37- EL TAROT Y LOS GITANOS

Hacia mediados del siglo XIX, un oscuro escritor, J. A. Vaillant, recuperó una antigua teoría sobre el origen del Tarot, según la cual éste había llegado a Europa desde la India de la mano de un pueblo nómada: el pueblo gitano. Este nuevo mito sobre el Tarot se unió a las modernas creencias ocultistas, y el aura de misterio que ya rodeaba a las cartas se acrecentó.

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Desde que, en los primeros decenios del siglo XV, el pueblo gitano apareció en Europa occidental, sus gentes sufrieron el rechazo de las poblaciones locales, principalmente debido a su estilo nómada de vida, incapaz de adecuarse a la cultura sedentaria del Viejo Continente. Dondequiera que arribaban las caravanas de este extraño pueblo llegado de Asia, de lengua, modo de vestir y costumbres tan diferentes a cualquiera de las europeas, se promulgaban ordenanzas para limitar la duración de su estancia y controlar sus campamentos. En efecto, para los suspicaces europeos pronto quedó claro que los gitanos se ganaban la vida principalmente por medio del hurto, así como por otro oficio que consideraban tan reprobable como el robo: la predicción del futuro.

1-Oráculo de Belline

Cartas de una de las barajas de cartomancia más populares en el siglo XVIII: el llamado Oráculo de Belline.

 

En Inglaterra, una ley promulgada en 1530 contra los gitanos subrayaba las astucias que estas gentes ponían en práctica para engañar a hombres y mujeres, prediciéndoles su fortuna, por ejemplo, a través de la quiromancia, es decir, la lectura de la palma de la mano. También el famoso mago alemán Enrico Cornelio Agrippa, de Nettesheim, se refirió, en 1531, a los fraudes cometidos por los «cynganos» mediante dicho método adivinatorio; después de Agrippa, otros muchos escritores describieron a los gitanos, especialmente a las mujeres, como gentes muy expertas en la práctica de la quiromancia. Numerosas obras de arte atestiguan, desde aquellos tiempos, la fama de los gitanos. Comenzando por la famosa pintura La buenaventura, realizada hacia 1590 por el artista italiano Caravaggio, es fácil confeccionar una larga relación de una serie de obras sobre el mismo tema realizadas, en el siglo XVII, por pintores franceses, holandeses y flamencos, como Valentin de Boulogne, Georges de La Tour, Gerard van Honthorst o David Teniers. Todas estas obras detallan escenas de quiromancia, más o menos parecidas entre sí, protagonizadas por una gitana que lee la mano a una mujer vestida con ropas señoriales, mientras un cómplice de la adivina se aprovecha de la distracción de la mujer para robarle; sólo en algunos raros casos no se alude al hurto.

2-El niño herido

El niño herido, un grabado de Gustave Doré (1833-1883) que recoge la angustia de una madre gitana, que recurre a sus cartas para saber qué futuro le aguarda a su hijo.

 

LAS REVELACIONES DE COURT DE GÉBELIN

Todos los escritores que estudiaron la historia y las costumbres de los gitanos se detuvieron sobre este aspecto folclórico, pero ninguno hizo nunca alusión alguna al empleo de naipes o de cartas de Tarot para predecir el futuro. La primera mención en este sentido se encuentra en el octavo volumen de Mundo primitivo (París, 1781), la monumental obra del arqueólogo y esoterista A. Court de Gébelin, que ya ha sido tratada extensamente en otros capítulos. Al introducir el ensayo de su colaborador, que algunos identifican con Louis-Raphael de Fayolle, conde de Mellet, Gébelin afirmó que la adivinación con los naipes fué difundida «por la banda de los egipcios, mal llamados gitanos, que se desparramaron por Europa».

3-El Mago del Tarot gitano de Walter Wegmüller

El Mago del Tarot gitano de Walter Wegmüller, un cotizado artista suizo, enamorado de la cultura bohemia, que realizó esta baraja entre 1868 y 1974.

