El Tarot Ríder-Waite, tal vez la baraja más vendida e imitada del mundo, es una de las principales síntesis de la tradición mágica occidental. En esta obra, el misticismo cristiano se funde con la cábala hebraica, con la alquimia y con la astrología.

El influyente esoterista inglés Arthur E. Waite, vestido con el hábito ritual de la Hermandad de la Rosacruz, en un retrato tomado en 1922.

Esta baraja fue creada hacia 1910 por Arthur Edward Waite, antiguo miembro de la Orden Hermética del Amanecer Dorado (Golden Dawn) y uno de los más importantes exponentes de la tradición ocultista anglosajona. Waite nació en Nueva York en 1857, hijo de la británica Emma Lovell y de Charles Waite, capitán de la marina de los Estados Unidos; tras la muerte del padre, en 1858, su madre regresó a Inglaterra llevándose al pequeño consigo. En su juventud, Waite recibió una educación católica, pero a la edad de 20 años empezó a interesarse por el espiritismo y, poco después, por la magia y la alquimia. En el curso de ciertas investigaciones que llevó a cabo en la British Library, conoció a dos personajes que habían de cambiar su vida: Samuel Liddell Mathers, uno de los fundadores de la Golden Dawn, y el doctor Berridge, también adepto de dicha Hermandad, quien le convenció para que realizara estudios de ocultismo en la organización. En enero de 1891, Waite fue acogido como Neophita en el Templo Isis-Urania, en Londres; su nombre de iniciación era Sacramentum Regis. En abril de 1892 alcanzó el grado de Philosophus, pero, al no pagar las cuotas de la asociación, no pudo acceder a los niveles superiores. En 1893 fue suspendida su pertenencia a la Orden, pero fue readmitido dos años después, y en marzo de 1899 alcanzó el grado de Adeptus Minar. Fue en aquella época cuando empezaron a surgir una serie de conflictos que desembocarían en la desaparición de la Golden Dawn.

Imagen que representa al hombre encerrado en la Estrella de David es uno de los símbolos esotéricos más universales.

EL FINAL DE LA GOLDEN DAWN

En 1891, Samuel Mathers había sucedido a William Woodman en el papel de Magus de la Golden Dawn, pero sus métodos, demasiado autoritarios, despertaron el descontento de los adeptos. Los primeros conflictos se resolvieron con la expulsión de todos los adeptos que se habían manifestado en contra de Mathers, pero a principios del año 1900 los acontecimientos se precipitaron. Mientras se hallaba en París, comprometido en la organización del Movimiento de Isis, Mathers se dejó embaucar por dos personajes, un tal Theo Horos y su consorte, fundadores de la Unión Teocrática, que aseguraban tener una misión en el mundo: la de preparar las conciencias de los hombres para el retorno de Cristo y la Virgen María. Mathers escribió una carta de presentación para que fueran admitidos en el Templo de Isis-Urania, pero cuando llegaron allí esta oscura pareja fue tratada de estafadora. Mientras tanto, un grupo de seguidores, liderado por el poeta irlandés William Butler Yeats y la actriz Florence Farr, investigaba los rumores sobre un presunto escándalo sexual protagonizado por Aleister Crowley, un joven miembro de la Hermandad. Este grupo envió una carta de queja a Mathers, pero éste pensó que se trataba de un motín capitaneado por William Westcott, quien, supuestamente había acusado al Magus de conspirar con la adepta alemana Anna Sprengel, que afirmaba ser el enlace con unos misteriosos «Líderes Secretos». Mathers se defendió de estas acusaciones, alegando que nunca había tenido ningún tipo de relaciones, personales o escritas, con Anna Sprengel, y que los «Líderes Secretos» eran una mera invención del propio Westcott. Así, fue constituido un comité de investigación, pero ante la imposibilidad de aclarar la cuestión, los adeptos londinenses expulsaron de la Orden a Mathers y sus seguidores, quienes decidieron formar un nuevo templo: el Alpha et Omega.

