinizado y, como tal, adorándose a sí mismo.

EL TEMPLO DE AMÓN EN LUXOR Vista aérea del templo de Antón, edificado por Amenhotep III y Ramsés II. Se ve la pequeña mezquita construida en el interior del complejo.
Sin embargo, su obra más importante fue la construcción del templo de Luxor, con su patio con pórtico y la gran columnata que lo une con el patio añadido posteriormente por Ramsés II, que hizo erigir también a la entrada del templo dos colosos con su imagen y dos obeliscos, uno de los cuales está actualmente en París. Un largo paseo con esfinges comunicaba el templo de Luxor con el de Karnak, construido también durante la XVIII dinastía por los faraones Tutmosis, sobre un antiguo santuario del Imperio Medio. Mientras que el templo de Luxor se usaba solo en ocasiones especiales, en el templo de Karnak se rendía culto diariamente al rey de los dioses, Amón-Ra, y por eso, los faraones de todas las dinastías embellecieron y ampliaron el templo principal, hasta abarcar la gran extensión que se puede visitar hoy.