27- LOS TAROTS SUIZOS

Aunque Suiza representa un capítulo marginal en la historia de los Tarots, en este pequeño estado alpino aparecieron algunos modelos muy interesantes. Vale la pena conocer sus orígenes, pues del conjunto de la producción suiza hay una baraja que se ha difundido por todo el mundo.

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En la imagen, la retirada de Marignano, detalle del fresco de E Holder alusivo a la derrota suiza ante las tropas de Francisco I de Francia en 1515.

Entre el 14 y el 15 de septiembre de 1515, los alrededores de la ciudad de Marignano (en la actualidad Melegnano), situada a unos 15 kilómetros de Milán, fueron testigo de la llamada «batalla de los gigantes». Allí se enfrentaron las tropas del rey de Francia, Francisco I, y el pequeño ejército del duque de Milán, Maximiliano Sforza, flanqueado por los famosos mercenarios suizos, profesionales de la guerra de infantería. El resultado de la batalla se decidió por la intervención del ejército veneciano en el flanco francés y por una idea genial del capitán mercenario Gian Giacomo Trivulzio, que inundó la llanura donde se encontraba el ejército de Maximiliano. Los milaneses y sus aliados fueron derrotados y el ducado fue añadido a las posesiones francesas. Para la Confederación helvética fue la última batalla en la que combatió fuera de los límites de su país.

 

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Imagen de Martín Lutero (1483-1546), impulsor de la reforma protestante y, por ello, objeto del desprecio de los católicos.

Algunos opinan que fue precisamente entre finales del siglo XV y principios del XVI, época durante la cual los suizos estaban sistemáticamente ocupados en guerrear junto a los milaneses, el juego del Tarot traspasó los límites de Ticino y alcanzó los cantones alemanes y Baviera. Es ésta una hipótesis muy creíble, aunque a menudo las relaciones militares por sí solas no bastan para explicar la aceptación de una costumbre extranjera; por ejemplo, a pesar de que las tropas españolas ocuparon el ducado de Milán entre 1535 y 1705, no se tienen referencias sobre la práctica del juego del Tarot en España hasta la segunda mitad del siglo XIX.

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Detalle del seis de copas en una baraja suiza fabricada por A. G. Müller& Cíe en 1970.

REFERENCIAS MÁS ANTIGUAS 

La referencia más antigua conocida sobre el Tarot en Suiza se encuentra en una ordenanza municipal de 1572 que autorizaba un juego llamado troggen. Se conocen numerosas ordenanzas del mismo tipo promulgadas hasta mediados del siglo XVIII para reglamentar este juego, también conocido como trogga, trogge y truggen. Hasta hace poco tiempo, éstos eran los nombres que los suizos de lengua alemana daban al Tarot, mientras que en los cantones de lenguas románicas se los denominaba con la variante troccas. En confirmación del hecho de que el Tarot llegó a Suiza desde Italia hay un párrafo en la obra anónima Maison acodémigue du jeu (París, 1659) que se refiere a algunas costumbres de los jugadores helvéticos idénticas a las de los jugadores italianos.

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Caballo de copas en una baraja suiza de autor desconocido fabricada en el siglo XVIII.

Evidentemente, en esta época el Tarot ya se hallaba bastante difundido, hasta el punto de que en un devocionario de 1668, publicado en Scuol (Engadina), se afirma que a Dios no le gusta que se juegue a troccas los domingos. A propósito de la religión, vale la pena destacar otro hecho curioso: los Tarots de Suiza eran también denominados Martin Lüter Spiel, es decir, «juego de Martín Lutero», una expresión despectiva tal vez inventada por los católicos. Sin embargo, parece ser que a lo largo del siglo XVIII el juego del Tarot se jugaba en los cantones helvéticos especialmente entre la media y alta burguesía; a título de ejemplo hay que señalar que es famosa la pasión que tenía por este pasatiempo el célebre matemático Johann Bernouilli (1667-1748). Desgraciadamente, debido a la baja calidad de las cartas antiguas, no se han conservado barajas suizas de Tarot anteriores a mediados del siglo XVIII; los restos más antiguos son los de tipo marsellés fabricados por Claude Thomasser (Murten, 1731), Johannes Pelagius Mayer (Constanza, hacia 1750), Rochus Schaer (Mümliswil, hacia 1750), Claude Burdel (Friburgo, 1751), Charles Madigne (EstavayerleLac, 1777) y Antoine Paiche (Berna, hacia 1780). La baraja de Francois Heri (Solothurn, hacia 1740) es importante por ser el primer ejemplo de Tarot de Besancon, una variante del Tarot de Marsella que se caracteriza por la sustitución de las figuras de La Papisa y El Papa por las de los dioses romanos Juno (II) y Júpiter (V) respectivamente. Como se señala en el capítulo dedicado a los Tarots de Besancon, la baraja de Heri se anticipa por lo menos en cuarenta años a los fabricantes borgoñones, a los cuales un error de los historiadores o, mejor, una costumbre que no se ha corregido nunca, ha asignado durante mucho tiempo la paternidad del modelo de Besancon. Este mismo modelo se convertiría en el más difundido en Suiza y tendría una larga historia, pero no con la forma establecida por Heri, sino en la más moderna ideada por Johann Georg Raunch, un fabricante de Diessenhofen.

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Detalle de la carta de El Carro en el Tarot de James Bond, de A. C. Müller, fabricado en 1970.

