RESEÑA HISTORICA
Por Giordano Berti
A comienzos de los años Cuatrocientos, en las cortes principescas de los Este de Ferrara y de los Visconti de Milán, se difundió la moda del «ludus triomphorum», un juego formado por veintidós figuras alegóricas de invención reciente, llamadas «cartas triunfales», unidas a la baraja de cincuenta y seis cartas numerales de palos italianos (copas, bastos, oros y espadas) conocidos desde hace tiempo. Se supone que este juego haya sido ideado para instruir y, al mismo tiempo, divertir a los jóvenes cortesanos, pero muy pronto es acogido por los cetos más populares transformándose en juego de azar. Así, las cartas (que inicialmente eran producidas por hábiles miniaturistas con finas láminas de oro trabajado sobrepuestas a espesos cartones pintados al temple) empezaron a ser fabricadas en serie por procedimiento xilográfico. El «ludus triomphorum» cambió hasta nombre, haciéndose famoso como «juego del tarot» (de la palabra «taroccare», es decir disputar, refunfuñar o también timar, según diversos dialectos de Italia septentrional). Durante el siglo XVI, el juego del tarot se difundió en toda Italia (dando vida a numerosas variantes regionales) y en Francia donde los grabadores locales crearon el modelo llamado «tarot de Marsella», que tuvo inmensa fortuna. En efecto, entre los siglos XVII y XVIII las fábricas francesas de barajas monopolizaron el mercado europeo. Así, para levantar la propia economía, los fabricantes lombardos y piamonteses se adaptaron casi completamente al modelo francés, mientras que los papeleros alemanes dieron vida a una nueva producción: tarots de figuras fantásticas que constan de cincuenta y seis cartas de palos francesas (corazones, diamantes, tréboles y picas) y de veintidós «triunfos», cuyo sujeto cambiaba de continuo (primero animales, luego trajes populares, eventos históricos, obras de teatro, etc.).
A finales del Setecientos para los tarots empezó una nueva época. En la ola del nuevo auge de las artes mágicas, algunos esotéricos intuyeron en las alegorías de los triunfos las trazas de la antigua religión egipcia transmitida por el mítico Libro de Toth. Explotó así la moda de la cartomancia (ya presente en los ambientes populares pero poco difundida), y de las tertulias parisienses se derramó en toda Europa, dando inicio a una vasta producción de nuevos tarots para uso divinatorio. En aquellos mismos años, el juego de los tarots fue acogido por numerosas cofradías ocultistas francesas e inglesas. Investido de complejos conceptos filosóficos tomó los papeles más diversos (de vez en vez egipcíaco, cabalístico, hermético, alquímico o astrológico), volviéndose el instrumento mágico, místico y de iniciación fundamental para todos los adeptos del ocultismo. Gracias al intenso trabajo teórico desarrollado por los ocultistas del Octocientos, la moda de la cartomancia con tarot ha tomado un empuje que aún hoy día parece incomparable, como demuestra la cantidad de publicaciones que cada año son lanzadas al mercado.
Pero en estos últimos decenios estamos presenciando un fenómeno nuevo. Son cada vez más numerosos, en efecto, los históricos del arte, de las religiones y del comportamiento humano que se han dedicado al estudio de los tarots, analizando sus orígenes, las vicisitudes históricas y el significado de cada una de las ilustraciones. Al mismo tiempo, son siempre más numerosos los pintores e ilustradores que, dejándose fascinar por las figuras «triunfales» (los llamados Arcanos Mayores), han realizado obras de gran valor artístico. La Casa «Edizioni Lo Scarabeo» de Turín es uno de los mayores puntos de referencia en Europa de esta tendencia, presentando en el catálogo diversas barajas de tarot pintadas por grandes artistas como Ferenc Pinter, Jorge Trevisan, Antonio Lupatelli, Sergio Toppi y Jacinto Gaudenzi, por no citar que los más famosos.
IMPORTANCIA DE LOS ARCANOS MAYORES
Detrás del auge de los tarots se intuye una realidad que va mucho más allá de la dimensión puramente comercial. Probablemente el deseo de «cosas ocultas», o de certidumbres «superiores», impulsa mucha gente a acercarse a un juego cuya fascinación se debe al misterio de sus orígenes y a los enigmas de sus imágenes, que parecen representar alegóricamente las condiciones humanas en sus múltiples manifestaciones. En efecto, desde sus orígenes las cartas «triunfales» han representado el camino que conduce a los hombres de la condición más humilde, la de Mísero, a la presencia de Dios. Las cartas intermedias indicaban los conocimientos útiles a afrontar este camino: las condiciones de los hombres, las leyes que los gobiernan, las fuerzas que los dirigen, el propio destino.
