Aunque puede parecer extraño, la vida de Etteilla, el más famoso cartomántico de todos los tiempos, ha estado inmersa en una oscuridad casi absoluta, hasta el punto de que sólo en épocas recientes se ha conseguido completar una investigación que ha permitido realizar una biografía bastante precisa.
Es imposible saber con exactitud la reacción que entre la opinión pública francesa provocó el «redescubrimiento» del Libro de Thot por parte de Antoine Court de Gébelin (1719-1784), así como las revelaciones que éste aportó sobre los significados religiosos y adivinatorios del Tarot. El artículo que apareció en el octavo volumen de El mundo primitivo (París, 1781) debió de provocar un encendido debate, que, sin duda, se extendió más allá de los movimientos paramasónicos, dedicados a la recuperación de las doctrinas esotéricas antiguas y a los que pertenecía Court de Gébelin. En efecto, diversas voces llegaron a desmentir las afirmaciones del arqueólogo masón, algunas en nombre de consideraciones históricas diametralmente opuestas a las suyas; sin embargo, otras anunciaron la existencia de misterios todavía más profundos.

Ilustraciones de Etteilla para algunos de los arcanos mayores tal y como aparecen en su obra Manera de recrearse sobre el juego de cartas llamado Tarot.
Entre estos últimos destaca Jean-Baptiste Alliette (1738-1791), el primer autor que sistematizó el uso cartomántico del Tarot y que modificó las imágenes para hacerlas coincidir con su presunto origen egipcio, iniciando con ello una moda que continúa vigente. Pero ¿quién era en realidad aquel hombre cuya presunción le llevó a adjudicarse el altisonante título de devin du siécle, es decir, «adivino del siglo»?
ETTEILLA, EL CARTOMÁNTICO «DIVINO»
Jean-Baptiste Alliette, a diferencia de Court de Gébelin, era un hombre de cultura modesta. Hijo de un comerciante en vinos de París, se casó pronto y se dedicó, sin éxito, a la profesión de vendedor de cereales. No está claro cuándo empezó su carrera de adivino, en la que utilizó el seudónimo Etteilla (su apellido escrito al revés), pero probablemente fue antes de 1770; aquel año, publicó en París un opúsculo titulado Etteilla, o la única manera de tirar las cartas, en el que explicaba un método sencillo para leer el futuro con un jeu du piquet, es decir, con un juego corriente de 32 naipes con símbolos franceses. Ese librillo tuvo un cierto éxito, y en los años siguientes fue reimpreso varias veces con diversos títulos. Aun así, la fama de Etteilla siempre estuvo limitada a París y la zona inmediatamente limítrofe; sólo en los últimos años de su vida, el cartomántico obtuvo un reconocimiento más amplio gracias a la publicación de Manera de recrearse con el juego de cartas llamado Tarot, que apareció en forma de cinco cuadernos entre los años 1783 y 1787.

Una estampería en pleno funcionamiento en el París del siglo XVIII. Al fondo aparece una panorámica de la ciudad y de los muelles del Sena.
Esta obra, además de las teorías sobre el Libro de Thot, es decir, sobre el Tarot, incluye algunas informaciones sobre el autor que vale la pena señalar. Éste afirmó, por ejemplo, que entre 1757 y 1765, es decir, casi 20 años antes de la aparición de la obra de Court de Gébelin, él mismo, en colaboración con un tal Lamballe, un anciano del Piamonte, había emprendido el estudio del «libro egipcio» y de la ciencia sacerdotal contenida en sus páginas. Asimismo, dijo haber escrito en esos mismos años un estudio sobre La Sacerdotisa, gracias al cual le fue conferido (no se sabe por quién) el título de «Astro-phil-Astres», en la ciudad de Frankfurt. De hecho, es posible que Etteilla se hubiese afiliado a una de las tantas sociedades secretas de inspiración egipcia que florecían en aquella época, pero tal vez no todas sus afirmaciones eran ciertas. De cualquier manera, las ideas fundamentales sobre el Tarot contenidas en Manera de recrearse son las mismas de Court de Gébelin: el juego del Tarot es un antiguo libro egipcio, el legendario Libro de Thot, cuyas páginas contienen el secreto de la creación del mundo y del porvenir de la raza humana. Según Etteilla (y ésta es una idea original del mago), este libro fue concebido durante una reunión de 17 magos presidida por Hermes Trimegisto, nombre griego del dios Thot; luego se grabó en láminas de oro que se colocaron alrededor del fuego central del templo de Menfis y, finalmente, tras diversas vicisitudes, fue reproducido groseramente por «viles grabadores medievales». Por ello, según el cartomántico, el Libro de Thot precisaba numerosas correcciones. Sobre esta base, Etteilla pasa a describir las «verdaderas» figuras del Tarot.
EL ORDEN DE LOS TRIUNFOS SEGÚN ETTEILLA

