Los alven, conocidos tradicionalmente como los mensajeros de las hadas, son unos espíritus del aire del folclore holandés. Por ser elfos de la luz se incluyen en los seres elementales de la naturaleza y, por tanto, son de apariencia humana, pero de naturaleza mucho más etérea. Ligeros y transparentes, se desplazan por los aires a gran velocidad.
Los seres elementales del aire suelen relacionarse con los poderes del pensamiento. La rapidez con la que se mueven por la naturaleza, sin los límites físicos que impone el cuerpo, los hace ideales para la comunicación de ideas. Como ha ocurrido anteriormente con otras criaturas fantásticas, los hombres han creado en su imaginación un ser al que responsabilizan de sus debilidades. En el caso que nos ocupa, el alven es el culpable de la incapacidad casi universal del hombre para guardar un secreto. Si nos falta valentía para reconocer nuestra responsabilidad o nuestro error, siempre nos queda un ser fantástico al que recurrir: nosotros no hemos dicho nada, han sido los alven quienes se han ido de la lengua.
Aunque los alven podrían encontrarse en cualquier parte del mundo, el lugar que han elegido para vivir son los canales y ríos de los Países Bajos, alejados de la civilización. Allí cuidan de los animales y plantas de la zona y se divierten dejándose llevar por la corriente del río Rin, hasta conectar con las aguas del río Elba a través de sus canales.
Para los alven, el río Elba es un lugar sagrado. A veces dejan que el viento arrastre sus cuerpos ingrávidos; en otras ocasiones se suben sobre algún tronco y sienten la emoción de la corriente. Los poderes de los alven se potencian por la noche, debido probablemente a la influencia que ejercen sobre ellos los rayos de luna.
El viento, la luna y las corrientes de agua interfieren a menudo en su estado de ánimo, los convierten en seres de naturaleza voluble y caprichosa, difíciles de entender por los humanos. Al caer la noche, su actividad se multiplica. Es en este momento cuando es posible verlos cerca de los humanos tramando alguna maldad.
En las colinas del sureste de Holanda, más allá de las fronteras de la realidad, las hojas de los árboles y los rumores del río nos cuentan la leyenda de los alven. Hace muchos, muchos años unos niños descubrieron unos seres transparentes en las colinas de Alvinnen. Navegaban sobre hojas gigantes de árboles y se dejaban llevar sobre el río como si estuvieran subidos en una canoa.
Sus cuerpos eran finos y difíciles de ver mientras remaban de modo lento disfrutando con su paseo. Por la expresión parecían muy serios, pero su espíritu estaba tranquilo. Nadie creyó nunca el relato que contaron aquella tarde los niños, pero ellos decidieron llamarlos «alven», en honor de la colina desde donde los vieron.
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En el folclore los alven son considerados los mensajeros de las hadas, el equivalente popular de lo que fue Hermes para la mitología griega, mensajero de los dioses.