Es imposible decir si Court de Gébelin y su colaborador habían visto alguna vez a un gitano practicando la cartomancia, pero sin duda esta afirmación sirvió para apoyar la teoría sobre el origen egipcio de las cartas de Tarot. De hecho, hasta finales del siglo XVIII estaba my extendida la creencia de que los gitanos procedían de Egipto; tanto su nombre en castellano como en inglés derivan del término «egiptanos» (egyptians en inglés), es decir, procedentes de Egipto. Pocos años después de la publicación de Mundo primitivo, el investigador alemán Immanuel Breitkopf publicó un Ensayo sobre el origen de los naipes (Leipzig, 1784) en el que atacó duramente la teoría de Court de Gébelin. En particular, Breitkopf sostenía que, en el momento de la llegada de los gitanos a Europa, las cartas ya hacía mucho tiempo que eran conocidas; como sabemos, los primeros documentos sobre los naipes se remontan a 1370. En la primera mitad del siglo XIX se publicaron varias obras sobre los gitanos, siempre indicando la habilidad de estas gentes para predecir el futuro leyendo las manos, pero nunca se habló de que usaran naipes o cartas de Tarot. La cuestión volvió a ponerse de moda con la publicación de la obra Los naipes y la cartomancia (París, 1854), de Paul Boiteau d’Ambly. Este autor afirmó que las cartas de Tarot fueron ideadas con finalidades adivinatorias, pero a diferencia de Court de Gébelin señaló que los gitanos procedían de la India y no de Egipto, más que nada porque la historiografía más reciente había aportado datos muy sólidos sobre el origen oriental de este pueblo. Tres años más tarde, apareció en Francia una obra que apoyaba plenamente las teorías de Boiteau d’Ambly; se titulaba Los Rôm, o historia verdadera de los verdaderos Bohemios (París, 1857), y su autor era Jean-Alexandre Vaillant.

4-Tarot gitano de Walter Wegmüller

Arcanos menores del Tarot gitano de Walter Wegmüller: el dos de oros, el nueve de bastos, el tres de copas y el nueve de espadas.

 

NUEVAS LEYENDAS SOBRE LOS GITANOS

Jean-Alexandre Vaillant (1804-1886) era un novelista francés que tenía dos grandes pasiones: la lingüística y las tradiciones del pueblo rumano, que en aquella época estaba dividido entre los imperios Ruso y Otomano. En sus años de madurez literaria, además de organizar sublevaciones y complots políticos, siempre frustrados, en favor de la independencia rumana, Vaillant escribió sendos manuales de gramática valaca (1936) y rumana (1840), un vocabulario francés-rumano (1839), una historia de Rumania en tres volúmenes (1844-1845), varios panfletos políticos, y diversas antologías poéticas y novelas que hoy están completamente olvidadas.

5-La zíngara cartomante

La zíngara cartomante, un grabado sobre acero que realizó en Alemania, hacía 1850, el artista británico Albert Henry Payne (1812-1902), y que se encuentra en una colección particular.

En la actualidad, el nombre de Vaillant es citado, y sólo raramente, por algunos historiadores del esoterismo a propósito de sus afirmaciones sobre la relación entre el Tarot y los gitanos incluida en el capítulo 12, titulado «Anécdotas», de ese libro completamente absurdo que es Los Rôm. Vaillant afirmó que el juego del Tarot, «síntesis oral de todas las religiones de los pueblos antiguos», fue inventado en Oriente y llevado a Rumania en épocas antiquísimas por un pueblo nómada llamado janak o anaki. Desde allí habría partido la civilización de toda Europa, como demostrarían las similitudes entre las lenguas europeas y las orientales. Como ejemplo de lo incongruente de las ideas de Vaillant, podemos citar una absurda teoría lingüística del autor; para él, el término persa dervis (derviche, especie de monje perteneciente a una hermandad mística) sería análogo al inglés door-wise, que significa literalmente «sabio de la puerta». Respecto a las cartas del Tarot, también tomaron diversos nombres distintos según el lugar en el que los Rôm los dieran a conocer; así el término Taro, usado al principio por los anaki, habría sido transformado por los egipcios en Athor, por los fenicios en Ash-Tarot, por los hebreos en Torah y por los gitanos, que reciben también el nombre de bohemios, en Tarot.

6-El Colgado, del Tarot de Wegmüller

Figura central de la carta de El Colgado, del Tarot de Wegmüller.

