A lo largo del siglo XIX, la baraja de Tarot egipcio ideada por Etteilla obtuvo un enorme éxito entre los cartománticos. Así pues, también inspiró a los fabricantes de nuevas versiones de este mazo, que se afanaban en adaptarse a los gustos siempre variables de un público cada vez más apasionado por el juego del Tarot.

Una de las muchas barajas de Tarot presuntamente inspiradas en Etteilla que vieron la luz en Francia en el siglo XIX.
Desde los inicios del siglo XVIII, mientras avanzaban las filosofías materialistas y mecanicistas, en el seno de la masonería europea se desarrollaba un tipo de cultura esotérica que aspiraba a instaurar una verdadera y singular «religión de la magia» inspirada en el antiguo Egipto.

Papageno, el cazador de pájaros, personaje central de la ópera de Mozart La flauta mágica, estrenada en 1791.
El «descubrimiento» del origen egipcio del Tarot, anunciado en 1781 por el arqueólogo masón Antoine Court de Gébelin, estaba unido a la moda del egipcíanismo de la que algunas logias se convirtieron en portaestandartes. Siguiendo esta misma moda, el mago y curandero italiano Alessandro de Cagliostro (1743-1795), que se hacía pasar por conde, fundó en 1784 la Logia Madre de la Adaptación de la Alta Masonería Egipcia, que tenía en la ciudad francesa de Lyon un templo de Isis, en el cual el mismo Cagliostro oficiaba un «ritual egipcio» de su invención. Para dar una idea todavía más precisa de la locura egipcianista vale la pena observar que en toda Europa se publicaban escritos sobre las presuntas relaciones entre los ritos masónicos y los del antiguo Egipto; algunos autores destacados fueron el alemán A. von Koppen (1770), el inglés G. Smith (1783) y el austriaco I. von Born (1785). En 1791, Viena asistió a la primera representación de la ópera La flauta mágica de Mozart, verdadero homenaje a la masonería egipcianista, al tiempo que Goethe y Schiller lanzaban duras invectivas contra la locura que parecía azotar Europa entera. Pero aquella época es recordada también como uno de los momentos más convulsos de la historia europea.

Página del Diccionario Enciclopédico de la Masonería, en la que aparece el propio Mozart como autor de un himno masónico.
La Revolución francesa, iniciada en 1789, fue acogida felizmente también fuera de Francia, pronto fue rechazada por sus mismos valedores, horrorizados por el régimen del terror que se había apoderado del país. Luego, las campañas militares y la dictadura de Napoleón echaron por tierra definitivamente las utopías iluministas sobre la nueva «edad de oro». Aquel largo período de incertidumbre social y de sueños esotéricos y revolucionarios propició la consolidación de los adivinos, a lo cual contribuyó el hecho de que la propaganda iluminista y las leyes republicanas habían arrebatado a la Iglesia el poder de juzgar las herejías de cualquier tipo, entre las cuales figuraba también la magia; sin embargo se mantenía todavía en vigor el delito de «abuso de la credulidad popular». Naturalmente, estas breves consideraciones no bastan para explicar el renacimiento del ocultismo en Europa, admitiendo que se pueda hablar de un verdadero renacimiento. De todos modos, es indudable que la locura egipcianista fue la principal causa del éxito del llamado Libro de Thot de Etteilla, conocido también como Juego de 78 cartas de Tarot egipcias, un juego que, en la intención de su autor, debería haber contenido los secretos de la creación del mundo, los misterios de la evolución humana, los símbolos de una «medicina del espíritu» y una «ciencia de los símbolos» capaz de adentrarse en el futuro de cualquier individuo.