Reconstitución de la columna egipcia de Dendera por un dibujante de la expedición mandada por Napoleón Bonaparte, en 1798.
1 El Caos inicial (El Papa, V)
2 Creación de la luz (El Sol, XIX)
3 Separación de la luz y las tinieblas (La Luna, XVIII)
4 División de las aguas y las tierras y creación de las plantas (La Estrella, XVII)
5 Creación del hombre y los cuadrúpedos (El Mundo, XXI)
6 Creación de las estrellas (La Emperatriz, III)
7 Creación de los pájaros y de los peces (El Emperador, IV)
8 Creación de Eva y reposo de Dios (La Sacerdotisa, II)
9 La Justicia (La Justicia, VIII)
10 La Templanza (La Templanza, XIV)
11 La Fuerza (La Fuerza, XI)
12 La Prudencia (El Colgado, XII)
13 El Matrimonio (El Enamorado, VI)
14 La Fuerza del Mal (El Diablo, XV)
15 La Enfermedad (El Mago, I)
16 El Juicio Final (El Juicio, XX)
17 La Muerte (La Muerte, XIII)
18 La Traición (El Ermitaño, IX)
19 La Miseria (La Torre, XVI)
20 La Suerte (La Rueda, X)
21 El Progreso (El Carro, VII)
78 La Locura (El Loco, XXII o 0)
DEL TAROT AL LIBRO DE THOT
Sin duda, Etteilla basó su reinterpretación de las cartas del Tarot en los trabajos de un tal M. Le C. de M., un sabio que colaboraba con Court de Gébelin. Sin embargo, el adivino francés omitió toda alusión a dicho texto, tal vez para evitar la acusación de plagio, y en cambio efectuó continuas referencias al Pimander, o «Buen Pastor», un libro que una antigua tradición atribuía a Hermes Trimegisto. Esta obra sólo se conoció en Europa a partir de 1460, cuando fue traducida al latín por el sacerdote florentino Marsilio Ficino (1433-1499), que había logrado hacerse con una copia procedente de Bizancio. En aquella época empezó un proceso de restauración de la presunta «teología primitiva» que, desde los círculos herméticos de la Italia del Renacimiento, llegó hasta la masonería francesa del siglo XVIII. Los miembros de las logias ignoraban, o decían ignorar, el hecho de que los escritos atribuidos al mago «tres veces grande», Hermes Trimegisto, no fueron escritos en el antiguo Egipto sino entre los siglos n a.C. y i d.C., como demostró el ilustre filólogo Isaac Casaubon en 1614. Pero volvamos al Tarot. Etteilla mantuvo intacta la representación de las figuras de los palos y las cartas numerales, pero realizó numerosas modificaciones en la iconografía y en la numeración de los Triunfos.
En resumen, las primeras ocho cartas reproducían las fases de la creación, las cuatro siguientes eran las virtudes que conducían a la reintegración de las almas al seno de la divinidad, y las diez últimas representaban los condicionamientos que debían soportar los seres humanos; las restantes cartas (de la 23 a la 78) eran las «sentencias escritas por los mortales». Así, el adivino reelaboró el orden de los triunfos en el Tarot. En resumen, el Libro de Thot concebido por Etteilla contendría una «medicina filosofal» aplicable a los diversos niveles del espíritu humano; esta medicina actuaría por medio de símbolos impresos en las cartas oportunamente manipuladas en el curso de los correspondientes ritos, es decir, durante la sesión cartomántica. Hay que precisar que en los cuadernos escritos por Etteilla tras el primer volumen de Manera de recrearse existen numerosas contradicciones, repeticiones, omisiones y complicaciones, debido a que el cartomántico quiso incluir en su sistema todas las ciencias ocultas, desde la astrología hasta la alquimia. En cualquier caso, gracias a esa obra Etteilla alcanzó una discreta reputación como «maestro de las ciencias ocultas», y en el año 1787 fue invitado a dar una conferencia ante la Orden de los Filateli, la misma fraternidad de la que formaba parte Court de Gébelin.
LOS DISCÍPULOS DE ETIIILLA
A partir de 1788, y tras la fundación de la Sociedad Literaria de los Asociados Libres de los Intérpretes del Libro de Thot, que el mismo Etteilla dirigió hasta su muerte, la fama del «divino cartomántico» fue en aumento. El principal instrumento de estudio que manejaban los miembros de dicha fraternidad era una baraja de Tarot que había hecho grabar Etteilla para tal fin, de acuerdo con sus propias concepciones esotéricas, pero por desgracia no se conserva ningún ejemplar de dicha obra. Algunos adeptos de la Sociedad escribieron varias obras sobre el Libro de Thot. Por ejemplo, el discípulo predilecto de Etteilla, Jéjalel, seudónimo de un tal Hugand, publicó en 1789 un opúsculo dirigido a sus consocios titulado Haced lo mejor, yo lo permito, o las instrucciones de lsis. Otros discípulos anónimos imprimieron, en 1791, el Diccionario de sinónimos del Libro de Thot, una vasta compilación de todos los posibles significados de las 78 cartas. Tras la muerte de Etteilla, uno de los adeptos, Melchior Montmignon d’Odoucet, se apropió de modo fraudulento de la gestión de la Sociedad de los Intérpretes, contraviniendo las disposiciones del maestro, que había designado como sucesor a Hugand. Éste, que en aquella época vivía en Tolón, no se opuso, por lo que las actividades de la Sociedad continuaron durante algunos años bajo la guía de D’Odoucet, quien hizo grabar una nueva versión del Libro de Thot, la primera de una serie que analizaremos en capítulos posteriores.