Autor: Desconocido.
Fecha de composición: Siglos III al VII. Base anterior a san Jerónimo, que lo cita.
Lugar de composición: Desconocido; algún lugar de la Iglesia oriental.
Lengua original: Griego. Fuentes: Manuscritos griegos: Códice H (siglo X/XI), Sabbaítico griego, del monasterio de San Sabas, más el Codex Vindobonensis hist. 67 del siglo XIII (Biblioteca Real e Imperial de Viena), con complementos de las versiones latina y eslava.
El Evangelio de Bartolomé sorprende por su estructura y la originalidad de sus detalles. Como en el caso de otros apóstoles de Jesús, Bartolomé fue objeto de una atención que dio origen a toda una serie de tradiciones. San Jerónimo se refiere a un evangelio con este título en el Prólogo a su comentario sobre el evangelio canónico de Mateo (PL 26, 17A). El Decreto Gelasiano (a. 493) menciona entre los apócrifos unos «Evangelios que llevan el nombre de nomine Bartolomé». Conocemos también el coprotagonismo de Bartolomé en los Hechos apócrifos de Felipe.
Este evangelio, sin embargo, tiene el perfil de un escrito homilético más que de un evangelio propiamente dicho. Aceptamos la denominación tradicional de evangelio, aunque la versión aquí ofrecida responde con mayor propiedad al epígrafe de «Preguntas de Bartolomé» o «Interrogatorio de Bartolomé», como afirma paladinamente la recensión latina Casanatense de Roma en un solemne final que sigue a la doxología de rigor: «Explicit [«Concluye»] interrogatio beatissimi Bartholomaei…». Si el evangelio básico podría ser una obra del siglo III, las «Preguntas» tienen sus parámetros cronológicos en los siglos V/VII.
Seguimos básicamente la versión griega del códice H (siglos X/XI), Sabbaítico griego, del monasterio de San Sabas, cercano a Jerusalén. Completamos las lagunas con el códice griego G (Viena), que glosa prácticamente el material de H, con el códice eslavo V (Viena) y en alguna que otra ocasión con el códice N de San Petersburgo. La versión latina Casanatense, es la recensión más completa de todas, que contiene el Evangelio de Bartolomé en su integridad. Sin embargo, tiende a la ampliación, alejándose del presunto tenor del original. Utilizamos estas siglas en el texto para indicar su origen..
Este apócrifo refleja las preocupaciones y curiosidades que constituían temas importantes de la atención de la sociedad cristiana como la encarnación del Verbo, los sucesos relacionados con el descenso de Cristo a los infiernos, el origen de ángeles y demonios, la escala de los pecados por su gravedad, etc.

San Bartolomé.
1Después de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos, acercándose Bartolomé al Señor, le preguntaba diciendo: «Revélame, Señor, los misterios de los cielos».
2Respondió Jesús, diciendo: «Si no dejo mi cuerpo carnal, no podré decírtelo».
3[Pero cuando fue sepultado y resucitó, nadie se atrevió a preguntarle, porque no era posible verlo, pero la plenitud de su divinidad allí estaba realmente.]
4Bartolome, pues, acercándose al Señor, le dijo: «Tengo algo que decirte, Señor».
5Jesús le dijo: «Conozco lo que vas a decir; di, pues, lo que quieras; pregunta y yo te responderé».
6Bartolomé replicó: «Señor, cuando ibas para ser colgado en la cruz, yo te seguía de lejos. Te vi colgado en la cruz, y a los ángeles que bajaban de los cielos y te adoraban. Y cuando sobrevinieron las tinieblas,
7yo estaba contemplando, y vi que desaparecías de la cruz. Solamente oía voces subterráneas, y grandes lamentos y rechinar de dientes que sucedieron de repente. Cuéntame, Señor, adónde fuiste desde la cruz».