Cartas del Petit Oracle des Dames, juego inspirado en la baraja de Etteilla, que gozó de gran popularidad a principios del siglo XIX en los salones franceses.
LAS PRIMERAS VARIACIONES
Tras la muerte de Etteilla, en 1791, el arte de la cartomancia continuó su difusión por medio de los discípulos que se habían adherido a la Sociedad Literaria de los Intérpretes del Libro» de Thot, cuyas actividades continuaron todavía durante algún tiempo bajo la dirección de Melchior Montmignon d’Odoucet. El mismo D’Odoucet reimprimió las 78 hojitas del Libro de Thot en una edición de la baraja conocida normalmente por el nombre de Grand Etteilla; este modelo, impreso en color con moldes de madera, parece remontarse a 1804.
En realidad no se puede estar seguro de que su versión fuera idéntica a la grabada alrededor de 1789 por su maestro, ya que no ha sobrevivido ningún ejemplar completo anterior a 1804. Del Libro de Thot de Etteilla quedan solamente 30 cartas en una colección privada de París, cuyos dibujos y numeración son casi idénticos a los del Grand Etteilla de D’Odoucet; la excepción es El Loco, que lleva dos números, el 78 y el 0. D’Odoucet fue también responsable de la redacción del libro Ciencia de los símbolos, o medicina del espíritu, conocida bajo el nombre de Arte de tirar las cartas (París, hacia 1804).

Arcanos mayores y menores del Grand Etteilla, reimpresión del Libro de Thot realizada, al parecer, en 1804 por Melchior d’Odoucet.
La filosofía que sostiene toda esta obra es una mescolanza de conceptos aritmosóficos (el significado esotérico de los números) aplicados al arte de la adivinación. Siguiendo las reglas ya definidas en su tiempo por Etteilla en el Curso teórico y práctico del Libro de Thot (París, 1790), cada carta «habla» también a través del número que la identifica, además de hacerlo por medio de las figuras, que se extienden sobre la mesa siguiendo esquemas muy complejos.

Cartas del llamado Tarot catalán, tosca versión del Grand Etteilla III de Delarue realizada en España a principios del siglo XX.
El interés cada vez más extendido por este arte adivinatorio impulsó muy pronto a algunos conocedores del Libro de Thot a escribir alguna cosa más accesible, como el librillo anónimo publicado alrededor de 1805 en París por el impresor Mongié, titulado El gran juego de cartas, 78 cartas de Tarot, para decir la buenaventura. Un año después vio la luz otra obra anónima que inauguró una nueva versión del Libro de Thot; se tituló El nuevo Etteilla, o medio infalible de tirar las cartas (París, 1806) y describía una baraja de 78 cartas de Etteilla readaptadas con los símbolos franceses. Este tipo de cartas evolucionará de varios modos. Por ejemplo, el Petit Oracle des Dames («Pequeño oráculo de las damas»), que se imprimió por primera vez en París en 1807, consiste en la reducción de la baraja a 42 cartas, 31 de las cuales son de figura doble.

Imagen central de la carta del Grand Etteilla marcada con el número 14 y que, bajo el título de »Violencia», se corresponde con el arcano de El Diablo.
No todas las figuras, sin embargo, respetan la iconografía del Grand Etteilla; por añadidura, existen muchas cartas que llevan impresas una o dos minúsculas cartas de la baraja de símbolos franceses. Este modelo, tal vez inspirado en una baraja de finales del siglo XVIII, fue después recogido por el impresor parisino B. Grimaud y fabricado repetidamente hasta finales del siglo XIX. Otra baraja similar, el Nuevo Etteilla (París, hacia 1810) se componía de 36 cartas, pero, a pesar de la referencia al famoso cartomántico, sólo ocho de ellas correspondían a las figuras del Grand Etteilla.