Aleister Crowley, en 1900, con el hábito ritual de la Orden

En abril de 1900, los miembros del IsisUrania promulgaron una nueva constitución y eligieron un ejecutivo que tenía como líder a Yeats. Pero ello no arregló las cosas entre los adeptos; por el contrario, pronto surgieron polémicas sobre las actividades mágicas que se desarrollaban en el Templo. Waite no se dejó implicar en este tipo de discusiones, pues en aquella época estabá empeñado en entrar en la Masonería. En septiembre de 1901 fue aceptado como masón en la Runymede Lodge de Wraysbury; en febrero de 1902 alcanzó el grado de Maestro y después fue admitido en la Societas Rosicruciana in Anglia. Entretanto, los trabajos para la elaboración de un nuevo reglamento del IsisUrania se estancaban. Durante la reunión general que tuvo lugar en la primavera de 1903, se enfrentaron tres facciones, y ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo, decidieron la clausura definitiva del Templo. El grupo de William B. Yeats y Florence Farr abandonó la Orden, y otros seguidores liderados por R. Felkin fundaron una nueva asociación llamada Estrella Matutina; por su parte, Waite, junto con los adeptos R. Palmer Thomas y M. Blackden, dieron vida al Rito Rectificado Independiente. Gracias a un acuerdo especial, los dos nuevos grupos surgidos de la Golden Dawn vivieron más o menos en armonía hasta 1910, año en que sus deterioradas relaciones cesaron completamente.

ARTHUR E. WAITE Y LAS CARTAS DEL TAROT

En julio de 1913, Waite y diez miembros del antiguo Rito Independiente consagraron la Fellowship of the Rosy Cross (Hermandad de la Rosacruz), de la cual el mismo Waite asumió el cargo, no electivo, de Imperator. La jerarquía de esta hermandad estaba basada en el Árbol de la Vida, como en la Golden Dawn, pero se eliminaron todas las referencias paganas y egípcianizantes en los ritos de paso, y la magia ritual fue suprimida en favor de un simbolismo enteramente cristiano de impronta rosacruciana. La filosofía conductora de esta Hermandad ya había sido trazada por Waite en una baraja de cartas de Tarot especial, publicada en 1909 por el editor londinense Rider y realizada por la joven artista americana Pamela Colman Smith, antiguo miembro de la Golden Dawn y que, en aquella época, pertenecía a la facción de Waite. A lo largo de diez meses, esta ilustradora diseñó y pintó las 78 cartas que hoy se conocen como Tarot Rider-Waite. El propio Arthur Waite supervisó el trabajo, a fin de que «las imágenes contengan interiormente lo que pertenece a los Grandes Misterios, en los senderos de los cuales estoy trabajando». Cabe preguntarse por los motivos que impulsaron a Waite a inventar una nueva baraja de cartas de Tarot. Sabemos que estaba descontento con las descripciones recogidas por Mathers en el Liber T, usado por la Golden Dawn. De hecho, Waite se sentía mucho más cercano a los ideales monásticos y caballerescos que al paganismo neoegipcianista de Mathers; por ello, el Tarot Rider-Waite es rico en referencias al ciclo del Grial, al misticismo medieval y a la literatura rosacruciana, temas que el propio Waite había anticipado en su ensayo «La consagración del misterio del Grial en los Talismanes del Tarot», incluido en su obra The Hidden Church and the Holy Graaf (1909). Sin embargo, vale la pena observar que algunas de las figuras que diseñó para su Tarot parecen copiadas directamente del llamado Tarot Sola-Busca, realizado a principios del siglo mil, que Waite conocía por algunas obras sobre la historia de los naipes. Si bien el esoterista inglés nunca estuvo explícitamente de acuerdo en situar el origen de las cartas del Tarot en el Antiguo Egipto, sus ideas son coherentes con la tradición ocultista que parte de Éliphas Lévi. En efecto, en la introducción a The Pictorial Key to the Tarot (Londres, 1910), Waite escribió las siguientes palabras: «Las cartas del Tarot encarnan la representación simbólica de ideas universales (…1. Así pues, es en este sentido en el que se refieren a una Doctrina Secreta, qué ha sido creada por una minoría de elegidos sobre la base del conocimiento de las relaciones entre el Microcosmos y el Macrocosmos Dicha Doctrina, cuya existencia pierde en la noche de los tiempos, ha sido transmitida de forma misteriosa y está atestiguada por diversos escritos y filosofías, como la alquimista y la cabalista, y también por los misterios de los Rosacruces y por la corporación masónica, ideas de las que constituye una auténtica síntesis viviente».