8Respondió Jesús, diciendo: «Dichoso eres, mi querido Bartolomé, porque has contemplado este misterio. Y ahora, todo cuanto me preguntes te lo manifestaré.
9»Pues bien, cuando desaparecí de la cruz, entonces descendí al abismo para llevarme a Adán y a todos los que con él estaban, de acuerdo con el ruego del arcángel Miguel».
10Entonces dice Bartolomé: «Señor, ¿qué quería decir la voz que sonó?».
11Jesús le contestó: «Era el Abismo que dijo a Belial: «Según veo, Dios ha llegado hasta aquí».
12V»(Cuando, pues, bajé con mis ángeles al Abismo para triturar sus fuertes cerrojos y derribar sus puertas de bronce, dijo el Abismo al Diablo: «Yo veo como si viniera Dios a la tierra». Y clamaban los ángeles diciendo a las potestades: «Levantad, príncipes, vuestras puertas y quitad las puertas eternas, porque el rey de la gloria viene a la tierra».) Y dijo el Abismo: «¿Quién es el rey de la gloria, que viene hasta nosotros?».
13»Pero cuando bajé quinientos pasos, el Abismo se llenó de turbación, diciendo: «Pienso que Dios ha bajado a la tierra, pues oigo la voz del Altísimo y no la puedo aguantar
14»El Diablo repuso: «No te sometas. Abismo, recóbrate, pues Dios no desciende a la tierra».
15»Cuando bajé otros quinientos pasos, y clamaban los ángeles y potestades: «Levantad las puertas de vuestro Rey, alzad las puertas eternas, pues ved aquí que entra el rey de la gloria», volvió decir el Abismo: «¡Ay de mí! Que oigo el aliento de Dios».
16” Dijo el Diablo al Abismo: «¿Por qué me turbas, Abismo? Es un profeta, solo semejante a Dios; retengámoslo y llevémoslo ante los que piensan que sube al cielo».
17»Pero el Abismo le dijo: «¿Quién es de los profetas? Cuéntamelo ¿No será Henoc, el escritor más veraz? Pero Dios no le ha permitido descender a la tierra hasta que pasen seis mil arios. ¿O es que te refieres a Elías, el vengador? Pero no bajará antes del fin del mundo. ¿Qué voy a hacer? Para nuestra perdición es el fin. En mi mano tenemos el número de los años».
16-17(gr.). »Dijo Belial al Abismo: «Mira con atención quién es realmente, porque me parece que es Elías, o Henoc o alguno de los profetas».
»Pero el Abismo respondió a la Muerte, diciendo: «Todavía no se han cumplido los seis mil arios. ¿Pues de dónde son estos, Belial? La cifra está en mis manos».
18»Belial dijo al Abismo: «No te asustes, asegura tus puertas y refuerza tus cerrojos. Créeme, Dios no baja a la tierra».
19»El Abismo le dice: «No oigo tus hermosas palabras, mi vientre se desgarra, no siento mis entrañas. No ocurre nada, sino que Dios ha llegado aquí. ¡Ay de mí! ¿Adónde podré huir de su rostro, de la fuerza del gran Rey? Déjame entrar dentro de ti, pues fui creado antes que tú».
20»Entonces entré, lo flagelé, lo até con lazos indisolubles, arrojé fuera a todos los patriarcas y vine de nuevo a la cruz».
21 Le dice Bartolomé: «Indícame, Señor, quién era aquel a quien subían los ángeles en sus manos, el hombre aquel gigantesco».
22Jesús le respondió, diciendo: «Aquel era Adán, el primer creado, por quien yo bajé de los cielos a la tierra y a quien dije: «Por ti y por tus hijos fui yo colgado en la cruz». Y él, al oírlo, exhaló un suspiro y dijo: «Así te agradó, Señor».
23De nuevo dijo Bartolomé: «También vi, Señor, a los ángeles que subían delante de Adán cantando himnos.