Cartas del Grand Jeu d’Oracle des Dames, juego adivinatorio realizado en cromolitografía coloreada por el impresor Delarue, en París, en torno a 1860.
Otra aplicación del Libro de Thot de Etteilla se dio en el campo de la oniromancia, es decir, la adivinación por medio de los sueños; es el caso de un minúsculo libro, de 4 x 10 cm, publicado en Lille en 1809, que ilustraba diversos sueños en 74 figuras. Tampoco en este caso todas las ilustraciones estaban tomadas del Grand Etteilla; la obra, a pesar de ser fascinante, tuvo poco éxito. En los decenios siguientes se publicaron otros pequeños manuales sobre el Libro de Thot, entre los cuales merece ser recordado por lo menos el de Julia Orsini, El Grand Etteilla o el arte de tirar las cartas y de predecir la buena suerte (París, 1840), ilustrado con las 78 cartas del Grand Etteilla de Melchior d’Odoucet pero con algunas variantes sustanciales. Por ejemplo, la hoja número 1 se refiere a la Luz, en lugar de al Caos; el número 15 sustituye el sacerdote por un mago que se halla ante una mesa sobre la cual hay un maniquí, y el 21 muestra un barbudo de mirada malvada sobre el carro de cuatro ruedas. Además de los textos de la parte superior e inferior, que indican el significado adivinatorio de cada carta, se han añadido en el lado vertical el título de la escena representada. Curiosamente, el número 21 se llama «El déspota africano», mientras la número 78 es «La Locura» o «El Alquimista». Los historiadores han dado a estas figuras, que fueron publicadas en forma de baraja no muchos años antes de que viera la luz el libro de Orsini, el nombre de Grand Etteilla II. Este modelo se verá afectado por otros pequeños cambios en la edición de Grimaud, con la que las características del Grand Etteilla quedaron fijadas definitivamente.
NUEVOS MODELOS DEL GRAND ETTEILLA
Alrededor de 1860 apareció en Francia el Grand Etteilla III, último descendiente del Libro de Thot de Etteilla. Parece que fue una de las primeras barajas impresas con la nueva técnica de la cromolitografía. Las figuras fueron completamente rediseñadas para darles un estilo medieval; no obstante, los textos de las partes superior, inferior y laterales son idénticos a los del Grand Etteilla II.
Entre las variaciones más significativas cabe señalar La Prudencia (número 12), transformada en una joven que lleva un espejo sobre cuyo mango se ha enrollado una serpiente, mientras que La Templanza (número 10) es una mujer de pie junto a un elefante que lleva en la mano el bocado de un caballo; ambas figuras fueron retomadas por el impresor Z. Lismon en una versión del Grand Etteilla II editada hacia 1890. La primera edición del Grand Etteilla III es sumamente rara; sin embargo, es relativamente más fácil encontrar en el mercado de antigüedades algunos ejemplares de la baraja reimpresa por Delarue alrededor de 1890. Una nueva versión del Grand Etteilla II apareció alrededor de 1870, de la mano de un fabricante francés anónimo. Esta baraja contiene dos variantes dignas de mención: la carta 8, el Reposo, muestra, en lugar de Eva en el Paraíso terrenal, una joven maga dentro de un macabro círculo mágico; la 20 muestra un mono con corona sentado sobre una rama y blandiendo en la mano izquierda una espada con la que dirige el movimiento de una rueda, a la cual se agarran un hombre semidesnudo y un conejo. Pero, a despecho de las variaciones iconográficas, los significados cartománticos de todas las cartas se mantuvieron sustancialmente sin variaciones. Todos estos modelos también tuvieron una discreta difusión fuera de las fronteras francesas.
En particular, parece que la primera baraja de Tarot esotérico fabricada en España fue una tosca versión del Grand Etteilla III de Delarue, impresa a principios del siglo XX; en ella, en los arcanos mayores se añaden una letra hebraica y un jeroglífico pseudoegipcio, además de explicaciones en italiano y en español. Una versión muy particular del Grand Etteilla fue la realizada hacia 1890 por el ilustrador Maurice Dumont (1869-1899) para el libro de Antonio Magus, El arte de tirar las cartas (París, sin fecha). Algunas de las primeras 21 cartas, correspondientes a los arcanos mayores de los Tarots clásicos, tienen características absolutamente anómalas; por ejemplo, en La Templanza (10) hay un hombre arrodillado rezando que recibe el nombre de «la santidad» (carta derecha) y «el sacerdote» (invertida); en El Juicio (16) aparece una muerte encapuchada que está junto a una tumba de la cual sale un esqueleto; la Locura o el Alquimista (78) es una joven que se exhibe en un balcón. Por su parte, los arcanos menores son casi idénticos, pero los símbolos italianos han sido sustituidos por los franceses (espadas por picas, bastos por diamantes, copas por corazones, oros por tréboles). Para concluir esta relación de barajas derivadas del Libro de Thot de Etteilla, cabe mencionar el estudio del esoterista francés Papus, alias de Gérard Encausse, llamado Tarot adivinatorio, un volumen ilustrado con 78 figuras, publicado en París en 1909.
Los arcanos menores están copiados del Grand Etteilla, y uno de los sistemas adivinatorios está tomado de La ciencia de los símbolos de Melchior D’Odoucet, como prueba del respeto que todavía rodeaba la obra del primer gran cartomántico de la historia.