
Las empresas están cada vez más preocupadas por lo que dicen sus empleados en las redes sociales. ¿Hasta dónde llega de libertad de expresión en el mundo corporativo?
Con el fin de prevenir conflictos, las empresas están definiendo con claridad sus expectativas en códigos de conducta y políticas de relaciones con los medios. El nivel de detalle varía. Intel simplemente pide a sus empleados que «usen el sentido común». El documento de doce páginas de General Motors sobre relaciones con los medios, en cambio, incluye el siguiente recordatorio: «No será excusa que sus comunicaciones online hayan tenido lugar fuera del horario de trabajo o de las instalaciones de GM».
Hay pocos límites en cuanto a lo que un empleador puede exigir en relación al trabajo, dice el abogado James Laddie. Pero el uso de las redes sociales está en la actualidad tan extendido que las restricciones excesivas, tales como la prohibición total de usar Twitter, ya no son realistas. «Todavía está por ver qué postura tomaría un tribunal sobre el despido de alguien que se hubiera negado a aceptar una prohibición así.
Es muy posible que los jueces dijeran nos da igual lo que pongan las condiciones de su contrato: no es justo despedir a un trabajador por decir lo que piensa—. En medio de todas estas propuestas, Pam Jeffords, de PWC, se pregunta si no sería más útil que las compañías reemplazaran las exigencias de «respeto» por una petición de «educación» en las condiciones de sus contratos. «No es realista exigirme que respete a alguien que piensa que las mujeres no tenemos derecho a conducir —asegura—. Pero sí es razonable pedirme que sea educada».
El lugar de trabajo es el sitio en el que surgen más conflictos por discriminación. Es donde la gente tiene más probabilidades de pasar tiempo con personas con las que está fundamentalmente en desacuerdo. Lo que quieren la mayoría de los empleadores es simplemente un enfoque pragmático en relación a lo que se dice en el trabajo, de forma que cada uno pueda seguir con su tarea sin que el asunto acabe en los medios de comunicación o en los tribunales.
Pero decirlo es más fácil que hacerlo.
ADEMÁS EL ACTIVISMO DE LOS EMPLEADOS PUEDE DAR LUGAR A SITUACIONES DIFÍCILES DE RESOLVER.
Recientemente los trabajadores de Amazon han denunciado amenazas de despidos por haber criticado la política medioambiental de la compañía. Google ha sido acusada de haber intentado silenciar las voces discrepantes, incluyendo las de quienes criticaban su respuesta a casos de acoso sexual y el secretismo de sus actividades en China.
La firma niega cualquier represalia —que serían ilegales—, pero admite que ha reducido la frecuencia y cambiado el enfoque de los encuentros conocidos como «Thank God It’s Friday», que en el pasado fueron una fiesta de la libertad de expresión.
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