FRUTAS TROPICALES Y NUTRICIÓN.

Kiwano, papaya, rambután, pitaya… De ellas podría decirse que son exóticas, que no soportan el frío y que son más llamativas que nuestras peras, manzanas o melones. ¿Pero es distinto su perfil nutricional del de sus primas mediterráneas? Expertos nutricionistas nos sacan de dudas.

POR EVA CARNERO

Son manjares dulces, sabrosos, atractivos y, también, muy diferentes a lo que nuestro paladar y aparato digestivo están acostumbrados. ¿Pero es buena idea introducir un alimento extraño en nuestra dieta habitual? «Cuanto más variado sea el abanico nutricional, mejor», responde Marta Gámez, dietista-nutricionista y directora técnica del Grupo NC Salud.

Eso sí, la experta nos recomienda ser prudentes al inicio. «Ante un alimento desconocido, conviene empezar por probar cantidades pequeñas y aisladas. Es decir, el producto tal cual, o bien combinado con un número limitado de otros alimentos», subraya Gámez.

Por su parte, Begoña Pérez Llano, experta en dietética y profesora adjunta en la Universidad Internacional La Rioja, señala un único inconveniente: el gasto energético que supone su transporte desde las zonas de producción.

 «En los tiempos actuales, este es un lujo que muchos opinan que no nos deberíamos permitir, sobre todo, cuando tenemos otras frutas cultivadas en nuestro entorno cercano. Muchos productos tropicales ya se siembran en nuestro territorio, caso del kiwi, el aguacate, el kumquat, la carambola, el lichi y la guayaba», nos recuerda.

Y ES QUE LAS FRUTAS TROPICALES NO SE LLAMAN ASÍ Por plantarse en un área geográfica determinada, sino por crecer en un clima concreto, el tropical o el subtropical. Todas tienen en común el hecho de no soportar el frío y pueden resultar dañadas o sufrir trastornos en su desarrollo cuando la temperatura cae por debajo de 4 °C.

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