Evidentemente se trataba de etapas simbólicas, ya que nadie, en el Medioevo como en los siglos sucesivos, hubiera pensado nunca de llegar a ser Papa o Emperador. Más de preciso, los «triunfos» representaban disposiciones mentales: el papa era el símbolo de la sumisión a los dogmas religiosos; la Papisa representaba la fe; Hércules la fuerza interior; el Emperador la voluntad; el Diablo era el símbolo de los instintos malvados; la Torre el orgullo castigado; el Colgado era el traidor, y así sucesivamente. El valor jerárquico de las cartas quedó invariado también en el juego de azar y se ha mantenido casi del todo intacto en las modernas interpretaciones ocultistas, aún variando sensiblemente el significado de algunas figuras. En los sistemas divinatorios, en cambio, cada carta toma múltiples significados, variando según el contexto en el que se presenta y según la intuición del cartomántico. En todos los casos los tarots se presentan como un alfabeto capaz de infinitas combinaciones.
Sacar las cartas de la baraja, leerlas e interpretarlas significa poner en marcha un mecanismo mnemotécnico que despierta diversas facultades mentales: racional y matemática en el caso del juego de azar, instintiva y metapsíquica en el caso de la consultación cartomántica. Los cartománticos están casi todos de acuerdo en afirmar que los tarots son un medio (aunque no el único) para leer dentro de sí mismos yen otros a nivel profundo, y afirman que la consultación de los tarots (al igual que otros métodos) es útil para obtener informaciones y consejos sobre cualquier aspecto de la vida (afectivo, psicológico y profesional) con particular atención a los cambios futuros de los problemas tomados en consideración. Los sistemas divinatorios son muy numerosos y, por lo general, requieren el empleo de todas las setenta y ocho cartas de la baraja. Pero los elementos clave en la lectura cartomántica son los Arcanos Mayores, ya que representan los aspectos fundamentales de la vida humana. En efecto, existen algunos métodos que prevén solo el uso de los Arcanos Mayores, simplificando de tal manera la lectura. Señalamos algunos de los más difundidos.
METODO DE LAS CINCO CARTAS
Este sistema es aconsejado por Oswald Wirth (18601943) para contestar a una sola pregunta, que el consultador debe expresar de manera clara y sin necesidad de entrar en detalles. Hecha la pregunta, se barajan siete veces las cartas de los Arcanos Mayores. Luego se le pide al consultador que escoja cuatro cartas: la primera es a su favor, la segunda se le opone, la tercera carta es un juicio sobre la situación y la cuarta es la sentencia o un consejo. Después de haber depositado las cartas en forma de cruz, se busca la quinta carta que representa la síntesis final, que deriva de la reducción teosófica de los primeros cuatro Arcanos. Esta operación se efectúa sumando los valores de cada una de las cartas y reduciendo el valor obtenido a la sencillez de un solo dígito. Por ejemplo: X + XII + + IX = 34 = 3 + 4 = 7. Algunos cartománticos modernos, en cambio, usan un sistema ligeramente diferente y restan el número 22 a la suma de las primeras cuatro cartas. Así resultaría 34 22 = 12 y de tal manera la carta de síntesis final suministraría una respuesta diferente. Existe también quien aplica contemporáneamente ambos métodos, utilizando dos cartas de síntesis. En este caso, la primera representa los desarrollos futuros del problema y la segunda los elementos (positivos o negativos) que tendrán influencia directa sobre el curso de las cosas. Terminada la disposición de las cinco (o seis) cartas, se pasa a la interpretación de cada figura.
METODO GITANO
Este sistema permite descubrir sumariamente todos los aspectos de la vida del consultador. Como primera cosa se mezcla bien la baraja de los Arcanos Mayores por tres veces y se hace escoger una carta al consultador: es el Arcano que lo representará durante la lectura, indicando su personalidad, características psicológicas y aptitudes generales. Luego se barajan cinco veces los veintiuno Arcanos restantes y se hace cortar la baraja al consultador. Esta operación debe efectuarse tres veces, después se disponen los Arcanos en tres filas de siete cartas cada una. La I fila horizontal representa el pasado, la U el presente y la III el futuro.
De cada fila, la P carta habla del trabajo y del resultado profesional (colaboradores, dependientes, clientes y negocios); la 21 habla de las ambiciones (viajes, cambios, compras, proyectos para el futuro); la 3« habla de la suerte (herencias, ganancias o pérdidas de dinero, gastos no previstos, pendencias legales, especulaciones, éxitos personales); la 4« habla de las amistades (protectores, amigos fieles, enemigos, vecinos de casa, vida mundana, relaciones sociales); la 5« habla de los afectos (amor, noviazgo, matrimonio, erotismo, potencia sexual, placeres en general); la 6« habla de la familia (hijos, parientes, padres, tradiciones, educación, estudio); por último, la 7« habla de la salud psicofísica (enfermedades, curaciones, encarcelaciones, constricciones, hospitalizaciones, rivalidades secretas, alteraciones mentales, stress). Para cada argumento, por lo tanto, tendremos tres cartas que deben ser leídas en orden cronológico, para poder aclarar el curso de los sucesos del pasado al futuro.