Arcanos menores del Tarot de Waite muestran influencias cristianas y medievales. De arriba abajo, el tres de oros, el as de copas y los cuatros de bastos y de espadas.

Según Waite, las cartas del Tarot nacieron de la combinación de las cartas menores, es decir, de los naipes de juego, y de la «serie filosófica», o sea, los arcanos mayores, que se usaban para predecir el futuro. En este punto, cabe detenerse en el valor que Waite atribuía a las técnicas adivinatorias, sobre todo a la cartomancia, que ya había comentado en «Handbook of Cartomancy, FortuneTelling and Occulti Divination» (Londres, 1891), artículo que firmó como Gran Orient. En la introducción a The Key to the Tarot, Waite confirmaba que no negaba la posibilidad de la adivinación, pero discutía los motivos materiales que atraían a la gente hacia estos temas. Coherente con su filosofía, creía que el don de la adivinación era una consecuencia de la evolución espiritual de los iniciados. En los años siguientes, Waite explicó su pensamiento con más detalle. Cabe citar un escrito titulado «El Tarot y la Rosacruz», que describe la relación entre los arcanos mayores y los senderos del árbol de la cábala, así como las palabras finales de su artículo «Los grandes símbolos del Tarot», que fue publicado en sus memorias: «Hay una explicación acerca de los triunfos mayores que se puede obtener a través de la combinación de las figuras que pertenecen al orden más alto de la Verdad Espiritual; pero no es posible comunicar dicha explicación, pues yace en el interior del propio Santuario. Cada uno debe poder encontrar los significados superiores, manipular los mensajes y modificar su combinación, de modo que construya un conjunto orgánico cuya representación debe hacerse en la mente. Sin el caleidoscopio de las cosas exteriores, la Quieta Luz puede surgir en el interior de la mente, en aquel estado de pureza que es la Vida del Alma en Dios». Con estas palabras, Arthur Edward Waite justificaba el uso ocultista de las imágenes del Tarot, y las interpretaciones y las filosofías surgidas en las diversas escuelas y tendencias espirituales.

«Juego de dados, odre divino», miniatura de la Cantiga XXXVIII de Alfonso X el Sabia, siglo XIII (Biblioteca de El Escorial, Madrid). La adivinación por los dados es uno de los métodos más antiguos; las jugadas, buenas y malas, se utilizan como oráculo de amor, prosperidad o decepciones y mala suerte.

DERIVACIONES DEL TAROT RIDER-WAITE

Las cartas de Pamela Colman Smith se publicaron en blanco y negro en la obra The Pictorial Key to the Tarot (Londres, 1910), una reimpresión de The Key to the Tarot que apareció aquel mismo año. Editado por la empresa norteamericana De Laurence Et Co. en 1918, sin la autorización del editor londinense Rider, el Tarot Rider-Waite tuvo un éxito inmediato. En 1920, el artista Jesse Burns Parke rediseñó la baraja para la pequeña hermandad esotérica Builders of the Adytum, fundada por Paul Foster-Case (1884-1954), un miembro de la Golden Dawn adscrito al Templo Thot-Hermes de Chicago. Otras interesantes derivaciones de la baraja de Waite son el Zolar’s New Astrological Tarot (Nueva York, 1974), el Royal Fez Moroccan Tarot (Nueva York, 1978), dibujado por Michael Hobdell, el Waite J. K. Tarot (Tairiku-Shobo, 1975), reelaborado por el artista japonés Seigan Nakajima, y el Tarocco Waite-De Angelis (Turín, 1995), realizado por el italiano Roberto De Angelis.

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