24»Uno de los ángeles, más alto que los demás, no quería subir. Tenía en su mano una espada de fuego y te hacía señas a ti solo».
25V [Todos los ángeles le suplicaban que subiera con ellos, pero no quería. Cuando le ordenaste que subiera, vi una llama que salía de sus manos y llegaba hasta la ciudad de Jerusalén.
26Dijo Jesús: «Era uno de los ángeles que están puestos para vengar el trono de Dios.
27»y me rogaba. Pero la llama que viste salir de sus manos hirió el edificio de la sinagoga de los judíos para testimoniar a mi favor, puesto que ellos me habían crucificado».]
28G[Dicho esto, se dirigió a sus apóstoles diciendo: «Aguardadme en este lugar, porque hoy se ofrece un sacrifico en el paraíso, y tengo que estar presente para recibirlo».]
29Dijo Bartolomé: «Señor, ¿qué significa un sacrificio en el paraíso?». Y Jesús contestó: «Las almas de los justos, que han salido del cuerpo, entran ahora en el paraíso, y si yo no estoy presente, no podrán entrar».
30Bartolomé preguntó, diciendo: «Señor, ¿cuántas almas salen del mundo cada día?». Jesús le respondió: «Treinta mil».
31De nuevo le dijo Bartolomé: «Señor, cuando enseñabas tu doctrina entre nosotros, ¿recibías los sacrificios en el paraíso?». Jesús le respondió diciendo: «En verdad te digo, querido mío, cuando enseñaba mi doctrina entre vosotros, también estaba sentado con mi Padre».
32G[Bartolomé replicó diciendo: «Señor, ¿salen solamente tres almas cada día?». Le dice Jesús: «Apenas cincuenta y tres, querido mío».]
33«[De las almas que] salen del mundo, ¿cuántas almas justas se encuentran?». Jesús le responde: «Cincuenta». G[De nuevo, pregunta Bartolomé: «¿Y cómo es que solamente tres entran en el paraíso?». Responde Jesús: «Las cincuenta y tres entran en el paraíso o son depositadas en el seno de Abrahán. Las demás están en el seno de la resurrección, porque las tres no son como estas cincuenta».]
34Le dice Bartolomé: «Señor, ¿cuántas almas nacen cada día en el mundo?». Jesús le responde: «Solamente una más de las que salen del mundo». 35Dichas estas cosas, les dio la paz y desapareció de su vista.

San Bartolomé
2 1Estaban los apóstoles en un lugar llamado Chelturá V[con María la Madre de , Dios].
2Acercándose Bartolomé a Pedro, Andrés y Juan, les dice: «Preguntemos a la llena de gracia cómo concibió al Señor o cómo lo dio a luz y cómo gestó al que no puede ser gestado?». Pero ellos dudaban preguntarle.
3Y Bartolomé dice a Pedro: «Tú, como mi jefe y maestro, acércate y pregúntaselo». Pero Pedro dijo a Juan: «Tú, como virgen, irreprochable y amado, acércate a preguntárselo».
4Como todos vacilaban y se contradecían, se acercó Bartolomé con rostro alegre y le dijo: «Alégrate, tabernáculo del Altísimo, todos los apóstoles venimos a preguntarte cómo concebiste G[al incomprensible, o cómo getaste al que no puede ser gestado o cómo diste a luz a tamaña grandeza»].
5María les dice: «No me preguntéis sobre este misterio. Pues como empiece a hablaros de él, saldrá un fuego de mi boca que consumirá toda la tierra».
6Pero ellos insistían más y más en preguntar a María. Pero ella, no queriendo defraudar a los apóstoles, dijo: «Pongámonos en oración».
7Los apóstoles se pusieron detrás de María. Y ella dijo a Pedro: «Pedro, jefe y columna la más firme, ¿te quedas de pie detrás de nosotros? ¿No dijo el Señor que la cabeza del varón es Cristo N [y la de la mujer es el varón?] Ahora bien, colocaos delante de mí para orar».