LOS «VERDADEROS» TAROTS SUIZOS

Alrededor de 1830, Raunch reelaboró el Tarot de Besancon, dando vida a las figuras que aún hoy son conocidas como Tarot suizo. Si se observa la copia incompleta que se conserva en el Museo Británico de Londres (quedan 64 cartas de las 78 que tenía el mazo), es posible apreciar todas las innovaciones introducidas por el artista. Básicamente, Raunch transformó las figuras de los palos al vestir a varios personajes con ropas de inspiración folclórica. Por lo que se refiere a los triunfos, conservó casi íntegramente su simbolismo tradicional pero, además de modernizar sus ropas, introdujo algunas variantes que vale la pena destacar. Por ejemplo, El Loco es un juglar sonriente, vestido con ropas de colores chillones, que hace un gesto de burla con la mano izquierda. Juno se cubre la cabeza con un extraño sombrero, a medias entre una corona y un gorro frigio, y a sus pies se halla un enorme pavo real. Júpiter es un viejo monarca cansado, con el codo apoyado sobre una roca y el águila imperial, con las alas desplegadas, cerca de los pies.

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En El Enamorado, una pareja de jóvenes se encuentra bajo una nube en la que se esconde Cupido, a punto de lanzar su flecha sobre ellos, mientras un anciano observa complacido la escena. En la figura de El Carro aparece un rey asomado a un balcón; bajo él, hay dos caballos que tiran en direcciones opuestas de un carro sin conductor. La Rueda de la Fortuna muestra el busto de un genio coronado que surge de una nube que se halla en la cima de la rueda; de ésta cae un hombre desnudo y, curiosamente, sobre uno de los palos que sostienen el eje de la rueda, está apoyada una cabeza de perro. La Luna presenta el astro nocturno con las clásicas torres y los dos perros pero, en la parte inferior de la carta, en lugar del lago hay una especie de estanque realizado en mampostería. En la carta de El Sol, dos jóvenes se abrazan delante de un muro, tras el cual parece desplegarse un laberinto. Los moldes xilográficos que Raunch empleaba fueron utilizados durante algunos decenios; en efecto, en el Schweizerisches Landesmuseum de Zúrich se conserva una baraja datada hacia 1865, que es idéntica a la comentada. La excepción es el cuatro de oros, del que fueron eliminadas las iniciales JGR (Johann Georg Raunch). La leyenda FABRIQUE DE CARTES A DIESSENHOFEN se conserva en el dos de copas, en el dos de oros y en El Emperador. Es posible que esta baraja fuera impresa por Johannes Müller (1813-1873), que, como Raunch, trabajó Diessenhofen; cabe también la posibilidad que los moldes fueran usados por el hijo de Müller, Johannes Müller II (1837-1901).

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Arcanos mayores de una baraja suiza con representaciones cósmicas (1975).

EL TAROT 1JJ

En el año 1889, tras la muerte de Müller, su hijo cambió el nombre de la fábrica por el de J. Müller & Cíe. No se conoce ninguna baraja impresa por esta firma con los moldes de Raunch, pero sí se tiene conocimiento de los Tarots 1JJ, diseñados por Müller II sobre la base del modelo precedente. Esta baraja presenta considerables novedades tanto en las cartas numerales como en las figuras de los palos; estas últimas, sobre todo, tienen un aspecto más «medieval», pero los personajes aparecen vestidos con ropajes variopintos y tienen un dinamismo absolutamente desconocido en los Tarots tradicionales. En cambio, por lo que se refiere a los triunfos, Müller II trabajó sobre el modelo elaborado por Raunch, aunque reinventó por completo algunas de las cartas. Así, La Emperatriz, que se representa de perfil y no de frente, es una joven mujer sentada en un trono, que sostiene un fino cetro con la mano derecha y con la izquierda señala la corona que tiene sobre la cabeza.

La Rueda de la Fortuna muestra la diosa con los ojos vendados haciendo girar la manivela de una rueda, que se sostiene sobre unos palos que han echado raíces junto a un precipicio; en la parte superior de la rueda aparece una alegre pareja de esposos, mientras que en el lado derecho un hombre cae a un precipicio. El Diablo es un hombre de piel oscura con los pies caprinos; en la mano izquierda sujeta una horca y con la derecha amenaza a una mujer sentada que está llorando desconsoladamente. En la carta de La Luna, por su parte, aparece el clásico cangrejo en un pozo, pero no las torres ni los perros; en su lugar, un joven sentado junto a su perro toca la guitarra a otra joven que está asomada a un balcón.

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En la carta de El Sol, en lugar de los jóvenes abrazados delante del muro, hay una pareja de enamorados sentados en el campo, con una cadena montañosa a sus espaldas. Desde finales del siglo XIX esta baraja ha permanecido invariable, a pesar de que la fábrica de cartas J. Müller & Cie ha cambiado varias veces de propietario. En 1901 la dirección pasó al hijo de Müller II, Heinrich Julius Albert Müller (fallecido en 1948), que consiguió el monopolio de la fabricación de Tarots en Suiza. A continuación la firma cambió el nombre y pasó a denominarse AG Müller & Cie, y en 1960, se trasladó a la ciudad de Schaffhouse, donde continuó fabricando, entre otros, el famoso Tarot 1JJ Swiss en colaboración con U.S. Games Systems de Nueva York. En 1998, la empresa cedió los derechos sobre estos naipes a la fábrica belga Carta Mundi, que continúa reproduciendo los antiguos modelos suizos.

 

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