Sin embargo, en su descripción del Tarot no queda claro a qué baraja se refiere el autor francés. Por ejemplo, asignó a El Loco el número 78, y puso los nombres de «fuerza mayor» y «el triunfador» a, respectivamente, las cartas de El Diablo y El Carro en la versión decimonónica del Libro de Thot de Etteilla. La Luna era idéntica a la del Tarot de Marsella, y asignó a los otros triunfos la numeración típica de los Tarots marselleses. Por tanto, está claro que Valliant tomó como referencia una de tantas barajas de Tarot híbridas inventadas a lo largo del siglo XIX, aprovechando la moda de la cartomancia. Las teorías de Vaillant fueron pronto recogidas por Éliphas Lévi, el restaurador del ocultismo moderno, que en su Historia de la Magia (París, 1860) dedicó un capítulo completo a los gitanos. En ese mismo capítulo, refiriéndose al Tarot, Lévi afirmó estar de acuerdo con la idea de Vaillant de que «los gitanos eran los legítimos propietarios de esta llave de la iniciación», que habían obtenido gracias a la infidelidad o a la imprudencia de algún cabalista hebraico.

7-arcanos mayores del Tarot de Wegmüller

Otros arcanos mayores del Tarot de Wegmüller: La Estrella, El Carro, El Emperador y la Rueda de la Fortuna.

Para salvaguardar su propia teoría respecto a la correspondencia de los triunfos con las letras del alfabeto hebraico, ya descrita en la obra Ritual de la alta magia (París, 1856), Lévi quiso precisar el itinerario que llevó las fatídicas cartas a Europa: «Ahora el Tarot que tenemos, y que es el de los gitanos, nos ha llegado de Egipto a través de Judea». Estas palabras dejaron su impronta en la literatura esotérica. Por ejemplo, Gerard Encausse, alias Pa pus, tomó nota de ellas para titular su primer tratado sobre el tema, El Tarot de los Bohemios (París, 1889), que, sin embargo, no contiene ninguna información sobre los gitanos. Aunque pueda parecer increíble, incluso algunos investigadores del folclore siguieron las fantasías de Vaillant en la acreditación de la invención de la cartomancia a los gitanos, cuya práctica ya estaba bastante difundida entre este pueblo nómada en la segunda mitad del siglo XIX, como prueban diversos grabados de la época salidos de los punzones del francés Gustave Doré o del alemán Frederich Knolle. La legendaria relación entre gitanos y Tarot ha sido retomada en tiempos recientes por diversos esoteristas, entre los cuales se encuentran Walter Starkie, autor de En la tienda de Sara (Nueva York, 1953), Basil Ivan Rakokzi (La caravana pintada, La Haya, 1954), o Jean-Paul Clébert (Los zíngaros, Grenoble, 1961).

8-as de oros del Tarot Wegmüller

Detalle del as de oros del Tarot Wegmüller.

ALGUNAS BARAJAS SOBRE EL TEMA

Aunque los gitanos nunca han realizado ninguna baraja de Tarot, es cierto que han sido motivo de inspiración para algunos diseñadores contemporáneos, que quisieron llenar este vacío. Una interesante baraja de 78 cartas es la llamada Tarot gitano (AGMüller, Neuhausen, 1975), realizada en estilo «nalif puntillista» por el suizo Walter Wegmuller; la descripción detallada de las figuras se encuentra en el libro de Sergius Golowin El mundo del Tarot (Basilea, 1975). Existe otra baraja de Tarot gitano (Grimaud, París, 1984) pintada por un tal Tchalai; comprende 22 arcanos mayores que no tienen nada que ver con las clásicas alegorías de los triunfos; los arcanos menores son sólo 16, divididos en cuatro grupos, vagamente parecidos a los palos tradicionales. Otra baraja francesa, el Tarot Gítan, fue dibujado por Olivier Stephane y publicado privadamente en 1983; pero en este caso no tiene ninguna relación con los gitanos pues, en su mayor parte, las cartas están inspiradas en el antiguo texto hindú Bhagavat Cita, del que deriva el nombre de la baraja, cuyas figuras evocan personajes muy populares entre los modernos seguidores del movimiento Hare Krishna.

 

 

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