8Pero ellos le dijeron: «En ti plantó el Señor su tabernáculo, y tuvo su complacenlila en que tú lo contuvieras. Tú debes ser más bien quien nos lleve a la oración”
9María les replica: «Vosotros sois estrellas brillantes del cielo, por lo que conviene que oréis delante de mí».
10″Le dicen: «Eres tú la que debes orar, G[pues eres la madre] del Rey celestial».
11 «María les replica: G[«A semejanza vuestra modeló el Señor los pájaros y los envió a los cuatro ángulos del mundo»].
12Ellos le dicen: «El que G[a duras penas cabe en los cielos halló su complacencia encerrándose dentro de ti»].
13María entonces se puso delante de ellos, levantó sus manos al cielo y empezó a ir: «Elfuza… oloth. Kai mia thessai. Liso Adonai rerunbaubelth. Varvur. Tharasu. Erura. Edith. Errose… thesthea. Krnenioth. Anev…as. Evargth. Marmarige. Eoffos Thyriamukh. Eusbar… G[que en lengua griega dice:] Oh Dios, grande y sapientísimo, Rey de los siglos indescriptible, inefable, el que con una palabra organizaste las magnitudes celestiales, el que con acorde armonía cimentaste la alta estructura del firmamento, el que separaste las tinieblas sombrías de la luz, el que juntaste en un mismo lo los manantiales de las aguas y no permitiste que nada pereciera … G[porque para el alimento de todos llenaste la tierra de lluvias que son bendiciones del Padre]; tú, que apenas cabes en los siete cielos, te complaciste en G[ser contenido sin dolor dentro de mí), siendo la Palabra G[plena del Padre, porque por ti todo fue hecho]; da gloria a tu inmenso nombre, Señor, y ordena G[que yo hable delante de tus santos apóstoles]».
14Y terminada su oración, dijo: «Sentémonos en el suelo, y ven tú, jefe Pedro, siéntate a mi derecha y pon tu izquierda bajo mi brazo; tú, Andrés, haz lo mismo a mi izquierda; tú Juan, que eres virgen, sujeta mi pecho; y tú, Bartolomé, fija tus rodillas en mi espalda y aprieta mis hombros no sea que cuando empiece yo a hablar se desarticulen mis huesos».
15Hecho esto, comenzó a decir: «Cuando estaba en el Templo de Dios y recibía el alimento de mano de un ángel, en uno de los días se me apareció como la figura de un ángel; su rostro era incomprensible, no tenía en su mano ni pan ni cáliz, como el ángel que había venido a mí la vez anterior.
16»y de repente se rasgó el velo del Templo y se produjo un gran terremoto. Caí rostro a tierra, al no poder soportar el aspecto del ángel.
17»Él tendió su mano y me levantó; yo levanté mis ojos al cielo, y vino una nube de rocío °[sobre mi rostro] que me asperjó de la cabeza a los pies. Pero él me enjugó con su manto.
18»Y me dijo: «Alégrate, llena de gracia, vaso de elección». Dio un golpe con su diestra, y surgió un pan grandísimo que puso en el Templo sobre el altar del sacrificio. Comió él primero y me lo dio después a mí.
19»De nuevo golpeó el lado izquierdo de su vestido, y surgió un cáliz extraordinariamente grande, lleno de vino. Bebió él primero y me lo dio después a mí. Cuando miré, vi un cáliz lleno y el pan.
20»Me dijo también: «Dentro de tres años te enviaré mi palabra, y concebirás un hijo por quien se salvará toda la creación, mientras tú eres el cáliz del mundo. La paz sea contigo, amada mía, contigo estará mi paz perpetuamente».
21»Y desapareció de mi vista; y el Templo se volvió como esta anteriormente».
22Mientras esto decía, salió un fuego de su boca. Y cuando el mundo iba a ser consumido, apareció el Señor que dijo a María: «No hables de este misterio, porque hoy llega a su fin toda la creación». Afligidos los apóstoles, temieron no fuera que el Señor se airara con ellos.
3 1Marchó con ellos al monte Moña y se sentó en medio de ellos.
2G[Atemorizados, vacilaban en preguntarle].
3G[Mas Jesús les respondió diciendo]: «Preguntadme lo que queráis. Pues dentro de siete días ° [subiré a mi Padre, y ya no me veréis más] con esta apariencia».
4Pero ellos G [vacilantes, le dicen]: «Señor, muéstranos el abismo, según tu promesa».
5Jesús les dice: «Es mejor para vosotros no ver el abismo. Pero si queréis, seguidme y lo veréis».
6Y los condujo a un lugar llamado Chairudek, que quiere decir lugar de la verdad.
7Hizo señas a los ángeles de Occidente, y se abrió la tierra como un libro y apareció el abismo.
8Los apóstoles, al verlo, cayeron sobre su rostro.
9Pero el Señor los levantó diciendo: «¿No os dije que no era bueno para vosotros ver el abismo?»

Martirio de San Bartolomé
4 1Y tomándolos de nuevo, subieron al monte de los Olivos.
2Decía Pedro a María: «Llena de gracia, ruega al Señor para que nos revele los misterios del cielo».
3María dijo a Pedro: «Piedra escogida, ¿no prometió acaso fundar sobre ti su iglesia?».
4G[De nuevo dice Pedro: «Tú eres el tabernáculo abierto; pregunta tú».]
5G[María replica: «Tú eres la imagen de Adán; él no fue formado lo mismo que Eva]. Mira el sol, que brilla más que los demás astros a semejanza de Adán. Mira la luna, que está llena de fango por la transgresión de Eva. Pues el Señor puso a Adán en la parte oriental y a Eva en la occidental, y ordenó el Señor a ambos que se miraran mutuamente».
6Cuando llegaron a la cima del monte, el Señor se apartó un poco de ellos. Y Pedro dijo a María: «Tú eres la que ha neutralizado la transgresión de Eva cambiándola de vergüenza en alegría».
7Apareciéndose de nuevo el Señor, le dice Bartolomé: «Señor, muéstranos al adversario de los hombres para que veamos cómo es y cómo son sus obras, porque ni de ti siquiera tuvo compasión y logró que tú fueras colgado de la cruz».
8Jesús, mirándolo fijamente, le dice: «Tu corazón está endurecido, y no puedes ver lo que solicitas».
9Pero Bartolomé, asustado, cayó a los pies de Jesús y empezó a decir: «Luminaria inextinguible, Jesucristo, creador de la luz eterna, que has otorgado la gracia universal a los que te aman, que nos has otorgado por medio de la Virgen María la eterna luz de tu presencia en el mundo, procúranos el cumplimiento de nuestra demanda».
10Dichas estas cosas por Bartolomé, lo levantó Jesús, diciendo: «Quieres ver, pues, al adversario de los hombres. Pero advierte que, al verlo, no solamente tú, sino también los demás apóstoles y María G [caeréis sobre vuestro rostro y quedaréis como muertos».
11Todos le dijeron: «Señor, que lo veamos»].
12Y los hizo bajar del monte de los Olivos. Luego, irritado con los ángeles guardianes del Tártaro, hizo señas a Miguel para que tocara su trompeta poderosa. Inmediatamente Miguel la hizo sonar, y subió Belial sujeto por quinientos sesenta ángeles atado con cadenas de fuego.
13El dragón medía de largo mil seiscientos codos, y de ancho cuarenta. Su rostro eta como un relámpago de fuego, y sus ojos eran tenebrosos. De sus narices salía un humo maloliente, y su boca era como la abertura de un precipicio.
14Y enseguida, cuando lo vieron los apóstoles, cayeron sobre sus rostros en tierra y quedaron como muertos.
15Pero Jesús G [se acercó y levantó a los apóstoles y les inspiró fuerza. Luego dijo Bartolomé: «Acércate, Bartolomé], pisa con tu pie su cuello y pregúntale cómo eran mis obras G [y cómo engaña a los hombres]».
16Jesús se quedó con los demás apóstoles.
17Y temeroso, Bartolomé levantó su voz y dijo: «Sea bendito el nombre de tu reino inmortal desde ahora y por los siglos». Cuando Bartolomé terminó de hablar, Jesús le volvió a recomendar: «Vamos, pisa a Belial en su cuello». Y Bartolomé fue rápidamente y pisó su cuello, de modo que Belial se quedó temblando.
18Bartolomé, lleno de miedo, huyó, diciendo: «Señor Jesús, dame la orla de tu vestido para que me atreva a acercarme a él».
19Jesús le replica: «No puedes tomar la orla de mis vestidos, pues mis vestidos no los mismos que llevaba antes de ser crucificado».
20Dice Bartolomé: «Temo, Señor, que lo mismo que no tuvo compasión de tus ángeles, me destruya también a mí».
21Jesús le dice: «¿Acaso no se han hecho todas las cosas por mi palabra y por la inteligencia de mi Padre? Los espíritus se sometieron a Salomón. Tú, pues, animado por mi palabra, ve y pregúntale lo que quieras».
22Cuando Bartolomé hizo la señal de la cruz y oró a Jesús, se produjo un incendio por todos lados de modo que sus vestidos se incendiaron. Jesús dice a Bartolomé: «Como te he dicho, pisa su cuello como para preguntarle cuál es su fuerza». Fue, pues, Bartolomé y le pisó sobre el cuello, pues estaba cubierto hasta las orejas.
23Le dice, pues: «Dime quién eres tú y cuál es tu nombre».
24 [Mas él (Bartolomé) le aligeró y le dijo: «Di todo lo que has hecho y lo que estás haciendo»].
25Belial respondió: «Primero me llamaba Satanael, que significa ángel de Dios. Pero al no reconocer la imagen de Dios, mi nombre fue llamado Satanás, que es lo mismo que ángel guardián del Tártaro».
26De nuevo, le dice Bartolomé: «Revélame todo y no me ocultes nada».
27Él le dijo: «Te juro por la gloria de Dios que aunque quiera ocultártelo, no puedo. Está presente el que me pone a prueba. Porque si yo pudiera, también os perdería como hice con uno de vosotros.
28»Pues yo fui llamado el primer ángel, porque cuando Dios hizo el cielo y la tierra, tomó un puñado de fuego y me modeló a mí el primero,
29»el segundo a Miguel, el tercero a Gabriel, el cuarto a Rafael, el quinto a Uriel, el sexto a Xathanael y a otros seis mil ángeles, cuyos nombres no puedo decir, porgi son los lictores de Dios, y me golpean con varas cada día y hasta siete veces cada n che; y no me dejan en paz, sino que arruinan mi fuerza. Los dos ángeles de la venganza son estos que están delante del trono de Dios. Son los que fueron formados los primeros.
30»Después de estos, fue creada la multitud de los ángeles. En el primer cielo hay cien miríadas, en el segundo cielo hay cien miríadas, en el tercer cielo hay cien miríadas, en el cuarto cielo hay cien miríadas, en el quinto cielo hay cien miríadas, en el sexto cielo hay cien miríadas, en el séptimo cielo hay cien miríadas. Fuera de los siete cielos está el primer firmamento, donde están las potestades que actúan sobre los hombres.
31»Hay también otros cuatro ángeles: uno mirando hacia el Norte, cuyo nombre es… Broil, que tiene en la mano una vara de fuego y anula la poderosa fuerza […] porque no puede secar la tierra.
32»Otro ángel está orientado al Norte, y su nombre es Elbisthá».